XIII

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Mikey

Ayudaba a mi padre a bajar del auto, con mucho cuidado lo sujete de la espalda y junto a mi madre logramos meterlo a la casa. Lo subimos al segundo piso donde se encontraba su habitación y él se dispuso a dormir. Mamá salió de la habitación dándole un beso en la frente.

— No hace falta que te quedes.— dijo, su voz sonaba cansada.— Estoy bien.

— ¿Seguro de que estas bien?— pregunté acomodando la manta con la que se cubría. Él asintió.— No me asustes otra vez de esa manera.— le di un abrazo.

— Descansa, debes estar muy agotado.

— Un poco.— mentí, no podía parar de parpadear sin que me ardieran los ojos.— Me iré pero regresaré por la mañana. Adiós.— me despedí de igual manera que lo hizo mamá.

— Te amo, hijo. Adiós. — contestó.

Al cerrar la puerta de aquella habitación se me vino la pregunta. ¿Por qué no podía ser así de cariñoso con Gerard? ¿Qué hice yo para merecer ese trato o que hizo Gerard para que él lo desprecie?

Bajando las escaleras me encontré a mamá quien estaba a punto de subir. Ver la cara de mamá llena de cansancio y preocupación hizo que mi corazón se rompiera, la abracé inevitablemente.

— Si te encuentras a Gerard dile que lo amamos.— dijo al separarnos del abrazo.

— Sabes que entre ustedes dos solo lo haces tú.

— Tu padre es un poco incrédulo y no sabe demostrás sus emociones. Pero lo hace, créeme.

No le creía, Donald siempre fue una mierda de persona con él. Además que si proyectaba sus emociones de odio hacía mi hermano. Sin embargo no me pondría a discutir con mi madre sobre esto en una situación así y menos cuando ella lo único que quiere es dormir. Le di la razón dándole una sonrisa reconfortante.

Salí de la casa de mis padres y tomé un taxi hacía la mía. Sin embargo a mitad del camino sentí la necesidad de tomar un trago, no había sentido aquella sensación durante años y volverla sentir me aterraba. Agarré mi rostro con fuerza y me concentré en pensar en otras cosas pero la necesitaba incrementaba segundo a segundo. Miraba la calle tratando de pensar en otra cosa, sin embargo no pude y le comuniqué al conductor que cambiara la ruta.

Llegué a un bar algo pequeño pero repleto de personas, todas bailando y otras conversando. Me senté en cerca la barra de bebidas y pedí un trago, pasé los próximos treinta solo, sintiendo la bebida viajando por todo mi cuerpo. Mi tranquilidad se detuvo cuando a lo lejos vi a alguien, el innombrable. 

¿Qué demonios hacía Bob aquí? Siempre creí que tenía mala suerte pero encontrarme con la persona que más daño me ha hecho en el momento que me siento mal es otro nivel. La vida me odiaba, no había dudas.

Él estaba con un grupo de hombres que al parecer eran sus amigos tomaban tranquilamente bailando y él con una sonrisa en la cara. Me enojaba que él éste feliz y yo estoy en uno de los momentos más duros que he tenido en años. Pedí un trago más y apenas terminarlo me decidí irme de aquel lugar, aunque las ganas de seguir bebiendo eran inmensas, el cansancio y el disgusto de ver a Bob eran suficientes para dejar todo e irme.

Antes de salir entré al baño, después de hacer mis necesidades salí del cubículo y cerca al gran espejo junto al lavamanos se encontraba el rubio. Me quedé inmóvil por unos segundos, no sabía si pasar ingnorandolo, quizás si debería hacer eso ya que Bob miraba a la pantalla de su celular así que es probable que no me haya visto. Tratando de ser lo más rápido y deseando poder ser invisible caminé hasta la puerta del baño.

— ¿Seguirás fingiendo no conocerme?

Su voz, esa jodida voz que hacía que mi cuerpo se vaya al carajo en menos de cinco segundos, sentía miedo, sabía que Bob no podría lastimarme. Siempre habían unos tipos que trataban de tocarme y yo me defendía con éxito, incluso eran más grandes y fuertes que el rubio así que no me preocupa por eso, tenía miedo de caer en sus mentiras otra vez.

Sabía que sí me mostraba sumiso él tendría más confianza, además, ¡Qué mierda! Por qué carajos actuaba cómo un cachorro asustado por la pirotecnia cuando él estaba en un mismo salón conmigo. Yo había cambiado tanto después de él, me consideraba alguien que le valía mierda todo, no podía actuar como lo hacía antes, me hacía sentir un idiota.

Con mi mente repitiendo que soy un puto amo me di la vuelta y avancé hasta quedar frente a frente con él, tomé una postura demandante. Espero verme rudo de esa manera.

— Claro que sé quién eres.

— ¿Quién soy?— dijo burlándose de mí. Lo odiaba tanto.

— ¿Quieres que lo diga?— para este punto sentía presión en mi pecho, no tenía ganas de llorar pero si de explotar y decir todo lo que sentía por tantos años. Me valió que entrara un chico al lugar.— Eres un maldito, traidor que no puedes soportar la idea de que te gusten las pijas.

— Me bastaba si hubieras dicho mi nombre.

Era imposible hablar con él sin que diga algo estúpido, me alejé para ir directamente a la puerta y salir pero él insistió para que me quede, agarrandome de la mano a lo cual me solté de su agarre inmediatamente.

— No te atrevas a agarrame otra vez.

— Todos cambiamos Michael ¿Crees que soy ese adolescente confundido?

— Engañaste a tu novia con un chico y sigues diciendo que eres hetero. ¿Con cuántos hombres le engañaste hasta ahora? Me imagino con unos cien.— exageré, aunque conociéndolo, no sería tan falso lo último que dije.

— Es raro verte así, antes no podías siquiera verme directamente a los ojos.— rió ignorando mis palabras.— No la engañé. Estaba drogado la vez que lo hice con ese chico ¡Ni siquiera lo conocía! Y no lo he vuelto hacer. Sabes, quiero mucho a Lindsey.

— Solo dices pura mierda, sabes que no es así. Solo le haces daño.

— Déjame terminar, por favor.— suplicó tratando de no sonar molesto, en realidad me habló tranquilamente.— Quiero mucho a Lindsey, es genial pero...

— Pero, ya sabía que habría un pe...— me calló podiendo un dedo encima de mis labios, me quedé inmóvil.

— Pero nunca pensé encontrarme contigo otra vez.— dijo sacando su dedo y podiendo esta vez su mano al frente mío esperando que yo lo tocara.— No sabes cuantas veces soñé que te veía otra vez y hacía las cosas bien. Todos cambiamos Mikey.— sentí una corriente eléctrica recorrer por mi cuerpo, ya ni sentía sueño, no sentía nada en realidad.

Era como volver ser un adolescente enamorado, aunque odiara tanto a ese sujeto, el sentimiento nunca se fue. Las ganas de decirle vete a la mierda eran grandes, que sufra como yo sufrí, recordar todas las veces que me sentí mal por su culpa, cuando no podía dormir pensando en él o cuando no podía ver siquiera películas que ambos nos gustaban por que recordaba el daño.

Era una sensación de ira enorme que invadía mi cuerpo, sin embargo, no sabía por qué, como o qué había pasado cuando mi mis dedos se entralezaron con los de él.

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Hola otra vez después de tanto tiempo :(

Disculpas por dejar esto de lado pero no tuve tanto tiempo además que se me fueron las ideas pero ahora volví con muchas cosas nuevas.

Espero que hayan disfrutado el concierto de los chicos el 20 de diciembre :D

Son mi vida ❤️

VIRGIN |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora