28•Escondida.

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Tristán POV.

Despierto de mi siesta por el insistente sonido de las notificaciones.

19:24.

Chad: ¿Puedes fijarte en Lea?, no es nada grave, o eso creo. Sólo necesito que le des un vistazo de vez en cuando.
Chad: Lea no contesta... tú tampoco. Ruego por que estén juntos.
Chad: ¡Dejen de hacer hijos y respondan!. Sólo den señales de vida.
Tristán: Acabo de despertar. Lo siento. Lea no estaba conmigo.

Es lo único que respondo antes de fijarme por la ventana. Quizás podría encontrarme con Lea.

Nada.

Silencio. Oscuridad.

¿Y las luces?. Hasta había apagado las luces del patio. No creo que se trate de  un apagón.

Tomo el teléfono de nuevo y marco.

Llamando... Lea.

Tres sonidos me bastan para saber que no contestará.

Tristán: No contesta. La casa está en penumbras completamente.
Chad: Ten la clave: 157329jl. Hay unas llaves de repuesto donde duerme Charlie.

Aviso al guardia de seguridad que monitorea toda la residencia, que entraré al hogar de Lea.

La gran valla se abre automáticamente al introducir la clave. Aún así las luces no prenden. Lo cuál es sospechoso, al abrir el portón, las luces del patio se encienden.

Enciendo la linterna del móvil, adentrandome hacía el patio trasero, donde descansa habitualmente Charlie. Este al verme, posa sus patas en mi abdomen.

Voy rápidamente en busca de las llaves: mi objetivo. Pero Charlie se ve en la necesidad de querer juguetear, es un mal momento. Lea de seguro no lo habrá sacado a pasear.

Voy corriendo hasta su pequeña casita y saco un hueso de juguete, se lo lanzo. En el trayecto que Charlie corre a buscarlo, es mi tiempo de encontrar la llave y entrar.

Fácil, ¿no?.

Toco por todas partes tratando de encontrar la llave, ¿por qué Chad no es más específico?.

No está en el techo, tampoco por los costados, ni en sus recipientes de comida. ¿Debajo de la alfombra?, bingo.

Pero Charlie al parecer encontró su hueso de goma y vuelve hacía mi.
Este can necesita salir y urgente.

Adentro la llave en la cerradura, le doy dos vueltas y entro.

La casa por dentro estaba bastante silenciosa, y un tanto tenebrosa por la oscuridad. A medida que doy pasos, voy encendiendo las luces.

El silencio es realmente tenebroso. Lea es una persona que odia quedarse sola, en cualquier circunstancia.

Doy una rápida vista hacía el gran salón, veo un movimiento.
Sigilosamente voy donde lo vi, y me encuentro con la mirada atemorizada de Julia -ama de llaves-, sosteniendo un trapeador.

-Joven Tristán.- exclama aliviada.- Me he llevado un susto enorme, gracias al cielo es usted.- el rostro de Julia se va suavizando.- Me encontraba retirandome. ¿Desea algo?.

-Hola Julia, sólo una pregunta, ¿por qué toda la residencia está a oscuras?.

-Órdenes de la señorita Hardford.- responde sincera.

-¿Sabe el por qué?.

-No, ¿ocurre algo?.- pregunta alarmada.

-No, descuida. Ve tranquila Julia.- me despido de ella.

-Adiós joven. La señorita Lea se encuentra en la biblioteca.

-Gracias.- le doy una sonrisa antes de ir en dirección a la bibiblioteca. Era un lugar al que no fui nunca, tampoco me gustaría ir. La casa es tan inmensa, hay muchos lugares que ni siquiera conozco.

¿Cómo encontraré la biblioteca si no sé dónde se encuentra?.

Saco el móvil de mi bolsillo, pero sorprendentemente, el Wi-Fi también está apagado.

Recuesto mi cuerpo sobre la pared. Inmediatamente está empieza a girar y termino en... ¿la biblioteca?.

-¿Qué demon...?, ¡Tristán!.- Lea se exalta. Estaba sentada en un sillón amarillo, con un álbum de fotografías.

-¿Qué se supone que es esto?, ¿un bunker secreto, eh?.

-Una biblioteca, dha.- responde Lea burlona.

-Vas renovando los chistes, un avance.-  le sigo el juego.

-¿Qué haces aquí?.- preguntamos ambos al unísono.-No, ¿qué haces tú aquí?.- soltamos un bufido de irritación al volver a hablar al unísono.

-Habla tú primero.- le ordeno a Lea.

-Tú deberías hablar primero.- contraataca.

-¿Por qué debería?.

-Uno, es mi casa y dos, ¿quién rayos te dejó pasar?.

-Touché.- es lo único que puedo decir.-  Vine a ver como estabas.- le doy una sonrisa para que me crea. Aún que es un 50 y 50 de verdad... más bien 85 y 15.

-Eso no explica como llegaste a la biblioteca.- Lea arquea una ceja.

-¡Ah, eso!, ni yo sé concretamente como lo hice.- me sincero.-¿Quieres hablar?.

-¿Sobre?.- la confusión se hace presente en la voz de Lea.

-¿Cómo te encuentras?, ¿quizá?.

- Sólo hablo de esos temas con Devani -psicóloga-, y por lo visto, aún no quiere un reemplazo.

Auch.

-Comprendo.-digo sin más.

La expresión de Lea cambia a una de arrepentimiento.

-Lo siento. En serio.- me mira con los ojos cristalizados.- No puedo con más, ¿por qué debo cargar con todo esto, Tristán?.- suelta sollozos inentendibles.

Me aproximo a pasos apresurados a abrazarla.

Luego de media hora, Lea más calmada en mi pecho, su respiración se encuentra tranquila.

-¿Estás mejor?.- pregunto acariciando su cabello y formando rulos.

-Si.- se acomoda para quedar frente a mi.- Gracias por venir y quedarte.

-Siempre que me necesites.- le doy un beso en la frente.

-Todo es un desastre.- Lea empieza a relatar.

-Si que lo es.- es lo único que respondo. Si alguien quiere hablar, por más que no le preguntes acerca del tema, te seguirá hablando sobre eso.

-¿Cuántas cosas de mi familia tendré que enterarme?.- lo conseguí. ¿Ven que funciona?.

-¿Qué fue lo que te enteraste exactamente?.

-Tengo una media hermana, Jadel estuvo enamorado de mi desde que éramos niños, y ¡Oh! al parecer no es mi hermano al 100%.

-Amy tiene mucho que hablar.- Digo aún impactado. ¿Cuándo será el momento en el que Lea este en paz?.

-Demasiado.- suelta una risa carente de humor.

✨✨✨

Tristán en multimedia.

𝑺𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒗𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora