Capítulo 16.

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Todos bajaron del auto con Diego cargando en brazos al joven cuerpo de cinco

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Todos bajaron del auto con Diego cargando en brazos al joven cuerpo de cinco.

Ocho lo siguió en todo momento mientras Jessie abría la puerta y Allison caminaba tras ellos igual de preocupada.

De inmediato fue llevado con Grace.

La mujer preparó todo. Diego hizo que ocho saliera de allí para que no viera aquella escena.

-No la dejes entrar- Pidió Diego a Jessie y ésta asintió sin rechistar.

La llevó hasta un sofá mientras ocho simplemente se dejaba ser. La sentó, la chica aún mantenía una mirada perdida, como si su alma hubiese abandonado su cuerpo y sólo quedara un recipiente vacío... sin emociones.

Jessie la tomó por los hombros y los frotó dándole palabras tranquilizadoras las cuales no llegaron a oídos de la menor.

Al otro lado de la casa alguien estaba al borde de la vida y la muerte.

-¡Su corazón se detuvo!- Exclamó la morena.

Grace frotó los desfriviladores y los acercó al pecho del niño pidiendo a los demás que se alejaran. Las máquinas tocaron la piel del chico haciendo saltar su cuerpo mientras las corrientes trataban de dar vida a su corazón.

Nada.

La máquina marcaba una fina línea y un pitido molesto se formó haciendo eco en toda la habitación.

-¡Una vez más!- Exigió Diego sabiendo que aquella pérdida acabaría de destruir a la familia y no sólo a ella, sino también a la pequeña que esperaba que saliera todo bien allí afuera.

No dejaría que la chica atravesara lo mismo que él había pasado con Patch semanas atrás.

La mujer pidió una carga más potente.

La energía volvió a recorrer el cuerpo del niño haciéndolo saltar.

Otra vez nada.

-¡Tengo una idea!- Exclamó Pogo saliendo de allí.

Minutos después entró ocho deprisa con semblante angustiado.

Al ver a cinco allí, con su vida colgando de un hilo, un gemido lastimero la abandonó.

Las lágrimas surgieron de repente y corrió hasta él.

-No es momento para eso, pequeña ocho- Comentó el simio- Necesitamos de sus habilidades para salvar al joven cinco.

Ocho se giró para verlo con asombro. Diego ignoró la mueca y se fijó en el rostro rojo y lleno de lágrimas de la joven. Se veía lastimada, tan destruida como lo había estado él.

-¿C-cómo lo sabe?- Inquirió con asombro.

El simio negó.

-Sé muchas cosas- Comentó frunciendo el ceño- Pero no es momento para eso...

A p o c a l y p s e   《Número Cinco》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora