☔007☔

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Omnisciente

Ambos se encontraban en silencio. Cinco estaba manejando con Número Ocho a su lado de copiloto. Para ________, no era un silencio incómodo, pero para Cinco sí, ya que decidió hablar primero.

Número Ocho

— ¿Trabajo?

— ¿Qué? —Pregunté al no entender.—

-— De que te quedarás así. Mencionaste que fue por trabajo.

— Ah, sí.

— Así que, todos lograron seguir adelante. —Murmuró, pero no logré entenderlo del todo.—

[●●●]

Al llegar a Grindy's Donut's nos sentamos en la barra; al poco rato, llegó un señor.

— No recordaba que este lugar fuera tan horrible. —Comenté.—

— Ni lo digas. Recuerdo cuando éramos niños, veníamos aquí y comíamos donas hasta vomitar. —Dijo serio.—

El hombre nos miró raro.

La mesera le tomó la orden al hombre.

— ¿Y a los niños? —Preguntó con una sonrisa.— ¿Un vaso de leche estará bien?

— El niño quiere café. Negro. —Dijo con una sonrisa algo... peculiar.—

— Yo no quiero nada, gracias.

Cinco me miró curioso. La mesara se fue algo perturbada.

— ¿Qué?  —Le pregunté.— Ya sé que soy hermosa, pero pareces acosador.

— ¿Hermosa? —Cinco rió.—Ni en tu sueños.

— Al menos soy más bonita que tú.

— Síguelo diciendo hasta que te lo creas.

Antes de que respondiera, la mesera llegó los pedidos.

—Yo pago. —Dijo el hombre refiriendosé al café de Cinco.—

— Gracias. —Agradeció, para después tomar un sorbo de café.—

Número Cinco

— No es nada.  —Me respondió.—

Miré su chaqueta, tenía un logo de una agencía, al parecer de automóviles.

— Debes de conocer bien la ciudad. —Le dije.—

— Supongo, he pasado casi toda mi vida en esto.

— Necesito una dirección.

Después de que me dio lo que le pedí, el hombre se marchó; ________ estaba casi dormida. Le iba a hablar hasta que sonó la campanilla de que alguien había entrado.

Número Ocho

Me de levanté por el sonido de la campanilla. Supuse que eran clientes normales hasta que se reflejaron varios hombres de negro con armas en la campanilla de la mesa, Cinco también lo notó.

— Pensé que tardarían más tiempo en encontrarme.

— Seamos profesionales, ¿Si? —Dijo un hombre apuntando a la cabeza de Cinco.— No me quiero ir a casa con mi conciencia sucia por haber matado a dos niños.

— Créo que eso no pasará. —Dijo en respuesta, vi que su mano se empezó a acercar a un cuchillo que estaba allí.— Porque no irás a casa.

Tomó por completo el cubierto, para luego desaparecer con su poder, y se lo clavó en la nuca al hombre.

Los disparos se hicieron presentes en menos de unos segundos. Me sentía cansada para pelear con personas, además de que, hace años que no lo hacía.

Con mi poder hice un campo de energía que me rodeaba y me protegía de las balas.

— ¿No piensas ayudar? —Pregúnto Cinco.—

— Sé que puedes solo. —Lo animé seria.—

— En eso tienes razón. —Apoyó mientras apuñalaba a un hombre.— No necesito ayuda, y menos la tuya.

Eso hizo que me molestara de una u otra forma. Desaparecí el campo de energía, me levanté de mi silla, y de un momento a otro, todos estaban muertos en el suelo, a excepción de Cinco, tristemente.

Cinco se acercó a la mesa, se sentó, y prosiguió a cortarse el brazo con un cuchillo.

— ¿Por qué haces eso? —Pregúnte algo disgustada.—

— Tengo un maldito rastreador en el brazo. —Dijo mientras introducía sus dos dedos en la cortada, logrando sacar el rastreador.—

Lo tiró al suelo y lo destruyó con su zapato.

— Conclusión: el café de aquí sigue siendo una mierda.

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Primero el café, luego tú. | Number Five.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora