CAPÍTULO XXVII

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Acepto todos los términos y condiciones de esta relación.

[JARED]

A las siete me rendí del hecho de dormir y salí de la comodidad de mi cama. No me puse ni una camiseta, raro sería que me pusiera alguna para estar por casa, bajé a la cocina simplemente con mi pantalón de pijama.

—Buenos días mamá —le dije a mi madre cuando entré en la cocina y le vi desayunando, me acerqué a la mesa y me agaché para darle un beso en la cabeza—.

—No te esperaba tan pronto arriba, anoche te escuché llegar tarde —asentí mientras abría la nevera para sacar el brik de zumo—.

—Ya, pero no podía dormir, además he quedado a las diez —le di un trago al zumo desde el recipiente—.

—Jared, que no bebas directamente del brik ¿Has quedado con los chicos? —puse los ojos en blanco ante su queja, aunque sabía desde antes de beber que me iba a regañar—.

—No, con Raven —cogí un vaso para servirme más zumo—.

—Ahhh, con Raven, claro —me reí suavemente por el retintín con el que mi madre había dicho esa frase—.

—Si, Johana, con Raven y conmigo no uses ese tonito, eh —miré a mi madre arqueando una ceja—.

—Venga, siéntate con tu vieja y cuéntame que hay con esa chica —le hice caso y me senté en la silla frente a ella, aprovechando para robarle una de sus tostadas—.

—Bueno, pues, te va a parecer muy gracioso, pero exactamente hace unas horas nos besamos —no sabía cómo iba a reaccionar mi madre, sabía que Raven le caía bien—.

—¿Y qué pasó? —mi madre había entrado en su papel de Johana la cotilla de cabeza—.

—¿Qué va a pasar, mamá? hablamos un poco y vamos a ver que sale de aquí, no se realmente si hemos formalizado una relación, pero se que los dos queremos —mi madre me sonrió ante esto—.

—¿Y lo sabe David? —levanté la mirada del zumo clavando mis ojos, totalmente abiertos, en ella—. No me mires así Jared, noté que ella te gustaba desde el día que estuvisteis los cinco aquí, también lo vi en los ojos de David, hijo —la verdad que eso no me lo esperaba—.

Hace unas semanas se había venido todos a mi casa a pasar la tarde y hacer algo de cenar, iba a tener la casa sola, pero antes de que mis padres se fueran es cuando llegó todo el mundo a casa, así que mi madre conoció a Raven.

—No y supongo que tendré que encontrar la forma de decírselo, ya me la ha liado un poco por este tema —mi madre me miró con compasión mientras se levantaba de la silla—.

—No me voy a meter porque esto lo tienes que solucionar tú, pero cuanto más lo dejes peor será —me revolvió el pelo antes de salir por la puerta de la cocina—.

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Me miré en el espejo de la entrada de la casa y me pasé los dedos por el pelo reiterando el camino que llevaban los mechones de pelo, para acto seguido ponerme el casco.

—¡Shiba! Vuelve aquí —al lado mío paso nuestro husky seguido por mi hermanita Leah y de lejos mi otra hermana Jenna persiguiéndoles—.

Jenna es la hermana mayor de los tres, ahora está estudiando el último curso de derecho en la universidad de los ángeles, era agradable tenerle por casa, ahora vive en un apartamento con unas amigas cerca del campus, pero me alegraba que los fines de semana se pasara por aquí.

—Ey, tranquila fiera ¿Qué pasa? —le dije a mi hermana cuando cogía nuestro perro en brazos—.

—Cuando le he ido a poner el collar a Shiba ha salido corriendo —me miraba clavando sus ojos negros como los míos y fruncía los labios—.

|No me sueltes nunca| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora