Capítulo 14.

12.6K 1K 650
                                    

Tres días antes de la apocalipsis:8:30 pm

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres días antes de la apocalipsis:
8:30 pm.

Luther y Allison caminaban directo al aeropuerto con aires enamorados.

Diego y la ahora no muerta Grace daban un paseo por el parque, mientras la rubia mujer estaba dispuesta a contarle toda la verdad que Reginald y Pogo escondían.

Klaus se rencontraba con la aparición fantasmal de su amado el cual había muerto en combate.

Vanya ojeaba con mirada de asombrada aquellas páginas llena de la pulcra caligrafía de su padre, donde hablaban de ella y lo peligrosa que podía llegar a ser sino consumía aquellos medicamentos que la mantenían sedada.

Buenos, malos, agridulces... así eran los momentos vividos aquel miércoles de marzo, a sólo tres días del final de los tiempos.

Luther y Allison se habían preguntado anteriormente ¿Y qué si...?

¿Y qué si Cinco y Ocho no hubieran vuelto?

Verdades se hubiesen sabido, amores hubieran renacido, ¿El fin del mundo hubiese seguido?

Preguntarse "¿Y qué?" Ya no era importante, las cosas pasaban por una razón y simplemnte no se podían cambiar. Bueno, teóricamente no. Ocho había descubierto ese mismo día que ella si que podía hacerlo.

El reloj retrocedió, el sol volvió a iluminar la ciudad, las personas siguieron con sus días monótonos en la ciudad de New York.

Tres días antes de la apocalipsis:
8:15 am.

La copia observaba fijamente a Diego, quien le miraba fulminante.

—Sueltame de una estúpida vez— Ordenó el moreno, la copia negó— Y vuelve a tu maldita forma, enserio es extraño ver un yo frente a mi.

La chica bufó y volvió a negar.

—Deberías soltarlo— Sugirió una tercera voz. Ambos se giraron a ver de quien se trataba.

Un muy pálido Klaus les observaba desde el marco de la puerta con los brazos cruzados.

—Luther nos quiere a todos abajo— Informó— Reunión familiar.

Ambos asintieron y el chico simplemente partió.

Se miraron entre sí giraron un tanto confundidos por Klaus... alguien normal no hubiese reaccionado así si se encontraran a su hermano atado a una silla con alguien idéntico a él a su lado.

La chica volvió a su forma, que era más bien la forma de ocho pero con anteojos.

—Sueltame— Volvió a ordenar.

La copia viró los ojos con fastidio.

—Está bien, pero quiero que me invites una donut luego... haber sufrido un accidente automovilístico deja con hambre a cualquiera— Dijo la chica para luego acercarse hasta el moreno y con una de las dagas del susodicho, cortar las sogas que lo rodeaban.

A p o c a l y p s e   《Número Cinco》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora