Ser Siempre Fuerte

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La historia de Elden era desconocido, hacia 17 años atrás en aquel mismo lugar mientras Turambar daba una caminata por los alrededores, escucho el llanto de un infante, no era algo común escuchar ese llanto ya que no había personas viviendo en esa zona y movido por un fuerte presentimiento se acerco a donde provenía el ruido.

No tardo mucho en llegar al origen del llanto, cobijado bajo la sombra de un gran árbol encontró una canasta y dentro de ella un pequeño bebe se agitaba inconsolable, llorando a todo pulmón. No había señales de que hubiera alguien en los alrededores, ni siquiera entendía como había ido a parar esa pequeña criatura indefensa al corazón del bosque.

Pero aun teniendo en su mente todas esas preguntas el elfo no era capaz de abandonar a ese inocente a su suerte, ya que si bien el bosque era un santuario, ahí vivía gran variedad de animales y estos podían lastimarlo aun sin desearlo.

Levanto en sus brazo al pequeño bebe que estaba envuelto en una sabanita blanco con bordados de medias lunas en las orillas. En cuanto se encontró en los cálidos brazos de Turambar el pequeño dejo de llorar. El aura de tranquilidad que desprendía el elfo logro calmar la ansiedad que sentía el pequeño.

Turambar no tardo en darse cuenta que el llanto del niño era a causa de hambre y con el en brazos camino hasta la guarida de la loba donde se encontraba con su camada de pequeños lobeznos, le pidió entonces alimentara por favor al perdido bebe que había comenzado a llorar de nuevo. La loba compasiva y obediente no dudo en alimentarlo.

Los primeros años de vida de Elden fueron difíciles para Turambar que no tenia conocimientos sobre la crianza de un bebe humano, sin embargo, aprendió sobre la marcha e investigo lo suficiente para poder cuidar de manera adecuada al niño.

Elden consideraba a Turambar no solo su maestro, para el ese elfo era su padre, el único que conocía, al que amaba y respetaba, desconocía su origen y nunca le preocupo saber quienes habían sido sus padres,  le bastaba saber que estaba vivo gracias al elfo y a las criaturas del bosque que lo cuidaron en su infancia.

En la primera visita que había hecho Odalis a Turambar, Elden no había estado presente porque su maestro le había hecho una encomiendo. Por eso no entendía como Odalis sabia su nombre.

Elden había quedado prendado de Odalis, su canto era como el llamado de las sirenas, atractivo y seductor al oido, el se encontraba recolectando frutas y semillas para los invitados que tendría su maestro, pero en cuanto escucho aquella voz que parecía que lo llamaba no pudo resistirse, dejo su labor  y siguió la melodiosa voz que había latir su corazón tan fuerte que parecía que rompería sus costillas con cada latido.

Vio sobre el pasto bajo la sombra de un árbol a dos mujeres, eran hermosas, al principio creyó que eran hadas, pero no estaba seguro, en otras ocasiones había visto esas deidades y estas eran diferentes. Una de ellas era rubia de cabello largo, su piel blanca sedosa, su rostro de finas facciones tenia las mejillas sonrojadas y sus ojos azules dejaban escapar pequeñas lágrimas saladas conmovida al escuchar la canción que entonaba la más joven de las mujeres, sin duda esa mujer rubia parecía un ángel.

Pero cuando sus ojos se centraron en la más joven pudo sentir un calor recorrer su espina dorsal, erizando su piel, era quizás la reacción al escucharla cantar pero estaba emocionado y no podía describir lo que sentía, solo sabía que tenía la necesidad de tocarla para saber si era real o solo producto de su imaginación.  

Así lo hizo mientras se prolongaba la canción y la voz seductora de la joven se elevaban en ciertas notas, no perdió detalle de nada, sus ojos admiraron el color castaño de su larga melena en la que se formaban rizos perfectos, no podía saber el color de sus ojos ya que sus parpados rosados lo escondían, pero admiro esas largas pestañas curvas majestuosas enmarcando una miraba que debía ser lo más hermoso que pudiera imaginar, una nariz pequeña y afilada, unos labio carnoso que se movían sensuales con cada nota, su largo cuello, su piel aterciopelada tostada por el sol, era joven quizás mas que el pero eso no le importaba, un magnetismo lo hacía acercarse cada vez mas.

Draco Nos Volvemos A Ver (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora