Capítulo 16

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Llegamos alrededor de las diez de la mañana al gimnasio, mis alumnos me esperaban ansiosos por comenzar la nueva coreografía, una canción de Lali Esposito titulada 'Amantes'. Intento con todas mis fuerzas poner mi mejor sonrisa al llegar, saludando uno a uno a los diez estudiantes del día de hoy. Ni siquiera me molesto en ir hacia el vestuario puesto que he llegado sobre la hora, y detesto hacer esperar a mis alumnos. Acomodo mi pantalón a la altura de mi cintura mientras me dirijo hacia la computadora para poner la canción, entretanto, le pido a dos de los estudiantes que intenten seguirme, para que el resto pueda mirar con atención los detalles.

—Chris, Facu ¿Pueden seguirme? —Los primeros acordes comienzan a sonar, por lo que ellos se colocan detrás de mí con rapidez y empezamos con las manos extendidas sobre nuestra cabeza.

Deslizamos una por el brazo contrario a la vez que movemos nuestras caderas al compás de los hombros; vamos, venimos, estiramos nuestros brazos como si fuéramos a atrapar algo y volvemos a nuestro lugar en el momento exacto en que el estribillo comienza. Nos golpeamos (sutilmente) el pecho con las manos para luego repetir el paso a la altura de las caderas, giramos cruzando los brazos en nuestro abdomen y acariciamos nuestro cuerpo de forma ascendente hasta enredar los dedos en el cabello. Paso siguiente, unimos ambas manos para mecer un bebé imaginario antes de hacer una curva con nuestra cabeza, tal y como estuviéramos esquivando algo. Como una odalisca meneo mis caderas con elegancia para luego girar y perrear al ritmo de 'si eres bueno en la cama, sé que llamaré mañana, quiero ser tu amante', y finalizamos bajando el culo hasta el suelo.

—¿Dudas? —Pregunto, todos niegan— bien ¡A darle! —Los animo, ellos ríen mientras se ponen en posición.

Me dirijo a mi mochila cuando noto que el rubio que me mantuvo el fin de semana más que ocupada, está parado en la puerta junto con Carlo observando la clase, sonrío al verlos. Tomo una goma elástica para atarme el cabello y, mientras lo hago, camino hacia ellos para saludarlos. Los ojos dulces del hombre grande me miran con ternura, con picardía, mientras que Caleb solo sonríe de costado, recorriéndome el cuerpo con la mirada.

—Buenos días rubita ¡Qué bien se mueven! —comenta el canoso, sonrío con amabilidad.

—Buenos días, gracias Carlo.

—¿Dormiste bien? Se te ve cansada...— observa el profesor, suspiro, la verdad es que solo me dediqué a llorar en los brazos de mi hermano cada dos horas cuando despertaba entre gritos pidiendo por mi madre, sin embargo, miento.

—Sí, solo que tuve un fin de semana algo ajetreado— los labios del rubio se esconden entre sus dientes intentando esconder una sonrisa.

—Bien, me iré, mi turno está por comenzar— se excusa guiñándole un ojo al rubio antes de sonreírme y desaparecer tras la puerta.

Los ojos azules del inglés me observan desde su altura perdiéndose en mi escote, volviendo cada tanto a mi rostro. Va con ambas manos en los bolsillos, vestido con su bata blanca, jeans azules y una camiseta negra.

—Así que cuéntame... ¿Amante de quién quieres ser? —Interroga por la canción que acabo de bailar, me hace reír.

—Uff... ¿Tienes tiempo? —Bromeo, él me escudriña con la mirada.

—Te queda precioso ese labial rosado, lástima que no te durará todo el día— ruedo mis ojos mientras doy una rápida vista a mis alumnos, quienes practican sin parar lo que les he explicado.

—Me gustaría saber por qué...—insinúo, él solo se atina a levantar una ceja.

—En serio ¿Estás bien? —Dice al cabo de unos segundos, suspiro antes de asentir, intentando convencerlo— ¿Por qué me mientes? Si tú sabes que yo me doy cuenta.

Eterno Retorno [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora