El corazón que fue dividido en dos

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Loki supo que ya no estaba en Asgard en el instante en que aquella estela de luz surgió para transportarlo lejos de aquella habitación donde permanecía en absoluta soledad, agradeció internamente a Heimdall por su infinita misericordia.

No estaba seguro de si lo trasladó ante aquel hombre, Loki conocía pocas personas en Midgar, la mayoría lo querían encerrado o lejos de su planeta por no decir muerto, no los juzgaba ni los odiaba por ello pues él les dio motivos suficientes para que las cosas fueran de esa manera. Confiaba que al verle en ese estado tan vulnerable aquellos que lo odiaban si bien no olvidarán sus motivos, por lo menos le prestaran auxilio, después de todo ellos eran héroes, y los héroes protegen a los indefensos ¿o no?.

Una nueva contracción arremetió contra el Dios de las mentiras arrancándole un alarido de dolor, era como si lo estuvieran desgarrando por dentro, cercenando su carne, se llevó ambas manos al vientre como si con esa acción se pudiera mitigar un poco su sufrimiento, se retorció en el frío suelo de aquel lugar y sin saber como, hizo acopio de todas sus fuerzas para gritar pidiendo ayuda.

—¡Auxilio!... ¡Nece...necesito ayuda!— gritó arrastrándose por el suelo, dejando a su paso un líquido mezclado con sangre, podía sentir como su hijo luchaba por salir de su cuerpo y él solo quería tenerle en brazos, a salvo.

Una luz se encendió bañando la habitación en una blanca iluminación, entrecerró un poco los ojos encandilado por pasar de la oscuridad a la luz. El hombre ante él lo observó sin comprender la situación, parecía que aquel trataba de comprender lo que estaba sucediendo.

Pasados unos segundos el recién llegado reconoció a aquel que se retorcía en el suelo de la habitación.

—¿Loki? ¿Que diablos haces en este lugar?— cuestiono el de cabellos castaños manteniendo una posición de combate, no estaba seguro si aquel hombre estaba tramando algo pero no pensaba caer en su trampa.

— Tengo tantas cosas que decir...—murmuró Loki conteniendo el dolor— quizá en otro momento... necesito ayud...¡¡¡Aaaaagrh!!! ¡Ya viene!

Grito en medio de una nueva contracción que se volvía más fuerte que la anterior, se hizo ovillo mientras jadeaba intentando recuperar el habla.

Bucky se alarmó al notar el abultado vientre del pelinegro, la mueca de dolor en su rostro que se perlaba de sudor, tardó unos segundos en reaccionar, aquel Dios no estaba mintiendo, de eso estaba seguro ya que una persona no gritaba desgarradoramente solo por que si, al menos eso se dijo.

—Aguarda, ¿quien viene? — exclamó corriendo hasta él para tomarle en brazos al estilo princesa.— ¿Estás pariendo? ¿Tu eres hombre o no?— dijo mostrando un poema de expresión a la confusión misma.

Si Loki no estuviera tan adolorido seguro haría tantos buenos chistes pero en esos momentos, por suerte para su anfitrión solo deseaba que su hijo naciera saludable, le aterraba que falleciera en su vientre como dijo aquel médico.

—¡Mi hijo, ya viene!— elevo la voz abrazándose a Bucky motivado por el dolor, se juró mentalmente que nunca más volvería a salir embarazado. «El imbecil que dijo que la maternidad es la cosa más maravillosa seguro es hombre o no ha parido... ¡Esta mierda duele como el infierno! ¡Te mataría si te tuviera enfrente estúpido Thor!» pensaba Loki con cada contracción—¿Bucky, eres ciego? Crei que solo estupido pero no ciego... ¡Es obvio que estoy trayendo a un bebé a este mundo!

— ¡Pero eres un hombre! ¿lo eres, no?— refuta con aquel en brazos, sus pies se movieron tan aprisa como le era posible cargando al Dios y llevándolo hasta la habitación que compartía su mejor amigo y  la pareja de este.

—¡Soy un hombre! ¡Entre mis piernas hay un pene como entre las tuyas!—hizo una pausa recordando que en ese momento más bien había una vagina que creó para dar a luz— ¡Soy un Jotun, soy Loki, soy un puto Dios! ¡Si quiero puedo parir!... ¡Solo haz algo para que mi hijo no muera!

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