Capítulo 35

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—No quiero casarme —sollozo, él me sonríe—, pero no quiero separarme de ti nunca —aseguro, sus manos me envuelven el rostro con ternura.

—Sé que no crees en el matrimonio, Pequeña —comprende— ¿Qué te parece celebrar nuestro amor con una bonita fiesta cuando nazca nuestra niña? —asiento más que segura de que quiero festejarlo todo con él.

—Claro que sí —respondo antes de que me acalle con un bonito beso en los labios.

—¿Por qué lloran? —Cuestiona el pequeño Luke, se ha despertado y nos ve desde la puerta de su habitación con una clara cara de confusión. Caleb y yo reímos emocionados.

—Ven aquí —le pido tendiendo mis manos hacia él.

Llega hasta nosotros para unirse a un abrazo más que reconfortante. El niño se encarga de quitarnos las lágrimas con sus pequeñas manitos mientras que una de las mías adula su cabello, desenredándolo un poco. Entonces él divisa la carpeta del jardín, notando que estaba leyendo su deseo y se disculpa diciendo que lo escribió la señorita Flor del jardín, que él no quería poner eso, que ella lo obligó. Su padre lo mira con extrañeza, Florencia, su maestra de jardín, parece ser una excelente profesional, no creo que lo haya obligado. Lucas, al verse acorralado por nuestras miradas empieza a llorar con mucha angustia, con mucho dolor.

—¿Qué pasa campeón? —Pregunta el rubio mayor adulando su rostro entristecido.

—Perdón Ivy, no lo volveré a hacer —gimotea causándome un gran dolor, logrando que yo empiece a llorar, otra vez—. Es que... es que yo... —miro a Caleb, quien me ve apenado por su hijo— yo te quiero mucho Ivy, eres la mejor, pero me olvidarás cuando llegue el bebé —asegura, niego inmediatamente con la cabeza.

—Yo no te olvidaré, cariño —sollozo— tú eres inolvidable —intento convencerlo, aunque no logro que cese su llanto.

—Lo querrán más a él y me abandonarán —insiste, por lo que su padre decide intervenir.

—Lucas, deja de decir eso porque no es cierto —lo reprende— nadie va a abandonarte, tú eres mi pequeño, mi campeón, no podemos vivir sin ti —le reafirma antes de que el niño lo abrace fuertemente por el cuello. Los ojos azules del hombre que amo se posan en los míos y lanza una mirada rápida hacia Luke, quiere que le diga lo que pienso de su deseo. Eso haré.

—Cariño ¿Puedes prestarme atención un minuto? —Pido acariciando su espalda, captando su atención, pues se voltea a verme—. Tú le pediste a la señorita Flor que escribiera esto ¿Verdad? —Curioseo ya que se nota que la cursiva plasmada en la hoja, no es de él; asiente apenado, yo sonrío con dulzura—. Ven, siéntate en mis piernas —Caleb va a protestar, pero le pido que lo ayude para que yo no deba hacer fuerzas. El rubito menor posa una pierna a cada lado de mi cuerpo para quedarse viéndome de frente, con la vista baja, algo tímido—. Escúchame muy bien y mírame a los ojos, Luke —ordeno, logrando su obediencia—. Desde que te conocí, tú te me hiciste el niño más hermoso y agradable del mundo; no solo te comportas muy bien, sino que, además, me quieres, me respetas. Estoy segura que cuando seas más grande, serás una persona increíble y entenderás muchas cosas que, al ser tan pequeño, es muy difícil que las comprendas —le digo acariciando su rostro ligeramente enrojecido por sus lágrimas— ¿Recuerdas del dibujo donde me llamaste 'mami Ivelle'? —Inquiero, él asiente— bueno, ese día me asusté tanto que te mentí, lo cual está muy mal, pero estaba asustada.

—¿Te doy miedo? —Cuestiona, Caleb y yo reímos.

—Tú lo único que me das es amor y ternura —le sonrío, él ríe también.

—¿Y por qué tenías miedo? —Pregunta curioso.

—Cosas de adultos, cariño, cuando seas más grande te las explicaré si quieres —le aseguro, Luke asiente algo inconforme con mi respuesta—. La cuestión es que tú y yo la pasamos bien juntos ¿Verdad?

Eterno Retorno [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora