Tengo la sensación de que a partir de hoy voy a odiar ver tus fotos, que el dolor va a crecer conforme los atardeceres se despidan de mí.
Pero hey, no eres sólo tú, se trata de mí también. Mi rostro se ve tan diferente, mi vida lo es en realidad.
Si hace dos años pensaba que el pasado me traía felicidad, hoy ese sentimiento se entrelaza con personas y situaciones específicas.
Hoy, este momento, todo se siente mal.
Entonces eres tú. Entonces soy yo. Es todo en general. Es este sentimiento de días sin valor que se mantiene.
No miento si digo que todavía puedo sentir cosas buenas. Muchas de ellas vienen pensando en ti.
¡Por Dios! Qué contradicción. Pero así ha sido tenerte en mi vida. Desde el primer día.
Aún me asusta el futuro. Aún le temo a muchas cosas. Pero ahí estás, solo o con alguien más. Pero ahí estás.
¿Voy algún día a dejar de ser tan agradecida por tu existencia?
Llegaste en el momento justo. Como un meteorito. Como una suave canción.
Lamento no ser la misma de antes, para poder darte lo de antes. Ya ni siquiera los colores se acercan a mí.
Y sin embargo, ahí otra vez, el agradecimiento. Que al menos uno de los dos esté mejor.
Ambos sabemos que, es eso lo único que podría desear. Es eso, ese destello de amor.
¿Es esto amor?
Te juro que a estas alturas poco me importa preguntármelo.
Sentir, eso es lo que quiero.
Siento. Lo siento. Duele, sí. Vivo, sí. Amo...
Y entonces eres tú. Soy yo. Somos nosotros, los que necesitan encontrarse pero no pueden. Quizá no deben.