Refugiados

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Cuando apoyo mis dedos en su mejilla, me aleja la mano.
-Enzo, no te confundas, vos con Tom no compartís nada porque yo no soy tuya, y hace años que lo dejaste en claro. Está más que claro que no me querés y eso es lo que veo. Tampoco creo que me hayas querido, tan solo fue una ilusión de una niña, que tuviste que padecer por ser más grande y amigo de la familia. Y por eso...-. hace una pausa y bajando la cabeza, continúa. -quiero pedirte disculpas-.
-¡¿que?!-. Pregunto sin poder entender. -¡¿Disculpas?!-.
-si Enzo discúlpame, por obligarte a jugar conmigo a cosas que vos no querías, ni me quiero imaginar lo que deberías haber pensado, que era una nena estúpida. Entiendo que te hayas alejado cuando te fuiste-. Habla apenada.
-Mery, no estás entendiendo. No me molestaba jugar con vos, me daba ternura. No pienses así-. Respondo triste.
-ya pasó, no tenés que explicar nada. Lamento no poder cambiar lo que pasó, solo puedo alejarme de vos y no molestarte nunca más-.
-hablemoslo por favor-. Le suplico.
-Enzo por favor, ya bastante vergüenza me provoca el saber que te seguí escribiendo o mandando regalos como una nena cargosa e insoportable-.
-pero por favor Mery ¿eso es lo que te demostré durante todos los años en los que estuve junto a vos?.- le pregunto-.
Ella solo baja la mirada. -Me duele la cabeza, no te enojes, no me siento bien-.
Me quedo mirandola por un momento, me duelen sus palabras, me duele que piense así pero ¿Qué puedo hacer? Pasaron muchas cosas hoy, es lógico que se sienta mal.
-bueno acércate al fuego y cubrite con la manta-. Me acerco y la abrazo para darle más calor, pero se suelta de mis brazos.
-estoy bien-.
-Mery, estuviste a punto de morir congelada, dejame cuidarte-. Le pido y vuelvo a abrazarla-. ella no hace objeciones simplemente se queda quieta mirando al fuego-.
Después de unos minutos se vuelve a dormir y apoya su cabeza en mi pecho. Yo respiro el perfume de su pelo.

Por momentos no se en que año estoy

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Por momentos no se en que año estoy. Me relajo y me duermo junto a ella.

Después de unas horas me despierto y puedo ver sus labios más oscuros. Claramente hace mucho frío. Observo el fuego y se está apagando. Voy rápidamente a moverlo y le agrego un tronco más. En segundos vuelve a hacer una llama fuerte. Aún es de noche, no se ve nada. Por lo menos junto a la chimenea se siente mejor.

Me acerco hasta ella y la abrazo. Abre los ojos y se escuchan sus dientes rechinar.
-Mery abrazame hace frío y casi se apaga el fuego, pero ahora ya lo arregle-.
Ella me abraza fuerte se nota que verdaderamente tenía frío.
-¿Qué hora será?-. Me pregunta.
-no se, calculo que las 4:00 am.-
-aún falta mucho para que amanezca-. -si Mery pero por lo menos estamos a salvo acá, afuera sigue nevando-.
-si es verdad... Espero que no se haya enterado mi familia, estarían muy preocupados-.
-todo va a estar bien, trata de descansar-. Le pido. Mientras acaricio su cabeza para tratar de relajarla. Su perfume me tiene cautivado, es el mismo que sentía ayer cuando intentaba dormir.

Pasan unas horas y se empiezan a ver los primeros rayos de sol atravesando las nubes, el fuego ya elevó un poco la temperatura del refugio.

Me pongo de pie y creo que ya es momento de preparar más té.
Mientras que lo estoy preparando Mery se despierta y acerca las manos al fuego. Me mira y me da los buenos días.
-buenos días, ¿Cómo te sentís?-.
-mejor gracias-. Contesta
-estoy preparando té caliente-.
-Gracias Enzo-.
Sirvo el té y se lo alcanzó.
-cuidado que está caliente-. Le advierto.
Ella agradece y sujeta la taza con sus manos para darse calor.
-ya no nieva ¿No?-.
-no Mery, por suerte ya no nieva-. Pronto vamos a poder volver.

Amor travieso. Lo que esconden las caras inocentes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora