Gerard ha pasado toda su vida trabajando, no había experimentado cosas que otros sí.
A sus veinticuatro años se dio cuenta que seguía siendo virgen y esta dispuesto dejar de serlo.
Dormí hasta las 4:30 de la mañana después de una larga jornada de lamentos, lágrimas y mocos.
Como era de esperarse, llegué al trabajo con unas ojeras tan grandes como mis ganas de morir, mi piel estaba muy pálida, seguro parecía un fantasma.
- Way te presento a... ¿QUÉ TE PASÓ?- preguntó mi jefe exaltado.
- Yo... Nada...
-Bueno, él es el joven Iero, llegó ayer de New Jersey y trabajará contigo en la misma oficina, primero dale un recorrido al lugar y explicale las reglas.
Por un demonio lo que me faltaba, hablar con alguien que no conocía y lo peor es que tengo que explicarle todo con una sonrisa pero... ¿ÉL ES IERO? me imagine a un nerd más pero No, era un chico con cabello castaño, tenía tatuajes en los brazos y cuello, sus ojos tenían un color singular, en la luz se veían verdes pero en la oscuridad marrones.
Que desgracia que me vea así:
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Y él así:
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- Lo dejo en tus manos Way.-Dijo mi jefe para retirarse.
- Soy Frank Iero.- me saludo.
- Gerard Way.- Trato de hablar con seguridad. Pero no podía dejar de ver esos ojos, era perfectos. Al ver a Frank mirándome un poco extrañado por no dar ninguna respuesta reacciono.- ¿Qué te parece si vamos al primer piso?- pregunté nervioso.
-Me parece una buena idea.
Las primeras horas le enseñé todo el edificio, el reglamento, etc.
El resto de la tarde la pasamos trabajando.
Frank hace unos buenos dibujos tengo que admitirlo. Se ve que tiene un gran potencial y que le gusta hacer su trabajo.
