CAP 25. MÁSCARAS CAÍDAS

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POV NARRADOR

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POV NARRADOR

Los correos del terror volaban, los mensajeros de mar dejaban en los lugares secretos el mensaje, entre las voces de los pueblos se daba la orden, era hora de la insurgencia.

Tras una semana de regreso, Hipo se reunió en varias ocasiones con cada uno de los jefes, soldados preparados y nerviosos esperaban el grito de guerra, jinetes emocionados se adaptaban a sus nuevos dragones y ansiaban el momento de luchar.

Naddod parecía bendecido por los dioses, soplando a su favor, el viento se aseguraba de que llegaran a tiempo.

El archipiélago aguardaba paciente al duelo.

-Otra vez- ordenó Atali mientras concentrada Astrid la veía revolver las vasijas entre ellas, cuando terminó señaló una, Atali la levantó y estaba vacía, le dio una sonrisa de lado y levantó la de la derecha y ahí estaba la piedra

-De nuevo- pidió concentrada Astrid, sin despegar la mirada de la vasija que contenía la piedra, permitió a Atali revolverlas de nuevo, cuando esta se detuvo señaló la de la izquierda –SIII- celebró cuando encontró la piedra, la jefa de las Doncellas Aladas aplaudió orgullosa

-Bien hecho- la felicitó levantándose y permitiéndole levantarse a ella. Los primeros días para Astrid habían sido complicados, encerrada en un cuarto o no haciendo nada, conforme Atali la conocía mejor, se daba cuenta que para que Astrid estuviera relajada, tenía que ser retada, y aunque ahora no podía físicamente se encargó de retar su mente, poco a poco se quedaba sin juegos ni acertijos, para desgracia de la Doncella Alada, Astrid tenía una mente muy rápida y una molesta manía por resolver todo en los primeros intentos.

-Gracias- respondió victoriosa la ojiazul –ahora si me disculpas iré a alimentar a Tormenta-

-Minden ya lo ha hecho cuando dormías- le informó Atali deteniéndola –las cestas de pescado son muy pesadas, ya no deberías moverlas-

-No puedo ni siquiera cuidar de mi dragona... ¿doy pena no?-

-Al contrario, es muy valiente lo que haces Astrid- le respondió con calma –no cualquier guerrera soportaría todo lo que has soportado tu- Astrid le regaló una sonrisa de lado –ahora vamos, que quien tiene que cenar algo eres tu-

***

-Es hora- murmuró uno de los defensores del ala a la encargada de la última estocada al gobierno de Mala, ella asintió y tomó su espada.

En sus aposentos, descansaba tranquila sobre un sofá mirando a su isla, solo había paz, unos cuantos Defensores se reunían como todas las noches a charlas y a olvidarse de ser soldados para ser solo humanos.

Con una pierna sobre la otra y ambas manos en los lados del sofá, la siempre digna Mala esperaba la señal que les avisara que era hora.

-Majestad- se escuchó una voz a que inmediatamente se puso a lado de  ella cerrando el puño sobre la espada escondida en su espalda

ASUNTOS DE PAZ (HICCSTRID)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora