Las flores que se caen de los árboles apenas las roza el viento en primavera. ¿Qué se supone que haga con ellas? Porque las veo mientras paso caminando de camino a clases y me lleno de tristeza. Qué pena. Qué desperdicio. Porque las miro y me acuerdo de vos, inmediatamente. Pensé que había superado esa parte de mí que se acostumbró a comparar cualquier cosa con tu existencia. Pero no. El suelo lleno de pétalos me hace pensar en vos. En tu primavera que ya se fue y en la mía que este año me está costando demasiado. Me acuerdo también de las cosas que te escribí. Porque siempre te estoy escribiendo pero los dos sabemos que había algo más antes, antes que ahora me falta. Te quiero ver. Pero eso ya no me alcanza. Cómo no me alcanza saber que las flores van a volver a salir el año que viene y de la misma manera se van a caer. Necesito hacer algo. Sentir que por lo menos puedo darles uso, hacerlas inspiración de algo. Cómo vos. Cómo los sentimientos que me provocas. ¿Por qué esa necesidad de darle un propósito a todo, de hacerles creer en la ilusión de la eternidad? No lo sé. Quizá porque así también quiero vivir. Porque siento que no soy nada si no sirvo, si no voy dejando pequeñas huellas de esta manera. Porque todo el tiempo estoy pensando en la muerte. Todavía no lo supero. Y en serio me gustaría saber cómo hace la gente para no estar pensando en que, en cualquier momento e inesperadamente, van a dejar de existir. Cómo las flores que se caen de los árboles. Y me es muy difícil evitar sentir la presión en el pecho, la ganas de llorar. Ahora y cuando paso al lado de las pequeñas que yacen en el suelo, esperando por alguien con nada que hacer más que pensar en lo triste de verlas ahí, y desear escribirles, y unir su imagen a la de alguien que aman. Y de esa manera, por lo menos, sentirse menos miserables. Cómo yo.