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Luhan se despertó al escuchar un grito desgarrador. Lanzando sus sábanas a un lado, corrió por el corredor y abrió la puerta de la habitación de huéspedes. Luhan pudo divisar, por la escaza luz de la calle que atravesaba las cortinas, a Ren sentando en la cama, temblando como una hoja. Sin pensarlo, se acercó rápidamente y envolvió al adolescente entre sus brazos.

—¿Estás bien? —Comenzó a arrullarlo gentilmente, tratando de calmar a su agitado huésped—. Nadie va a lastimarte. —Podía sentir el delgado cuerpo temblando mientras continuaba abrazándolo. Continuó susurrando—. Estás a salvo. —Una y otra vez hasta que sintió que Ren dejó de temblar y comenzó a relajarse. Luego se alejó lentamente, no queriendo que mal pensara la situación—. ¿Qué ocurrió?

—Yong el Dragón trataba de violarme. —No podía verlo, pero imaginó que los labios de Ren temblaban mientras hablaba, su voz estaba llena de temor.

—¿Es ese hombre del callejón? —Ren no respondió, solamente asintió lentamente—. Recuéstate, no puede alcanzarte aquí. Estás a salvo.

—¿Por cuánto tiempo?

—Vuelve a dormir. —Luhan lo recostó sobre las sábanas y cuando parecía haberse calmado, abandonó la habitación y se dirigió a la suya, dejando su puerta entre abierta en caso que Ren necesitara algo. Luhan fue por una bebida antes de regresar a su cama.

Recostado bajo sus sábanas, pensó en Ren y se sorprendió de los sentimientos que estaba experimentando por él. Era como si algún tipo de instinto paterno hubiera despertado en él y estaba determinado a mantener a Ren a salvo. El pensar dejarlo ir para que regresara a las calles nuevamente donde este Yong el Dragón podía ponerle las manos encima, hizo que su estómago se hiciera un nudo de terror. No sabía que podía hacer, o que le permitiría hacer Ren, pero decidió que hablaría del tema a la mañana siguiente. Recostándose sobre un lado de su cuerpo, se acomodó debajo de las cálidas sábanas y finalmente se relajó lo suficiente para dormir.

A la mañana siguiente, Luhan se despertó al escuchar que alguien estaba en su casa. Le tomó un minuto percatarse que era Ren. Se vistió rápidamente y se dirigió a la cocina, sólo para encontrar a Ren sentado en la mesa, esperándolo.

—Iba a intentar cocinar algo para ti, pero no quería hacer un desorden.

—Está bien. —Luhan comenzó a preparar un desayuno sencillo. Cuando estuvo listo, lo sirvió en dos platos y los puso sobre la mesa—. Creo que necesitamos hablar. —Ren asintió mientras comía con gusto—. ¿Qué pasó después de que tu madre se fue?

—El Estado me puso en hogares de acogida. Eran horrendos. Huí del último hace seis meses. —Ren dejó su tenedor y miró con enfado a Luhan—. No volveré ahí.

—¿Así que has estado viviendo en las calles los últimos seis meses? —Ren asintió—. ¿De dónde sacabas la comida?

—Algunas veces rogaba por ella. —Mantuvo su mirada hacia abajo, mirando a sus muslos—. Otras veces la robaba. Haces lo que tienes que hacer.

—¿Alguna vez tú...? —Luhan no sabía si podría terminar la pregunta.

—¡No! Nunca me vendí si eso es lo que preguntas.

Luhan se relajó, eso era un alivio.

—¿Qué hay contigo y este Yong el Dragón? —Continuó comiendo su desayuno. Al menos el peor de sus temores no había ocurrido... aún.

Ren continuó comiendo.

—Lo conocí hace unos dos meses. Al principio me ayudaba, compartía su comida, su lugar de dormir. Poco a poco se volvió obvio que su ayuda venía a cambio de un precio... algo que no estaba dispuesto a pagar. Así que me fui. —Ren dejó de comer—. Escuché en la calle que me estaba buscando, diciendo que era suyo... me encontró anoche detrás de tu tienda.

𝗕𝗼𝘁𝘁𝗹𝗲𝗱 𝗨𝗽 - 𝗛𝘂𝗻𝗛𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora