CAP 21. EN LOS CONFINES DEL ARCHIPIÉLAGO

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POV NARRADOR

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POV NARRADOR

-Por última vez... Brutala no nos puede acompañar- les reiteraba el castaño convenciendo a los gemelos quienes lo miraban en forma de puchero suplicando poder llevarse con ellos a la cría de látigo afilado que encontraron

-Pero Hipoo- continuaban con la suplica

-Dije que no... chicos estos dragones tienen que crecer aquí, formar lazos y tienen más cuidados de los que piensan, las doncellas aladas son las encargadas de eso, ustedes con trabajos se mantienen con vida a ustedes mismos... así que ahora háganme caso y entreguen la dragona a Atali- les ordenó

-Si Hipo- dijeron resignados con la cabeza gacha y entregando a la cría

-Cuidare a Brutala por ustedes- le dijo tranquila la líder de las doncellas

-Ahora vayan a buscar al resto y díganle que es hora de salir- de mala gana los gemelos lo obedecieron, Hipo negó con la cabeza divertido gesto emulado por Atali –son buenos, solo son extraños-

-Lo veo...- le dijo riendo –Ellas estarán seguras aquí, ustedes cuídense también-

-Por supuesto... acabaré esta guerra Atali-

-Sé que lo harás, solo deja que la prudencia y la inteligencia rijan tus decisiones... ahora si me permites, iré a entregar a Brutala a su Doncella designada- Hipo asintió en modo aprobatorio, respiró profundo y se adentró a la habitación que le habían asignado a Astrid.

En un ambiente tan orgánico como la isla en general, grandes ventanas permitían asomarse al sol y alumbrar la blanca habitación, llena de plantas y flores, era un refugio en mitad del bosque, estaba libre de armas o cualquier cosa relacionada a la guerra, en cambio había libros y cuadernos de dibujo y cientos de tinteros de diferentes colores que incitaban a la chica a pasar los días de su obligado retiro en la calma y tranquilidad que dibujar podría darle.

Astrid no se sentía en su ambiente, aunque era hermoso, aunque era tranquilo y aunque apreciaba la buena voluntad de esas mujeres, aquello, simplemente no era su hogar, pero dotada con un alto grado de voluntad y responsabilidad y acostumbrada a hacer lo que es mejor para los demás, aceptó aquello por el bien de la bebé a la que ya había arriesgado demasiado.

Cuando Hipo entró Astrid ya reposaba sentada en la cama hablando con su fiel confidente, cuando Heather lo vio entrar abrazó fuertemente a Astrid, abrazo recibido sin problemas por la ojiazul.

-Cuídate- le murmuró la pelinegra mientras ambas mantenían aquel abrazo

-Yo estaré bien... cuídense ustedes por Thor-

-¿Estas muy segura que no prefieres que me quede contigo?- le preguntó Heather mientras Hipo permanecía en silencio y paciente dejando a las amigas despedirse, él sabía que no se verían hasta que la guerra finalizara, y aunque  por principio de cuentas el castaño le había pedido a Heather quedarse a cuidar de ella,  la ojiazul  por supuesto se negó

ASUNTOS DE PAZ (HICCSTRID)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora