CAPÍTULO IV

89 11 0
                                    

Algún día me moriré, te lo mandaré en un mensaje y no lo leerás

[RAVEN]

-¡Mierda! -el taco salió disparado de mi boca cuando me acababa de dar cuenta de que sin querer le acababa de dar a seguir al mismísimo Jared Adams.

No había sido difícil encontrar su perfil y sí, soy culpable, yo misma lo había buscado, solo había tenido que ir a la cuenta de Instagram de David y en sus seguidores poner Jared y ahí estaba, pero lo que no quería era seguirle, solo estaba debatiéndome contra mi interior si tragarme el ego y pedirle perdón por lo de esta mañana cuando mi dedo en vez de darle a mandar un mensaje privado le dio a seguir.

Mi cerebro tardó lo que me pareció eternidades en procesar lo que acababa de pasar y cuando llegué a reaccionar volví a pulsar el botón de seguir para dejar de hacerlo, aunque estaba totalmente convencida de que ya lo había visto.

-¿Ravs? ¿Estás bien? -mi padre acababa de aparecer en mi habitación aparentemente bastante asustado-.

-Oh si, solo me he golpeado el dedo del pie con el borde de la mesilla, no me he partido la nuca ni nada, tranquilo papá -no le iba a contar a mi padre que la había cagado stalkeando a un chico, era mejor usar la vieja confiable.

Habían pasado las horas y seguía metida en mi habitación, me había pasado toda la tarde frente al ordenador jugando a lo que llevaba enganchada todo el verano, mis preciados sims, creo que acababa de mandar a tomar por culo mi promesa de principio de año y como todos, nunca iba a empezar a ponerme las pilas desde el primer día y no justo antes de los exámenes.

Justo cuando cogí el teléfono para ver la hora puesto que me había empezado a entrar hambre vi como en mi pantalla aparecía la foto de Kay.

-¿Tanto me echas de menos que ya me estas llamando? Hace un par de horas que nos hemos visto Kaylee, aprende a vivir sin mí por favor -me encantaba vacilar a mi amiga, creo que eso es lo que nos unía tanto, nuestro pique continuo. Deslicé la silla lejos de la mesa y apoyé mis pies sobre esta esperando la contestación de mi amiga-.

-No, la verdad es que me das bastante asco, pero acabo de ver tu mensaje diciendo que la acababas de liar, que pasa ¿Le has mandado un corazón a David y se te ha declarado? -.

-Kaylee te he mandado ese mensaje hace cuatro horas ¿Algún día contestarás los mensajes? Y no me digas que no lo has visto, las dos sabemos que los lees desde fuera, algún día me moriré, te lo mandaré en un mensaje y no lo leerás -realmente no había sido consciente de la gilipollez que acababa de decir-.

-Vale tía, vamos a obviar que acabas de soltar una absurdez muy grande, dime cual ha sido tu problema gordísimo por favor, estoy deseando escuchar que has hecho ahora -al final de la frase se escuchó la risita de Kay-.

-Vale, puede que hipotéticamente me sintiera culpable entonces buscará el perfil en Instagram de Jared y puede que entre mi debate interno de que hacer le haya dado sin querer a seguir -lo dije bajando gradualmente le tono de voz-.

-¿Eso es todo? ¿Un rasguñito en tu ego porque Jared ha visto que le has seguido? Seguro que encima luego le has dejado de seguir rápido y ni cuenta se habrá dado, tendrá tantos mensajes de tías que ni habrá visto tu estúpida notificación -Kaylee me había dejado las cosas claras y no sabes lo que me alegra que lo haga, tenía toda la razón del mundo, pero mi inseguridad me hacía incapaz de creerlo por mi misma y necesitaba que otra persona me lo dijera-.

Una vez que me había quitado ese peso de encima Kay y yo nos dedicamos a hablar de banalidades y de nuestras tonterías, lo más interesante de esa conversación es que iba a ir al día siguiente a pedirle perdón a Jared.

Cuando me levanté a la mañana siguiente estaba más nerviosa de lo normal, no me gustaba reconocer mis errores, pero como me había dicho Kaylee la noche anterior al teléfono, si quiero empezar a hacer más amigos a parte de ella tengo que empezar a aprender cómo parar de ser tan desagradable con la gente.

Y ahora aquí estaba andando lentamente hacía la cafetería intentando convencerme de que iba a salir bien, de que no iba a haber ningún problema porque Jared había cambiado y ya no era el mamón de antaño.

Cuando atravesé las puertas de la cafetería le localicé con la mirada, estaba en la mesa de los jugadores de lacrosse, es cierto, desde pequeño jugaba a ese deporte a si que suponía que el mismo día de su gran aparición se habría reunido con el entrenador para volver a unirse al equipo. Avancé entre las mesas, las piernas me temblaban, ya no era el hecho de hablar con Jared, era exponerme ante toda su mesa de amigos, no era muy buena en ámbitos sociales y menos si lo que hacía era molestar en un grupo directamente. Pillé a Jared de espaldas, todo su grupo ya me había visto, de los que cabe destacar David y la chica morena que estaba sentada a su lado acariciando su bíceps de una forma coqueta y muy descarada, la verdad es que había visto a esta chica un par de veces y estaba segura de que su nombre empezaba por N.

-Uhm, Jared -toqué suavemente su hombro sin pensármelo dos veces y observé como se daba la vuelta clavando sus ojos negros en mi-.

-¿Qué tripa se te ha roto ahora Cooper? -admito que esa pregunta me sentó como un jarro de agua fría, mierda, le había cabreado, eso era obvio-.

-Ehm, yo -las palabras no salían de mí, me acababa de bloquear y todo el mundo me miraba fijamente, ya no solo la mesa de Jared, también las que había cerca-. P-puedes acompañarme un segundo fuera por favor -algo lógico salió de mí y me di un mini punto mental-.

-Claro que no Raven, no se a que cojones estas jugando, pero no me gustan las chiquilladas, pírate -su cara mientras lo decía era más inexpresiva que la de los jugadores de póker, pero ahí no se quedó todo-. Primero soy agradable contigo y te comportas como una auténtica cabrona y luego intentas llamar la atención con tus técnicas de cría en Instagram, tienes 17 años, madura-.

-¿¡De que cojones vas!? Eres un mamón, solo venía a pedirte perdón por haber sido una estúpida el otro día, pero ya veo que es mejor que no lo hubiera hecho -me giré dejándole una vez más con la palabra en la boca y murmuré un gilipollas antes de salir de la cafetería-.

Acababa de montar una escenita delante de todo el instituto, tenía ganas de llorar y a su vez de darme una palmadita en la espalda por haber sido capaz de decir lo que realmente pensaba sin haberme cortado ni un pelo.

Es cierto que suelo ser muy amable con la gente a la cual aún no conozco bien, pero solo es un método de defensa para poder huir lo antes posible de esa situación.

Busqué a Kay que estaba en los exteriores del instituto y cuando le encontré con su grupo de amigos me acerqué, tras varias preguntas de cortesía tiré del brazo de Kaylee para llevármela a sentarnos a un banco.

-¿Le has llamado mamón en toda la cara? Tía te amo -Kaylee se estaba riendo a carcajada viva y yo no podía estar más contenta por haberle plantado cara a ese imbécil con el cual no iba a volver a hablar-.

O eso quería creer.

|No me sueltes nunca| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora