CAPÍTULO XXXI

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Raven Cooper podría estar igual de colada por mí como yo de ella.

[DAVID]

Juraría que el sonido de mi corazón romperse se escuchó por todo el comedor, Jared estaba frente a mí, me miraba, igual que le miraba yo. Estaba tan atento a mi reacción que no le iba a dar la satisfacción de verme jodido.

Recogí el poco amor propio que me quedaba y cogí la foto que había sobre la mesa, tragué saliva, eran ellos dos besándose, Jared abrazando el cuerpo de Raven contra él, haciendo lo que llevo soñando volver a hacer desde verano.

Por si era poco ahí estaba Raven, con aquel mono blanco que había llevado el ángel de la muerte en aquella carrera de forma excepcional, no me podía creer como no había visto las señales de esto antes.

—Vale, pero no entiendo ¿De dónde sale esta foto y por qué? —hablaba tranquilamente, como si el dolor no me estuviera comiendo por dentro—.

—No lo sabemos, me la han dejado en la taquilla con este post-it —Raven deslizó su mano sobre la mesa dejando un papelito en el que estaba escrito a mano "Te conozco mejor de lo que crees"—.

—Supongo que es como una amenaza, pero ¿Qué busca? —Juls me había quitado la foto que seguía mirando—.

La seguía analizando atentamente, obligándome a mi mismo, de forma bastante masoca, a fijarme en ese beso constantemente. Agradecí en silencio a Juls que me quitara la foto de las manos.

—No tengo ni idea, ni siquiera se quien puede ser —la voz de Raven cada vez se escuchaba más bajito—.

No se me paso el movimiento de Jared rodeando el cuerpo de Raven con su brazo, el fuego por la ira que sentía me quemó por dentro, pero de nuevo, no reflejé un atisbo de cabreo.

El timbre sonó en ese mismo momento, dejándonos con muchas cosas en el aire de esta conversación, pero yo no podía más, así que agradecí el estridente ruido.

Esperé a que todos hubieran recogido y me encaminé junto ellos fuera, seguía queriendo que todo pareciera totalmente normal.

Como siempre, al salir nos despedimos y cada uno se fue por su camino, pero antes de ver desaparecer a Jared se giró.

—Oye tío, después del entrenamiento hablamos —era obvio de lo que quería hablarme ¿lo que más me cabreo? Lo dijo como si nada y con esa puta sonrisa que pone siempre cada vez que se sale con la suya, pero el es así, siempre consigue lo que quiere—.

Concentré todo mi autocontrol y tiré del freno de mano para simplemente asentir e intentar dibujar una sonrisa, lo más normal que pude, en mis labios.

No iba a ir al laboratorio, no podía ir ahora a una clase y prestar atención, necesitaba despejarme y relajar la mente.

El campo de Lacrosse estaba totalmente vacío cuando llegué después de cruzar todo el instituto.

Lancé mi mochila contra la hierba, dejando salir por primera vez toda la frustración que llevaba conteniendo desde que vi por primera vez esa foto.

—¡Joder! —me dejé caer sobre el césped, mientras maldecía a gritos—.

Limpié con la maga de mi sudadera las lágrimas que se deslizaban por mi cara, estaba jodidamente mal, ya no por Raven y porque estuviera putamente enamorado de ella, si no porque el que está ahora con ella es mi jodido mejor amigo, después de que me juró que no le gustaba tantas veces que he perdido hasta la cuenta.

Soy imbécil, sabía perfectamente que a Adams le gustaba Raven, pero no quería creérmelo, prefería vivir en mi mundo en el que creía que me estaba ganando a Raven poco a poco, pero se me tenía que terminar ya el creer en cuentos de hadas.

|No me sueltes nunca| PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora