Escorpio

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No puedo creer que esté haciendo esto.

Unos pasos se acercan a la puerta y mi corazón va a mil por hora.

Abren la puerta y lo veo, su indomable cabello cae sobre su rostro, sus ojos están hinchados indicando que acaba de despertar. Su boca se abre con sorpresa e instantes después bosteza.

Me obligo a no sonreír ante ese acto tan común en el.

Quiero decirle que vengo a ver a su hermana, pero las palabras no quieren salir de mi garganta, mi cuerpo temblando y mi corazón acelerado.

Tengo que desviar la mirada nerviosa, no puedo, ni quiero verlo.

No puedo ser débil, no me voy a permitir caer en sus garras, yo soy Escorpio, y yo valgo más que un chico infiel. Estos meses me he auto convencido de que no me merece. Alguien que en su momento no sabe apreciarte no lo hace ni lo hará.

Él tenía algo especial conmigo, yo estaba dispuesta a darle todo, pero él siempre estará destinado en caer en las garras de Cáncer. Ella le marcó de una forma que yo jamás haré. Ella es todo lo que los chicos necesitan, una chica con mucha experiencia en el sexo.

No es que yo diga que sea una zorra ni mucho menos, cada una hace con su cuerpo lo que quiere. Y a ella al parecer no le va tan mal, consigue atrapar a los chicos en sus pinzas.

—¿Buscas a Aria?— pregunta nervioso.

Yo solo asiento mirándolo, sus ojos de repente parecen tristes y quiero golpearle su atractivo rostro.

Quiero gritarle que no voy a venir por el, mucho menos después de lo que me hizo.

Pero mi estado anímico es tan bajo que solo quiero un abrazo de alguien que sepa que no me fallará como el.

He buscado a Libra por todas partes, pero ella no está. Se la ha tragado la tierra, Justo cuando más la necesito.

Entro en su hogar y encuentro a Aria desayunando mirando a la nada. Doy un paso hacia ella, insegura.

Lanzarme a sus brazos e inundar su hogar con todas las lágrimas que he estado reteniendo.

Intento hablar pero mi voz se rompe, por lo que Aria al verme comprende que algo, está mal, muy mal.

Se levanta y corre a abrazarme, es ahí cuando me permito llorar, sin importar nada ni nadie.

No soy fuerte, es ahora cuando sé que no lo soy. Pensaba que mi vida estaba descontrolándose, pensaba que lo que me había pasado con Aries era horrible, pero ahora sé que no sabía de la vida.

Mi padre, él tiene metástasis.

La quimioterapia parecía estar haciendo efecto, pero el cáncer de estómago no era suficiente para una persona tan buena y comprensiva.

Tras un mareo se desmayó ayer y rápido lo llevamos al hospital más cercano, entonces nos dieron esa noticia que cambiaría mi vida y la de mamá. Su cerebro había entrado en muerte cerebral, él nos lo había ocultado.

No puedo seguir siendo fuerte cuando la persona que más quieres en este mundo está en una cama muerto en vida.

No he podido darle un último abrazo, no pude decirle que lo amaba. No pude hacer nada de esto y eso me atormentara el resto de mi vida.

—Mi madre está muriendo. —digo con la voz rota.

Aria me aprieta a ella con fuerza y Aries se acerca a paso decidido y se une al abrazo.

Mi cuerpo involuntariamente quiere acercarse a su cuerpo y me regaño por ello, pero decido dejarme llevar en sus cómodos y acogedores brazos.

Él besa mi cabeza y Aria al comprenderlo se aparta.

Me aferro a sus brazos y sollozó con Tanta fuerza que siento como mi corazón se rompe en mil pedazos.

—Tranquila. — lloro más fuerte, su voz...

Aria se dirige a la cocina y quiero gritarle que se quede, que no quiero ser débil, no quiero perdonarlo tan fácil. Aunque en el fondo sé que lo quiero y está perdonado, pero jamas olvidare lo que me hizo.

Miro desde mi posición el rostro de Aries y él parece pensativo, lo entiendo. Yo tampoco sé qué hacer ahora con mi vida. Me siento tan perdida y sola que un simple abrazo de él me reconforta de sobremanera.

—Escúchame. —traga saliva nervioso. —Ahora y siempre voy a estar a tu lado— una lagrima cae por su mejilla. —ya sea como tú pareja, tú esposo, el padre de tus hijos —mi rostro se contrae al escuchar la palabra padre y él parece notarlo. —o solo tú amigo. Pero no me pidas que me vaya, porque no pienso hacerlo. Te quiero y tengo que recompensarte.

Sonrío triste y acaricio su cara, lo había echado tanto de menos.

No sé si algún día lograre perdonarlo, pero el hecho de que él se niegue a apartarse de mi lado o dejarme me alegra. Hace que mi dolorido corazón corra a toda velocidad.

Y aunque ahora me sienta muerta, quiero que él me haga volver a sentir y vivir. Pero eso nunca se lo diré. Porque con su presencia ahora me vale, y aunque siga enamorada de él, tendrá que volver a hacerlo. Porque a cambio yo le prometo que tendrá a una chica fiel y dispuesta a hacerlo feliz el resto de su vida.

Y es entonces cuando nada, ni nadie podrá separarnos, ¿no?.

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