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Lentamente giré para poder ver a Camila, ella seguía con su mirada fija en la dirección donde se había ido su hermana hace tan solo unos minutos. La habitación seguía en silencio aunque a veces podía escuchar los suaves murmullos de las niñas. Recordé entonces que probablemente debían tener miedo a ser regañadas o al menos miedo a la reacción de la castaña que ahora se encontraba extrañamente calmada. Supuse que se debía al hecho de estar enferma. Decidí que sería mejor intervenir ahora antes de que esto se volviera más incómodo para todas.

–¿Camz?–la llamé con algo de duda.

–Juro que voy a matarla–a penas escuché lo que dijo.

Alarmada por eso la tomé rápidamente entre mis brazos haciendo que volteara a verme. Por un segundo me distraje con su linda nariz ahora roja, no mentía cuando decía que hasta enferma ella era linda.

–Tienes que tranquilizarte–comencé sin apartar mis ojos de los suyos–Y no vas a matar a nadie, ¿bien?.

–Pero...

–Sé que estás molesta por todo esto–señalé el desorden de todo el lugar–Y que te sientes mal ahora mismo pero me tienes a mí, yo te voy a ayudar. Así que por favor mantén la calma, solo son niñas jugando y haciendo travesuras.

–Bien–terminó por asentir muy despacio, luciendo tranquila–Pero hay algo más que me molesta–agregó después.

–¿Qué es?.

Con una sonrisa en sus labios se colocó muy cerca de mi oído y sentí los vellos de mi nuca erizarse cuando comenzó a hablar de forma suave y baja.

–También quiero hacer travesuras contigo–al terminar de decirlo se separó, mordiéndose el labio.

Mis ojos se abrieron enormemente y con pasos torpes retrocedí hasta chocar contra una mesa pequeña, por poco tiro una lámpara que había encima. No quería dos artículos rotos ese día. Sin embargo sus palabras me dieron a entender dos cosas; la primera, ella no estaba tan enojada como pensaba, y la segunda, existía la posibilidad de que Camila quisiera repetir y terminar las cosas que habíamos iniciado en su apartamento aquella vez. Tragué grueso. Esto era realmente tentador pero debía recordar que estábamos rodeadas por un grupo de niñas.

Ella soltó una risita. Mierda.

–Tal vez... bueno tu... yo iba a... –intenté concentrarme en decir algo concreto pero al parecer no podía así que tomé una respiración profunda y me aclaré la garganta–Creo que lo mejor será arreglar todo aquí. Si quieres quédate con ellas y yo iré a hablar con tu hermana.

–Si será lo mejor, probablemente Sofi se esconda al verme–dijo después de toser un poco.

Asentí aún de forma torpe intentando entender el cambio de la situación, pero a veces las cosas eran así con Camila. Ella era como una montaña rusa para mis emociones. Un poco más tranquila salí de aquella habitación para ir en busca de la pequeña castaña, confiaba en que la mayor de las Cabello se comportara con las amigas de su hermana. Aunque ya las había estado cuidando desde hacia un buen rato así que no tenía nada de que preocuparme, o eso esperaba. Me adentré en el comedor mirando muy bien a mi alrededor, este era un lugar amplio muy bonito y bien decorado. Con una mesa grande con espacio para posibles invitados, unos muebles que contrastaban muy bien entre si y ventanas que daban una perfecta iluminación natural, al menos suponía que debía ser así durante el día. Pero sin embargo la persona que yo buscaba no se encontraba allí.

Algo decepcionada por no encontrar a Sofi decidí continuar con mi búsqueda en otra habitación de la casa, comencé a caminar para salir de ahí cuando de pronto escuché cómo alguien sorbía con la nariz. Me detuve pensando en si había escuchado bien o en si aquello solo había sido mi imaginación pero volví a escucharlo una vez más minutos después. 

Nervous (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora