Nervous (Camren)

31

Desperté tarde ese día, sorprendentemente el té que me había preparado mi madre consiguió relajarme. Aunque no consiguió hacerme olvidar todo lo sucedido. Después de salir de la cama avisé a Normani que no iría a trabajar, al menos por hoy. Ella no preguntó la razón, quizás había escuchado algo en mi voz que le hizo saber que no estaba del todo bien. Mierda no lo estaba. Amaba a Camila y esto que pasó me dolía. Por un momento me pregunté si tendría que acostumbrarme a este sentimiento, no era muy agradable estar así y apenas había pasado un día.

Soltando un suspiro pesado me dirigí hacia el baño, tomé una ducha rápida y salí de allí envuelta en una toalla. Mientras caminaba hacia mi armario noté que Alf jugaba con algo en el suelo. Me acerque lentamente para ver de qué se trataba y decubrí que él estaba jugando con un pequeño llavero. Ally debió perderlo cuando estuvo ayer por aquí. Su visita me hizo sentir un poco mejor y aunque sabía que había estado con Camila primero ella no dijo nada, ni siquiera la mencionó cosa que agradecí. No quería hablar de eso otra vez, sin embargo estaba más que segura que la castaña ya le había dicho todo. Mi amiga debía de estar enterada de toda la situación. Como sea, tomé entre mis brazos a la pequeña bola de pelos y luego levanté el llavero. Lo guardaría y más tarde se lo entregaría a Ally.

–Bueno, creo que es hora de alimentarte amigo–hablé con el gato.

Lo dejé sobre la cama para poder ponerme algo de ropa, guardando el pequeño llavero después. Cuando al fin creí estar lista tomé de nuevo a Alf entre mis brazos y me dirigí hacia la cocina donde le tenía su plato de alimento. Al llegar lo dejé en el suelo para que pudiera comer algo.

–Hola Lauren–saludó mi mamá a mi espalda, ella acababa de entrar a la cocina.

Giré y sonreí para ella. Aunque no es como si mi estado de ánimo fuera el mejor.

–Hola mamá–me acerqué para darle un beso en la mejilla.

–¿Cómo estás?·preguntó con preocupación en su voz.

–Voy a estar bien mamá, no es el fin del mundo–traté de restarle importancia al asunto.

Ella negó con un ligero movimiento de cabeza.

–Estas cosas siempre duelen de alguna manera. El amor es así.

–Le he dicho a Normani que no iría a trabajar el día de hoy–traté de cambiar de tema mientras me dirigía hacia el refrigerador para sacar un poco de jugo.

–¿Y que dijo ella?.

–Al principio se sorprendió pero al final estuvo de acuerdo–respondí sirviendo en un vaso el jugo que había sacado.

–Bueno es normal que se sorprenda, es raro que tú faltes al trabajo–dijo moviéndose por la cocina para empezar a hacer el desayuno–Debido a las circunstancias es entendible pero, ¿le has dicho algo de eso?–se detuvo un momento para mirarme.

Solté un suspiro y negué varias veces.

–Aún no. Quizás cuando hablé con ella notó que no me encontraba bien pero no sabe la verdad.

Tomando un sorbo de mi bebida fui a sentarme frente al desayunador, dándole la espalda a mi madre. De un plato tomé una de las tostadas que ella había colocado para mí y le di un pequeño mordisco.

–De todos modos, hablando de esto no conseguiré olvidarlo pronto.

–Cielo...

Ella se acercó a mí tomando mi rostro en sus manos para hacer que la mirara. Sus ojos sobre mí brillaban con destellos de dulzura. Era reconfortante de cierta forma.