CAPÍTULO X

53 10 2
                                    

Solo quiero una cuarto de libra, no llevarte al altar.

[Raven]

Me temblaba todo el cuerpo y no era capaz de andar más de tres pasos seguidos sin flaquear y perder el equilibrio, las palabras de Jared me habían desestabilizado más de lo que ya estaba, odiaba las fiestas, odiaba las aglomeraciones y sobre todo odiaba a ese mamón.

Ni me acordaba de que había venido a este infierno con mis dos amigos hasta que salí a la calle y el frío me golpeó en la cara ¿Cómo iba a volver a mi casa? Mierda de noche; me senté en el borde de la acera y encendí el móvil que llevaba en la mano, pero antes de mandarle el mensaje a Kaylee me lo pensé mejor ¿Debería molestarle? Cass y ella se lo deben de estar pasando bien ahí dentro y yo podía ir andando hasta mi casa.

—Raven ¿Estás bien? —me abracé a mí misma, reconocí la voz de David pero no me giré, no quería que viera a la Raven débil más de lo que ya le había podido conocer—.

—Si David, no tenías por qué haber venido a ver como estaba —miraba hacía el frente no me giré hacía el mientras hablaba, esperaba que se fuera pronto—.

—¿Estás esperando que venga alguien a buscarte? Puedo llevarte yo a casa, no he bebido más que un par de cervezas, jurado —vi de reojo como se sentaba a mi lado y su muslo entraba en contacto con el mío, emanaba calor de este—.

¿Por qué David Evans estaba siendo tan amable conmigo después de lo bruja que he sido? Dios, ha sido todo un amor conmigo sobre todo cuando le ha pegado el puñetazo a ese chico en la fiesta que intentaba manosearme, giré la cabeza hacía él, me estaba mirando directamente y yo no pude evitar ponerme nerviosa, odiaba que me miraran.

—¿No te importa? Realmente no quiero ser tan molesta, ya le has pegado un puñetazo en la cara a ese tío por mi y no quiero que te pierdas la fiesta de tu amigo —instintivamente miré el puño con el que había pegado el puñetazo y tenía los nudillos algo rojizos—. Ay David, te has jodido la mano, creo que te tengo que enseñar a pegar un puñetazo —estaba dejando ver un poco a la verdadera Raven y me daba bastante miedo, pero después de lo que había hecho durante toda la noche creo que se merecía que fuera un poco agradable—.

—¿Me pretendes enseñar tu? De que vas, si con esos brazos de fideo no puedes partir ni una ramita —una leve carcajada salió de mi garganta y moví rápido mi puño impactándolo contra su brazo, sabía perfectamente que había sido un buen golpe porque se tapó rápidamente el sitio del golpe—.

—No me vuelvas a subestimar Dav —vale, me estaba pasando de confianzas, ya no solo hacía bromitas con él, también le había acortado el nombre—.

—¿Dav? ¿Quién eres tú y que has hecho con la Raven desagradable que no para de hablarte mal? —David enarcó una ceja y me miro directamente, otra vez mirándome, que ansiedad—.

—Chico, me has ayudado un poco está noche, te la debo, el lunes ya te meteré una patada en el culo si quieres —me reí levemente y me levanté de la acera ofreciéndole después mi mano para levantarle, aunque sabía que yo no podría con su peso y tendría que hacer fuerza él—.

—Oh bueno, entonces igual tengo que parar en algún lado para disfrutar un poco más de la Raven agradable ¿Te parece una parada en el McDonalds de la borrachera? —tomó mi mano y se levanto de un salto, pero no la soltó, mi mirada iba de esta a él repetidas veces. Mierda—.

—¿McDonalds de la borrachera? —solté suavemente su mano y fruncí ligeramente el ceño, era obvio por donde iban los tiros, pero quería que me explicara su jerga de fiestero—.

|No me sueltes nunca| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora