Mis palabras son cada vez más cortas. Cómo si en mi pecho sólo tuviera una pequeña cantidad de cosas que me gustaría decirte. Pero bueno, no es solamente con vos, me pasa a mí en general. Estuve viviendo con oraciones cortas, diciendo sólo lo que creo importante, quejándome cuando las cosas ya están fuera de control, explotando sólo cuando mi cuerpo duele. Tratando de vivir tan invisible y callada como puedo.
Así como hacía cuando era chica. Así como hice cuando me creía poco merecedora de mi propia vida. Me asusta, en serio, lo mucho que agarro mi teléfono, lo poco que vivo realmente. Lo mucho que te extraño, lo que me extraño a mí también, porque me volví a perder. Sí, otra vez, aunque pensé que todo terminaría antes de los 25.
Y si vine aquí a escribirte es porque pensé que era injusto, para los dos. Porque dentro mío todavía hay un universo de sentimientos peleándose entre ellos, y todavía quiero dar este batalla de todos los días. Pero de todas maneras decidí callarme.
Hablarle a la gente se volvió algo tan extraño, siento que olvidé cómo interactuar con otras personas y solamente me siento yo cuando estoy en mi cama. Incluso me asusté a mí misma cuando escuché mi propia voz después de días de no decir nada. ¿Por qué?
Y aunque me gustaría llamarte para que me salves, no lo hago porque quiero hacerlo por mí misma, porque no quiero sentir la frustración otra vez, porque eso me haría extrañarte más.
Puedo decir ahora que eso no es posible, ya no.
¿Era la vida tan dura o después de los 20 abrís los ojos y te das cuenta de cómo es todo en realidad? ¿Podría haberme quedado en los 19 por un tiempo más entonces? ¿Y qué hay llegando a los 30? ¿Las cosas mejoran? Dejame saber...