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A veces, a veces no puedo. Mis manos no pueden tomar el lápiz y escribir sobre ti, mis ojos no enfocan y no pueden ver lo que hay alrededor, mi respiración es irregular. No puedo. Es como si la fuerza que junto todos los días para sobrevivir, decidiera escapar (como yo quisiera hacerlo) y entonces caigo. Y mis rodillas duelen, incluso cuando la caída no es tan fuerte. Quizá por el peso que cargo en el pecho. Y continúa, porque me entierro entre las sábanas y miro al techo, pensando qué estás haciendo, qué estás escuchando, qué vas a comer esta noche. Cosas simples como esas, quiero decir, simples como nosotros. Porque ¿a quién le mentimos? Estamos buscando lo mismo, esperando por días brillantes y cielos claros, queremos un amor que dure mil fuegos. No es demasiado, pero es mucho al mismo tiempo. Duele, tengo que confesarte, no poder hacer cosas cuando es relacionado a ti, porque estoy acostumbrada a verte como mi fuente de energía que cuando tu existencia causa lo contrario, duele. Me pierdo un poco a mí misma en eso, pero son sólo días, efímeras horas que al golpear en el reloj, terminan y reinician después. Y entonces siento algo de esperanza, porque los momentos en los que no puedo, no son eternos. Porque sé que mañana podré. 

#ToBYGWhere stories live. Discover now