Capítulo 33

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—Lo sé desde que me han dado el alta en ese hospital y, por eso, no he tomado ninguna clase de píldoras, ni las anticonceptivas, ni las del día después —se sorprende al escucharme y abre la boca por lo que lo interrumpo— sí, te mentí, nunca las he tomado, recuerda si alguna vez lo hice delante de ti —desvía la vista el suelo como si estuviera rememorando todas y cada una de las situaciones. Al cabo de unos segundos alza la vista—. Perdón —murmuro avergonzada por haberle mentido, él merecía saber la verdad desde el principio.

—¿Y todavía me pides perdón? —Suspira, si está enojado, está en todo su derecho y debo joderme por mentirosa.

—Yo... yo no quería decírtelo, no quería que te pongas mal por mí —me defiendo, aunque no sé bien de qué o quién.

Caleb se incorpora del sofá dirigiéndose a la ventana para admirar la vista y pensar, supongo. Pone los brazos en jarras, pero rápidamente los lleva hacia la parte trasera de su cuello masajeando la zona. Al ver su reacción considero que lo mejor es ponerme el calzado e irme, por lo que eso hago; coloco mis pies nuevamente dentro de las zapatillas y ato los cordones para no matarme mientras camino. Rebusco mi celular en la parte interior del bolso, el cual había posado sobre uno de los sofás y tecleo a mi hermano que voy en camino, que me tomaré un taxi. Con mis ojos observo a el rubio quien me ve con el gesto descompuesto, por lo que creo que, al menos, debería escuchar su descargo. Me encamino a paso seguro hacia él, enfrentándolo, pidiéndole que diga lo que quiere decir, que no me voy a ofender ni mucho menos porque merezco su enojo.

—¿Mi enojo? —Inquiere, yo asiento.

—Escucha, te engañé, te dije que tomaba pastillas anticonceptivas e incluso las del día después cuando es mentira —le recuerdo—. Te dije que no quería niños y que mi problema era Lucas solo para que no preguntaras nada, no estuve bien —insisto.

—El día que nos despedimos en el aeropuerto dijiste que nos amabas —memoriza enfatizando en la palabra 'nos', afirmo con mi cabeza— ¿Aún nos amas? —Pregunta y, para ser sincera, me esperaba cualquier cosa menos eso. Niego con mi cabeza.

—No creo... —suspiro, le veo desviar su mirada hacia fuera— no creo que, alguna vez, lo haya dejado de hacer.

Sus ojos se clavan en los míos en el mismo instante en que termino la frase y, sin más, sus manos van a mi cuello tomándolo con suavidad para inclinarse hasta mí, sellando mis labios con los suyos. Fue en ese momento en que mi cerebro estalló. Nunca pensé que un beso me hiciera tanta falta, pero los de Caleb eran como el oxígeno que respiro y el agua que bebo, se me antojaban vitales, necesarios, adictivos. Su boca envuelve mi labio inferior antes de cambiar de posición y, con cada movimiento, me siento más y más cerca del cielo. No sé qué tan furtiva era la hipnosis del mil novecientos, pero estoy segura de que sus besos podían lograr que diga y haga cualquier cosa solo con un simple roce. Enrosco mis brazos a su alrededor atrayéndolo a mí con la imperiosa necesidad de fundirlo con mi piel, como si fuera posible que él y yo estemos para siempre juntos, moldeados el uno en el otro. El beso se vuelve tan profundo como nuestras respiraciones, sus manos, por otro lado, me presionan con fuerza sobre su boca. Su lengua y la mía se encuentran agradecidas por volverse a ver mientras que, cada tanto, sus dientes me atrapan dejándome deslizar entre ellos ¡Joder! Esto es lo que más deseaba, lo que mi cuerpo completo pedía a gritos, el amor de Caleb Baró, el poder de sus besos en mi piel, su pasión arrolladora.

Al cabo de unos segundos, se separa ligeramente de mis labios (ya que aún roza los míos), y me murmura cuánto precisaba esto, le aseguro que yo también antes de volver a depositar un casto beso en él.

—No quiero separarme más de ti —murmuro.

—No lo hagas, por favor —implora—. No me importan tus mentiras Ivy, ni siquiera me interesa si tomas o no pastillas, así fueras fértil, nena —admite agitado por la calidad de nuestro encuentro—. Te amo a ti, por cómo eres y por cómo soy cuando te tengo cerca —suspira.

Eterno Retorno [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora