Caleb está más que sorprendido de verme, incluso ha parado su vaivén para observarme atónito sin mutar palabra. Su excitación, su lujuria aún están ahí, su mandíbula tan tensa como sus músculos me lo confirman. Me volteo sintiéndome una entrometida, demasiado sucia o perversa para mi gusto, y decido salir sin ningún tipo de discreción. Rodo me observa con el rostro contraído por la confusión cuando intento pasar por su lado mordiendo intensamente mis labios para no llorar; me toma del brazo haciendo que retroceda unos pasos al notarme tan rara.
—¿Estás bien? —Susurra, solo asiento para luego dirigirme hacia la salida.
Los vi, vi como la tomaba con posesión y la empalaba en él, haciendo que las venas de sus brazos resaltaran. También observé la manera en la que apretaba su mandíbula con fuerza mientras le agarraba por los senos moviendo sus caderas contra ella; vi el placer en su rostro cuando inclinó su cabeza hacia atrás sintiendo mucho placer. Ginger también disfrutaba, no solo sus gemidos lo confirmaban, sino el ímpetu con el que se movía a la par de él; o el hecho de que su mano visible se cerraba con fuerza formando un puño sobre la pared. Mi corazón se aprieta y estalla en mil pedazos a la vez que recorro el pasillo interminable hacia la salida definitiva del lugar, recordando cada detalle. Sus ojos, sus pupilas dilatadas al verme por lo bien que la estaba pasando, me asesina el alma; sé que no esperaba verme allí y, a decir verdad, yo tampoco.
Siento las lágrimas escocer mis ojos, sinceramente no pensé que me dolería tanto saber que está con otra, tampoco es que me esperaba verle follarse a Ginger, no después de decirme que quiere una oportunidad conmigo. Me golpeo mentalmente de las maneras más atroces por mis confusos sentimientos, digo que no quiero nada con él, que no debe interesarme, pero, sin embargo, lo hace y duele tanto que me odio por este masoquismo estúpido.
Cuando Rodrigo me dice que la comida ya ha llegado, maldigo por el hecho de que mi estómago se ha cerrado de tal forma, que ni siquiera unos ricos fideos con salsa pueden hacer que coma. Jugueteo con los alimentos del plato por un buen rato hasta que decido (bajo la poco condescendiente mirada de mi hermano) guardarla en el merendero de los profesores, dentro de la nevera. El lugar es solo un cuadro pequeño donde caben una pileta donde lavar trastes incrustada en la mesada de granito, alacenas sobre la misma, una heladera blanca enorme y una mesa rectangular negra con sillas alrededor.
Estoy sirviéndome un vaso de agua del dispenser sobre la mesada cuando alguien ingresa, volteo pensando que es mi hermano quien viene a reprenderme por no comer, pero para mi desgracia es Caleb vestido con jeans negros, una camiseta azul y, sobre ella, la bata blanca que suele usar aquí dentro. El rubio se adentra y busca a mi lado, en la alacena, un vaso como el que yo dispongo. Ninguno de los dos habla hasta que él decide saludar con un temeroso, pero serio 'hola', me obligo devolvérselo en el mismo tono. Continuo en lo mío (puesto que no quiero demorar más tiempo en este lugar con él dentro) y bebo de mi vaso en un santiamén para luego lavarlo.
—Siento que hayas tenido que ver eso...—suelta al cabo de unos minutos de profundo silencio. Me volteo para verle como acto reflejo; está bebiendo algún jugo de color anaranjado mientras se peina el cabello húmedo.
—Yo también— musito dejando el vaso en el escurridor y me voy del lugar conteniendo mis lágrimas.
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Luego de bailar por casi seis horas más, decido despejar mi cabeza haciendo algo de cardio, necesito pensar en otra cosa que no sea lo que vi en el baño. Por lo que voy a una de las máquinas escaladoras para comenzar.
Horas después yo aún continúo ejercitándome, realizando diferentes tipos de ejercicios en distintas máquinas, a veces brazos, otras piernas y también abdominales o sentadillas. Mi hermano se encuentra del otro lado entrenando a varias personas a la vez, aunque noto que, a pesar de que está ocupado, me observa detenidamente, como si algo le hiciera ruido en su cabeza. Entonces comprendo cuando paso por delante de uno de los espejos, mi rostro jamás ha estado tan acalorado, sudo como si no hubiera un mañana, se me ve agotada pero no lo estoy realmente. Jamás hago tanto ejercicio, solo que hoy no he tenido un buen día; cada vez que dejo a mi mente divagar me encuentro con la vívida imagen de la pelirroja y el rubio follando. Por eso mismo decidí ejercitarme, por el hecho de que necesito olvidarlo hasta que mi día termine y pueda llorar cómoda en la oscuridad de mi habitación bajo el abrigo de mis sábanas. Comienzo a hacer estocadas mientras respiro exhausta, Rodrigo me observa desde el lugar de pesas, con el gesto preocupado, aunque lo ignoro, pero cuando termina viene hasta mí con la molestia reflejada en su rostro.
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Eterno Retorno [+18]
RomanceCuando el regreso de un viejo amor desentierre todos tus miedos ¿Qué harás al respecto? A lo largo de su vida, la hermética, pero atrevida Ivelle ha soportado pérdidas y dolor, aun así, ha sabido sobrellevar sus miedos formando una coraza alrededor...