Capítulo 4

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—¿Qué? —Musito con un hilo de voz; una de sus manos se ahueca en mi cuello a la par que su pulgar acaricia mi mejilla.

—Pequeña, si tu aún sientes algo por mí... —analiza sin quitar sus hermosos ojos de los míos— prometo que esta vez será diferente, solo dame una maldita oportunidad— me asegura inclinándose ligeramente a mi cara. Siento que tengo lágrimas escociéndome los ojos mientras que el cuerpo comienza a temblarme.

El terror comienza a apoderarse de mí, el pánico se roba mi respiración y la ansiedad, ya corre libremente por mis venas. Un cúmulo de miedos escondidos en mi inconsciente renacen para acecharme en este momento, dejándome estática en mi lugar. No escucho más que la suave brisa que viene desde el mar, las olas rompiendo con brusquedad en la orilla o quizá es mi corazón latiendo desbocado en mis oídos. No me esperaba esto de él, o al menos no ahora, no con mi hermano en la casa, no después de tanto dolor, no después de diez malditos años.

Al ver que no emito emoción alguna, sus labios entreabiertos se acercan lentamente a los míos mientras su pulgar aún mima mi piel. El aire que escapa de su boca golpea suavemente sobre la mía a la vez que sus ojos no le quitan la mirada de encima. Siento mis pulmones marchitarse dentro de la caja torácica que los recubre, se me oprime haciéndome temblar entera y, aunque va contra toda mi voluntad, coloco, con cuidado y miedo, una de mis manos sobre su pecho duro cubierto por la camiseta. Caleb, iluminado por la tenue luz del reciente amanecer, desvía sus ojos de mis labios para examinarme los míos con un deje de confusión en los suyos, pero yo no puedo sostenerle la mirada y bajo la vista.

—Por favor, no hagas eso— suplico con la voz trémula mientras observo sus pies.

Con el rabillo de mi ojo veo que el rubio asiente, aunque no quiere y se reincorpora metiendo dentro de sus bolsillos, una de las manos. Ahueca la sobrante detrás de mi cabeza y me besa la frente con mimo, sellando un beso de despedida que me sabe completamente amargo, para luego voltearse y caminar a paso tranquilo hacia su coche sin siquiera mirarme. Observo cómo saca las llaves del Audi Q7 blanco del bolsillo de su campera negra, quita la alarma para destrabar las puertas (apretando solo un pequeño botón) y, cuando llega al coche, se adentra en el mismo sin mirar atrás, cerrando con fuerza la puerta. El motor se enciende gruñendo suavemente y, luego de un par de maniobras, sale del lugar a velocidad moderada. Lo veo alejarse por el pavimento de la calle aledaña a la casa cuando me permito respirar en profundidad de nuevo.

Me adentro en mi hogar, cerrando la puerta detrás de mí, para recostarme levemente sobre ella; un sollozo sale de mis labios cuando decido cerrar mis ojos, recordando la perfección de esta noche y cómo la he cagado en gran cantidad recién. Caleb Baró iba a besarme, me acaba de prometer que, si yo decía que sí, todo sería diferente a la última vez, ¡Y yo lo rechacé, le dije que no! Después de derretirme por él todos los putos días desde que lo he vuelto a ver, después de noches en las que me he tocado solo pensando en sus ojos o su boca sobre mi cuerpo, incluso a priori de todo lo que siento cuando lo tengo cerca.

Abro mis ojos encontrándome con mi hermano quien está sentado en el sofá observándome con atención. Se encuentra de brazos cruzados con cara neutra, mirándome como si estuviera esperándose que comience a reprenderlo por la estupidez que ha hecho. Noto que se ha cambiado, va con unos shorts de jogging negro y una camiseta del gimnasio que usa para dormir.

—Puedes disparar...—dice resignado luego de un gran suspiro.

Pero para su sorpresa (e incluso la mía), camino desganada hasta él sorteando el sillón que nos separa y me siento en sus piernas como cuando era pequeña; lo abrazo segundos antes de comenzar a llorar como llevo queriendo hacerlo desde que he visto a Caleb de nuevo. Rodo responde abrazándome con fuerza, diciéndome una y otra vez cuánto lo siente, pero, a decir verdad, no me ha molestado tanto lo que ha hecho para que arregle mis diferencias con el rubio, sino mi estúpido comportamiento de recién.

Eterno Retorno [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora