Otro soldado caído más.
[JARED]
—Eso tienes que darlo ya por hecho —me despedía del entrenador de lacrosse asegurándole que iba a ser un fichaje estrella, aunque llevara tres años sin pisar el campo, él confiaba en mí, sabía que después de todo era un grandísimo jugador.
Acababa de cruzar la puerta cuando todo el mundo salía disparado de las clases, supuse rápido que el primer día había finalizado, cuando giré la esquina del pasillo me encontré a David frente a mi taquilla, ese capullo llevaba siendo mi mejor amigo desde que entré en prescolar.
—Te estaba esperando tío ¿Te llevo a casa no? —asentí con la cabeza cuando lo dijo mientras me llevaba mi mochila al hombro y empezaba a caminar hacia el exterior—.
—Tengo que sacarme el carnet de conducir, paso de que mi hermana me traiga todos los días —era una autentica putada el que en España no pudieras conducir hasta los dieciocho, pero peor era que mi hermana mayor Jenna me trajera todas las mañanas al instituto—.
Mientras andábamos por los pasillos David me preguntaba acerca de mis movidas en España, no pude evitar notar como bastantes miradas se clavaban en mí, ser el centro de atención nunca me había molestado en absoluto, siempre me había considerado una persona popular entre la gente.
Disfrutaba de la situación hasta que me acordé de algo, Raven, me había dolido en el ego, más de lo que quería admitir, no me podía quitar de la cabeza sus palabras e incluso como se había separado de mi cuando le había abrazado, no es por ser egocéntrico, pero había chicas que matarían por un abrazo mío.
—Tío ¿Dónde estás? Porque aquí no —David se había parado frente a mí, cortándome el paso a la puerta de cristal para salir del instituto, creo que llevaba un buen tiempo solo con mis pensamientos y ahí volví a recaer en ellos, David, estaba en la mesa de Raven cuando me acerqué ¿son amigos ahora? Estaba claro que me había perdido muchas cosas.
—David ¿Ahora te llevas con Cooper? —creo que él mismo notó la confusión en mi mirada y ni si quiera sabía que se me estaba pasando por la mente ahora mismo—.
—Ehm, no voy a preguntar exactamente a que viene esto, pero se podría decir que llevarnos no es la palabra exacta que puede definir mi relación con Raven —actualmente mi cara tenía que ser un cuadro, no entendía que cojones estaba pasando, a si que continúo hablando —Nos liamos en una fiesta hace no mucho, un par de semanas más o menos—.
Vale, ahora mi cerebro acababa de explotar completamente, había visto mil veces a mi amigo enrollarse con chicas y Raven no me entraba en sus gustos, aunque es cierto que ella había cambiado mucho en estos últimos años.
—¿O sea que ahora estáis de rollito? —Me acababa de dar cuenta de que lo más probable es que les hubiera interrumpido antes—.
—Ojalá, está decidida a pasar lo máximo posible de mi y a olvidarse completamente, joder que mierda, me he pillado bastante—. David se rascó suavemente la nuca, se le notaba verdaderamente confundido.
—Ahora necesito que me cuentes todos los detalles jugosos de esa noche David, ni de coña te veo a ti con Raven—. No podía evitar reírme con las miles de escenas que se pasaban por mi cabeza.
Tras un bufido David empezó a relatarme esa noche, había sido en una fiesta en una cabaña del lago de uno de los jugadores de baloncesto. No podía parar de partirme cuando me decía como se habían enrollado después de besarse en el jueguecito de niños del prueba o verdad, pero mi cumbre de risas vino cuando me contó que Raven estaba borracha y por la mañana ni se acordaba antes de que él por un mensaje le dijera que pasó.
—Basta de reírte hostia ¿Crees que necesito ahora gente que ría de lo patético que soy? —se le notaba bastante molesto, otro soldado caído más—.
Aparcó su coche frente a mi casa y me desabroché el cinturón, justo cuando iba a abrir la puerta David puso su mano sobre mi pecho, dejándome caer que quería decirme algo antes de que me fuera.
—Recuerda que este viernes Juls hace una fiesta en su casa, vendrás ¿No? —Juls era otro jugador del equipo de lacrosse y ya estaba enterado de su fiesta en la mansionaza de sus padres—.
—Pues claro, alguien tendrá que pararte para que no te vuelvas a liar con tías que te vayan a dejar tirado al día siguiente —con una sonrisa salí del coche y antes de cerrar la puerta detrás de mí me giré hacía él—. Oh Raven te quiero, hazme tuyo —solté una carcajada y cerré la puerta dejándole con la palabra en la boca, cuando me alejé hacía la acera vi como arrancaba claramente molesto—.
Busqué las llaves de la puerta entre los libros de mi mochila y una vez que las tenía abrí la puerta, nada más entrar escuché el correteo de un perro, Shiba, nuestro Husky ya se encontraba dando vueltas alrededor de mis pies.
—Ey, hola chico —dejé la mochila a un lado y me puse de rodillas dejando que el perro se subiera encima mío—.
Le estaba acariciando detrás de las orejas cuando mi hermana Leah se asomaba por el recibidor, llevaba su pelo recogido en dos coletas y no podía evitar reírme.
—¿Te estas riendo de mis coletas Jared? —puso sus brazos en jarra y me miro con el ceño fruncido—.
—No sabía que ahora eras adivina Leah ¿Y ese peinado? ¿Mamá te ha obligado a recogerte esa mata de pelo negra? —me senté en el suelo con las piernas cruzadas y Leah hizo lo mismo frente a mi mientras Shiba se acurrucaba encima mío—.
—No, estoy aprendiendo a hacerme diferentes peinados, esto es lo único que se hacer aún, mamá me ha dicho que no me va a peinar más, que tengo que aprender —la pequeña peinó con los dedos una de sus coletas—.
—Bueno, entonces te encantará saber que en España aprendí a ser un gran peluquero —le dediqué una amplia sonrisa y vi como ella me devolvía otra aún más grande, no me puedo creer que me perdiera tres años de la vida de esta enana.
Cuando me fui Leah solo tenía seis años y ahora le veo tan diferente, es cierto que venía a verle cada cierto tiempo o venían ellos a verme, pero no me he dado cuenta de todo su cambio hasta que no he pasado este tiempo con ella.
Pasé algo más de tiempo con Leah antes de subir a mi habitación, estaba tumbado bocarriba en mi cama con mi guitarra encima tocando acordes sin sentido y llevando mis pensamientos a miles de cosas, estaba feliz de volver a Los Ángeles, reunirme con mi familia y mis amigos de toda la vida, pero por otra parte echaba de menos España y la familia que había formado ahí, tenia ganas de que llegarán las Navidades para ir a verlos.
Mis ojos se estaban cerrando poco a poco, aun tenía rastros del jet lag, pero justo antes de caer en un profundo sueño una notificación iluminó mi teléfono, supuse que sería un mensaje, pero al verlo era algo que claramente no me esperaba.
"@Ravscoop ha comenzado a seguirte."
Entré sin pensarlo en la notificación, me encontré su perfil, no había duda, era el de Raven, estaba en privado pero la foto de perfil y su biografía me dejaban claro que era ella, pero eso no fue lo mejor, eso vino después cuando acto seguido vi que había dejado de seguirme.
Oh, esto se acababa de poner muy interesante, demasiado interesante, eso estaba claro.