Me sentía inútil porque por más que tuviera tantas cosas encerradas en el pecho, aunque mis piernas temblaban con sólo ver tu rostro, aunque creyera que sólo era un sentimiento, no podía con las palabras, mi única arma, expresar la intensidad que sentía por ti.
Quería hacer más, pero ¿qué? Si era eso, escribir acerca de tu maravillosa existencia, lo que mejor me salía. Y aun así no era suficiente.
Yo quería que la gente te viera con los mismos ojos, que sintieran la misma liviandad que tú me haces sentir. Porque así como te amaba, te amo. Conociendo el mundo de posibilidades que nos separa. Sabiendo que deben pasar muchas cosas para mirarme en tus ojos. Tenía como único deseo que la gente te ame, como yo lo hago. Pero las palabras no eran suficientes.
¿Qué me quedaba? Si mi cuerpo no parece resistir todo lo que me contagias, porque el dolor y la felicidad se entremezclan curiosamente llevándome a encontrarme con la imagen de tu rostro, siempre sonriente. Yo quiero que de esa sonrisa se enamore el mundo, yo...ya no quiero que me pertenezcas. Solamente quiero que seas feliz. Esto es amor. El de hoy y el de todos los días. Paulatino pero nunca igual.