CAPÍTULO VIII

56 8 2
                                    

Se acercaba poco a poco hacía mí, como si fuera un cachorrito abandonado y estuviera esperando que le cogiera confianza.

[RAVEN]

·Tres horas antes de la fiesta

Estaba tumbada sobre mi cama sin ser consciente de que por las escaleras subía mi perdición ¿Qué si estoy exagerando? Claro que no, Kaylee y Castiel ya estaban recorriendo el pasillo hacía mi habitación para arrastrarme a una fiesta la cual yo ya sabía que no iba a acabar nada bien.

—¡Buenas Ravs! —Me sobresalté cuando escuché la voz de Kay lo que hizo que diera un salto, cuando miré a la puerta ahí estaban, el dúo demoniaco que estaba convencido de sacarme, aunque fuera arrastras de mi habitación—.

—No por favor, piraos, no quiero ir a esa fiesta —me apoyé contra en cabecero y abracé un cojín dejando claro que me estaba poniendo la máxima distancia entre ellos y yo—.

—Raven, vas a ir a esa fiesta como que me llamo Castiel, ¿No quieres celebrar que estamos los tres juntos de nuevo? —Castiel había recurrido al chantaje sentimental mientras se acercaba poco a poco hacía mí, como si fuera un cachorrito abandonado y estuviera esperando que le cogiera confianza—.

En un movimiento rápido, justo cuando iba a contestar, Kaylee cogió la delantera y junto al peliblanco me cogieron en brazos hasta dejarme sobre el suelo del baño.

—Dúchate rápido o entraré yo a enjabonarte ¿Me oyes? —Kay utilizó su tono brusco de amenazas y lo acompaño con esa mirada que a todos nos daba miedo, era una encerrona en toda regla—.

—Vale, pero solo si me prometéis que no vais a follar en mi cama mientras no os veo —Había dado donde dolía y lo supe cuando ambos me gritaron que me callara y me duchara de una vez—.

Abrí el paso de agua y dejé que esta se calentara hasta el nivel de agua salida desde el inframundo mientras me sentaba sobre la tapa del retrete, no había cogido el móvil a si que había dos problemas, uno, no me podía poner música y dos, Kaylee podía hacer ahora cualquier cosa con él.

Me puse una toalla alrededor del cuerpo tras salir de la ducha y suspiré cuando me di cuenta de que iba a tener que ir descalza porque me había olvidado las chanclas, ya habían empezado todos los problemas de esta noche.

Cuando entré en mi habitación mi mirada se clavo en los doscientos vestidos que había sobre mi cama, vale ahora puede que si me hubiera pasado, me quedé quieta examinando uno por uno, a cada cual más corto o más transparente.

—No, todo mal —me giré y cerré la puerta detrás de mí quedándome en el pasillo agarrando con fuerza la toalla, ¿En serio se creían que me iba a poner uno de esos vestidos? Era obvio que no—.

—¡Raven! —la puerta se abrió y la mano de Kay rodeó mi muñeca tirando de mi de nuevo al interior de mi habitación—.

—No me voy a poner ninguno de esos vestidos ¿Estáis locos o qué? —movía los brazos de un lado a otro, gesticulando exageradamente mi cabreo—.

—Oh bueno, perdónanos si solo queríamos ponerte extremadamente sexy para que David se muera por ti y tu puedas darle calabazas en toda la cara —Castiel me hablaba con toda la calma del mundo después de mi numerito—.

Observe a ambos unos segundos sin decir nada, en mi cabeza se estaba librando una gran batalla ¿Sabéis cuando en un hombro tienes un angelito y en otro un demonio? Bueno, pues yo ahora solo tenía una pareja de demonios—.

—Vestidme como queráis, me habéis ganado con el rollo bad bitch —que le iba a hacer, comportarme como una chica mala me encantaba—. Pero no os paséis, no quiero que todo el instituto me vea medio culo de lo corto que es el vestido —Kay se había acercado a Cas para chocarle la mano, la parejita 1, yo 0—.

|No me sueltes nunca| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora