CAPÍTULO I

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Babeaba como una believer frente a una foto de Justin Bieber sin camiseta­­­­­­­­­­­­­­­­­

[RAVEN]

¿Sabéis lo horrible que es el estruendoso sonido del despertador el primer lunes de tu último año en el instituto? Bueno, a mí me encantaría saberlo, porque seguro que es mil veces mejor a que tus dos hermanos mayores entren a grito limpio a tu habitación.

Cuando Jayden y Hunter irrumpen en mi habitación al son de una canción militar y ¿una corneta? oh por dios, yo no puedo hacer nada más que darme la vuelta y mirar hacía la pared mientras me tapo los oídos con los dedos, pensaba que hacer eso era buena idea, que mis hermanos se cansarían de intentar levantarme y se pirarían, pero claro que no, son los mellizos Cooper, es obvio que no se iban a cansar

—¡Booooomba vaaaaa! —grita Jayden antes de desplomarse encima de mi cuerpo y clavarme su puntiagudo codo en la tripa—.

—¡Jayden! —Mi yo enfadado acababa de explotar y no era buena idea—.

Me revuelvo en la cama haciendo que mi hermano caiga a los pies del otro y me levanto de un salto mientras miro a ambos con una cara realmente amenazante y los brazos cruzados frente a mi pecho, cuando mi hermano se incorpora y me mira ambos mellizos cruzan la mirada y sueltan una amplia carcajada.

—Ravs cariño, intentaras parecer intimidante, pero eres demasiado mona para esto —Hunter, por si no había hecho suficiente daño emocional con una frase también me revuelve el pelo—.

—Como os odio gemelas del resplandor—.

—¿Llevas 17 años con nosotros y aún no te ha entrado en tu cabezota que somos mellizos no gemelos? Eres una hermana horrible Ravs –Jayden niega con la cabeza como si estuviera decepcionado conmigo, aunque bien sabía que solo estaba bromeando, como hace siempre—. Cuando estés lista baja a desayunar que papá ya te ha hecho tu desayuno favorito —me dice antes de cerrar la puerta tras salir seguido de Hunter—.

Me siento en mi cama y observo fijamente la puerta por la que acaban de salir mis dos hermanos, todo el mundo les decían que eran gemelos, la verdad es que después de 20 años aguantando aquella equivocación lo habían asumido, pero es que no me extrañaba nada que les dijeran que eran gemelos, son tan clavados como dos gotas de agua, ambos con el pelo rubio tirando a castaño, el mismo color de ojos avellana, complexión física idéntica, me reí al recordar que de pequeña les diferenciaba por el lunar que tiene Jayden al lado de su labio superior.

Cuando miro de reojo el reloj y me doy cuenta de que llevo diez minutos mirando al infinito, me levanto de un salto y corro a abrir las puertas del armario donde predominaba el negro, llevaba toda la semana montándome en mi cabeza cual sería la ropa que llevaría el primer día, no porque pretendiese destacar, pero siempre me gustaba ir a mi estilo, me deslicé luego al baño para agarrar un pequeño delineador de tinta negra con el que me hice el eyeliner, estaba acostumbrada a llevarlo, llego un punto en el que no salía de casa sin rímel y el delineado característico en mi.

—Justo acaba de bajar ahora mismo —mi padre habla al teléfono mientras sirve a la mesa donde ya se encontraban Jayden y Hunter sentados, mi padre me dedica una sonrisa Estoy hablando con tu madre ¿has dormido bien cariño? —.

—Más o menos, saluda a mamá de mi parte —una sonrisa se dibujo en mis labios, Harper Cooper, mi madre, la mujer más fuerte e independiente que he conocido en mi vida, es un alma libre, tanto que ni mi padre, Oliver Cooper, pudo retenerla en un mismo sitio mucho tiempo y mi padre es la responsabilidad en persona, necesitaba una vida estable, los opuestos siempre se han atraído, pero la relación de mis padres demuestra que esto no es una película, que el amor no siempre triunfa, hace bastantes años que se divorciaron, pero el cariño que se tienen no ha cambiado—.

Justo cuando me siento en la mesa se escucha un tintineo de llaves fuera de la casa y acto seguido el característico sonido de la cerradura que termina con el golpe de la puerta cerrándose tras los pasos que se acercan por el pasillo a la cocina.

—¡Buenas familia! —una chica de largas melenas negras y unos ojos penetrantemente verdes se asomó por la puerta—. ¿Cómo están mis Coopers? —Kaylee Clifford, mi mejor amiga desde que tengo consciencia y la chica más extraña que llegaré a conocer—.

—Ey buenos días Kay —Mi hermano Hunter le acababa de dedicar una de sus irresistibles sonrisas que hacían que se derritiera el corazoncito de cualquier chica y que cuando yo las veía no podía evitar poner los ojos en blanco, pero Kaylee no es cualquier chica, ella simplemente le revolvió el pelo y se sentó a su lado—.

El desayuno había sido tranquilo, como todos, después del verano nada había cambiado, Kay, aunque viviera a varias calles de aquí seguía viniendo a desayunar y la relación entre todos con ella seguía siendo como si fuera una más de la familia.

No mucho tiempo más tarde los mellizos salieron disparados de la cocina, dijeron que no querían llegar tarde a la charla de bienvenida de la universidad, ambos estudiaban en la universidad de nuestra ciudad, los Ángeles, gracias a una beca de baloncesto, no tardamos mucho en escuchar el motor del Audi de papá.

—Me apuesto diez dólares a que hay mil motivos para ir antes que por llegar a ver el recibimiento del año —soltó Kay tras engullir el trozo de tortita que tenía en la boca como si de un pavo de tratará—.

—Ya bueno, soy Jayden y Hunter, si no hay un par de tetas por delante no van a llegar pronto a ningún lado, piénsalo bien, solo llegan pronto a fiestas o a citas —mi amiga y yo disfrutamos del desayuno entre risas, sentir que después de estas últimas semanas de no vernos a causa de su viaje a Inglaterra todo seguía igual me hacía muy feliz—.

Justo cuando mi padre se encerraba en su despacho Kay y yo entrabamos en su precioso BMW por el cual babeaba como una believer frente a una foto de Justin Bieber sin camiseta.

—Raven ¿Sabes quién ha vuelto este año de España? —Me preguntaba Kay, intentando que lo adivinara, porque era más que obvio que ella ya lo sabía, no me podía creer como esta chica estaba siempre puesta en todos los cotilleos—.

—No Kaylee, sabes perfectamente que no se quién vuelve de España este —Oh mierda, claro que sabía perfectamente quien narices volvía de España este año—. ¿Jared verdad? —el muy imbécil de Jared, quién iba a ser si no, es el que se había ido a España tres años atrás a estudiar—.

—Claro que si R, el mismísimo Jared Adams ¿No estas emocionada de reencontrarte con tu crush de la infancia? —aunque estuviera mirando al frente y no le viera sabía que estaba poniendo esa cara que no soportaba—.

—Pues sí, en preescolar era una cucada, se echó a perder cuando se volvió un auténtico mamón —miré de reojo a mi amiga la que entendió perfectamente que tenía que dejar el tema si no quería que me pusiera de más mala leche—.

—Vale, nos olvidamos de Jared como futuro esposo, que me dices de David ¿habéis seguido hablando después de lo de verano? —no, Kay sabía que no tenía que volver a nombrar aquella noche—.

—Kaylee Elisabeth Clifford, ¿Qué parte de que David Andrews no es nadie y no quiero volver a escuchar su nombre no entendiste en ese mensaje? —.

Nuestro instituto no quedaba lejos de mi casa, pero aún así hoy se me había hecho más largo el camino de lo normal y todo porque Kaylee me hizo volverle a contar todos los detalles del gran error que cometí esa noche de fiesta tras beber y acabar enrollándome con el muy imbécil de Andrews.

|No me sueltes nunca| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora