Capítulo 19.

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—¿Dónde estabas?— Inquirió una preocupada ocho, llegando a un lado del moreno

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—¿Dónde estabas?— Inquirió una preocupada ocho, llegando a un lado del moreno.

No tardó en aparecer el dúo dinámico de Cinco y Klaus.

Diego tomó sus cuchillos moviéndose de un lado a otro de la habitación.

—Larga historia— Se limitó a decir cortante— Lo único que te puedo decir es que Allison y Vanya están en peligro.

Cinco dio un paso al frente, con un semblante serio.

—¿Dónde está Allison?— Interrogó el menor.

—Se fue en busca de Vanya— Informó dirigiéndose al pasillo ya listo— ¿Y Luther?

Cinco se encogió de hombros sin saber del paradero del rubio.

—No lo vemos desde el desayuno— Contestó ocho siguiendo los pasos del moreno.

...

Los cuatro hermanos se encontraban en frente de un bar de mala muerte. Al entrar, lo primero que los recibió fue el fuerte olor a alcohol.

Luther se encontraba sentado en medio del establecimiento, bebiendo cuanto trago apareciese frente a él, tratando de apaciguar el dolor que producía el enterarse que toda su vida se había tratado de mentira tras mentira, alabando a un ser tan despreciable como lo era su padre... teniéndolo en un pedestal el cual no merecía.

—Te vez como la mierda, hermanito— Criticó Klaus al llegar frente a él.

Luther le dirige una mirada cargada de desprecio, y nadie lo culpaba, lo último que quería escuchar era los tontos comentarios de uno de sus hermanos.

—Por favor, denos unos minutos— Pidió Diego, observando específicamente a ocho... le era inevitable no poner la mirada sobre ella.

Todos accedieron, aunque Cinco parecía dispuesto a protestar, pero bastó con una mirada severa por parte de ocho para que bufara resignado y simplemente se fuera junto a Klaus y Ocho, mientras refunfuñaba entre dientes.

—Larguense... no tengo nada que hablar con ustedes— Demanda en un tono que a Diego se le hizo molesto.

—Papá hizo mal en mentirte... en mentirnos a todos.

Luther alza la vista con la furia impregnada en su verde mirada.

—¡Estoy harto!— Vocifera con el veneno recorriendo su tono de voz— De todo. De él. De ti... De esta maldita familia.

Diego agacha la mirada, teniendo plena conciencia de que dicha familia era de todo menos eso. Su padre se había encargado de que jamás lo fueran.

Los había estropeado a todos.

—Si han de salvar al mundo, no será con mi ayuda— Finaliza bebiendo lo restante del trago— Así que larguensen.

Diego suspira cansado. Observa a Luther con una mirada comprensiva, entendía por lo que pasaba. Cada uno de ellos habían vivido la decepción de conocer al verdadero Reginal: Un ser desalmado y narcisista. Sólo que Luther se había dado cuenta de ello muy tarde.

—Quieres darme la espalda a mi, a los chicos... está bien—Indica con una compostura cincunspecta, tratando de trasmitir toda la seriedad del asunto— Pero Allison merece tu ayuda.

La mirada preocupada de Luther se alza, el recelo invade su semblante.

—¿Allison?—Cuestiona alarmado— ¿Qué ocurre con ella?

Diego lo observa con fijeza.

—Está en peligro...

...

En el transcurso del viaje en dirección a la segunda residencia del causante del fin del mundo, Diego le explicó a Luther sobre toda la situación.

La inquietud poseyó el cuerpo del líder del grupo.

Ocho observó a Cinco, éste mantenía un semblante adusto mientras tenía la mirada fija en el camino. La chica llevó su mano hasta su pierna donde dio un ligero apretón captando la atención del joven. Se giró un instante a verla.

—¿Te ocurre algo?— Quiso indagar la femenina.

Cinco apartó la mirada volviendo a la carretera. Negó como única respuesta.

—Te conozco y sé que algo pasa, Cinco— Comentó con el recelo en su voz.

El azabache volvió a dirigirle una mirada. Suspiró para proseguir a brindarle una ligera sonrisa sin despegar los labios.

—Estoy bien, querida— Apartó una mano del volante y tomó la que ella mantenía en su muslo para plantar un beso en dicha mano.

Ocho sonrió aún no muy convencida. Cinco no quiso hablar más al respecto y siguió conduciendo con el auto sumido en un profundo silencio.

Luther pensaba en el bienestar de Allison. Klaus en las palabras confusas que le había dado su padre. Diego en la anterior escena y como la resignación sería lo único que le quedaba.

Cinco por otra parte, estaba completamente sumido en el pavor que había estaba invadiendo su cuerpo esos últimos días. El fin del mundo se acercaba y la imagen del cuerpo inerte de ocho tirado bajo los escombros aparecía constantemente en sus recuerdos, atormentadolo cual fantasma.

Debía salvarla.

El auto se estacionó frente a una casa en medio de un mar interminable de árboles. El lugar parecía totalmente desolado, sin el más mínimo ruido que perturbara el ambiente.

Todos bajaron del auto dispuesto a buscar al maldito de Harold y degollarlo si así era necesario. Cinco estaba dispuesto a todo en aquel momento, asesinar ya era una costumbre y ahora, había una verdadera razón de por medio.

Entraron a la casa y la trágica escena que se encontraron fue como una patada de ironía para cinco.

Si que alguien había terminado degollado, pero lamentablemente no era el hombre que causaría el fin del mundo en 24 horas, Sino su hermana.

Luther corrió hasta ella, la vida, para suerter de todos, aún no la abandonaba. Pero si no se apuraban aquello cambiaría.

Luther presionó sobre la larga abertura en el cuello de la moreno para detener el excesivo sangrado, que por cada vez que respiraba, más de dicha sangre brotaba.

Luther la tomó en brazos corriendo en dirección al coche. Todos se subieron quedando bastante apretujados. 

Cinco pisó el acelerador poniendo en marcha el vehículo a toda velocidad.

Cinco pisó el acelerador poniendo en marcha el vehículo a toda velocidad

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A p o c a l y p s e   《Número Cinco》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora