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Nuestro día juntas acabó cuando el sol se ocultó para dar paso a la noche. Esto marcó el final de la cita, la mejor que había tenido hasta ahora en toda mi corta vida, y nos indicó que cada una debía volver a casa. Pero yo simplemente no quería, deseaba quedarme con ella por más tiempo.

Me había acostumbrado a ella muy rápido para mi gusto y temía acabar destruida por mis sentimientos si algo llegaba a resultar mal.

Sacudí mi cabeza, no tenía que estar pensando en eso ahora, no cuando tenía a Lauren a mi lado sujetando mi mano con tanta delicadeza como si tuviera miedo de hacerme daño. Ella no había dejado de hablar todo el camino de regreso, lo hacía de forma rápida y en ocasiones se enredaba con sus propias palabras pero sabía que solo estaba nerviosa. Yo la ponía de esa manera después de todo, o al menos eso fue lo que confesó en el café.

Reí cuando mencionó en la historia que me estaba contando acerca de sus hermanos que el día en el que Taylor comenzó a usar sostén como toda una señorita ella y Chris habían iniciado con las bromas, todo para fastidiar a la chica. Entonces su hermano colocó unos de sus sostenes en su cabeza gritando algo sobre tangas avergonzando aún más a su hermana. Reí más fuerte.

–¿Cómo puedes hacerle eso a tu hermana?–pregunté entre risas–Además, también eres una chica. Deberías estar de su lado.

La vi encogerse de hombros.

–Soy la mayor, sabes. Es mi trabajo molestar, avergonzar y esclavizar a mis hermanos.

–Eso suena horrible–contesté dando un pequeño empujón en su brazo.

–Lo siento, olvidé que hablaba con la hermana perfecta–se burló.

–¡Oye, lo soy!. Puedes preguntárselo a Sofía–dije muy segura

–Bien. Tendré que hacerlo entonces–comentó mirándome de reojo con una pequeña sonrisa formada en sus labios.

Nos quedamos en silencio por un tiempo mientras continuábamos caminando, encontrándonos ya cerca de mi casa. Le había dicho que no era necesario que me acompañara hasta mi puerta pero ella insistió en que quería hacerlo y luego de decir que no quería que me pasara nada terminé por aceptar, aunque el sentimiento de preocupación era mutuo. Y a pesar de que dijo que no tenía por qué preocuparme cuando ella se regresara sola a su casa no podía evitar hacerlo. En estos días ya no era tan seguro andar sin compañía durante la noche.

–Sana y salva señorita Cabello–habló con media sonrisa cuando paramos frente a mi casa.

Solté una risita a la vez que negaba con mi cabeza. Entonces delante de la puerta nos miramos varios minutos sin decir nada, solo eran nuestros ojos conectados. En ese momento comprendí que ella tampoco quería que todo esto terminara. Mordí mi labio inferior tratando de darle alguna solución a lo que estaba sintiendo.

–Bueno creo que será mejor que me vaya antes de que se haga más tarde–volvió a hablar, rompiendo el silencio. 

Se acercó a mí lentamente, inclinándose para despedirse. Sentí mis labios cosquillear con    anticipación y justo en el momento en el que pensé que me besaría cambió la dirección de sus movimientos haciendo que su boca terminara contra mi mejilla. Dejó sus labios allí por unos segundos antes de apartarse con esa maldita sonrisa suya.

Dios ella era perfecta.

–Buenas noches Camila.

Dió media vuelta dispuesta a alejarse. En mi cabeza una voz gritaba que tenía que hacer algo rápido que se repetía una y otra vez mientras miraba a la ojiverde alejándose lentamente. Apreté mis labios, sabía lo que tenía que hacer pero... ¿era correcto?.

Nervous (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora