El orden natural de las cosas había llegado por fin a la vida de los Malfoy, los años y los golpes duros que recibieron en la guerra habían hecho que esta familia cambiara, ya nada quedaba de la presunción y altivez por las viejas creencia, todo había cambiado desde que Draco había decidido unir su vida a la de Hermione.
En nada se arrepentía el rubio, por el contrario estaba agradecido de haber tenido la oportunidad de encontrarse de nuevo en su camino a su castaña, y formar una familia solida y grande como secretamente siempre lo deseo.
La mansión familiar siempre había sido imponente, llena de lujos, de grandeza y extravagancias que enaltecía su condición de abolengo de refinadas formas y estrictas normas. Y ahora aun manteniendo esa estructura por primera vez fue un hogar cuando en sus paredes retumbaban las risas felices, los llantos infantiles y los gritos de júbilo.
Ya no habría solo un heredero que cumpliera aun en contra de su voluntad con los designios de sus ancestros de mantener la pureza de la sangre. Sus hijos tendrían la oportunidad de elección que él no había tenido en su momento. Se casarían por amor y no para mantener la casta pura, elegirían que hacer con sus vidas y tendrían vidas más felices y menos duras lejos de las infamias de la guerra.
Draco había sido el primero en romper con ese linaje de pureza y estaba orgulloso de ello, completamente complacido de haber tomado esa primera decisión por si solo, a pesar de la censura y de las críticas de la sociedad formo al lado de Hermione una familia solida, amorosa, rodeada de amigos fieles y sinceros, de personas autenticas a las que no les importaban el dinero o las influencias que pudiera poseer.
Ahora, ese muchacho rebelde de buen porte, aquel renegado, ese niño insolente y altanero que gozaba de mostrar su superioridad humillando, ese chiquillo solitario que alguna vez se jacto de tener un gran apellido y una fortuna cuando le hacia falta amor, ese ex mortifago temible y arrogante, ahora es un hombre.
Un hombre de principios que ama a su mujer y a sus hijos, que aprendió a tratar a todos como sus iguales sin importar su condición social o su dinero, un hombre que reconoce sus errores y que aprendió de ellos, un hombre que daría la vida por ver felices a sus seres amados, un hombre que no ha perdido su orgullo pero adquirió otros valores que le hacen mantener el equilibrio.
Y ese hombre maduro vestido con su mejor traje tomaba de la mano a su amada mujer para llevarla a la pista de baile. Ya no eran unos jovencitos, los años los habían cambiado, el pelo les habia encanecido y un par de sabias arrugas se habían formado en sus rostros, sin embargo, sus corazones eran jóvenes, se amaban igual que el primer día o incluso más.
En medio de la pista bailaban como si solo ellos dos estuvieran, se miraban a los ojos y ese brillo travieso y enamorado era el mismo a aquel cuando bailaron su primer pieza como esposos después de esa sencilla ceremonia donde unieron sus vidas.
No necesitaban hablar para sabe que pensaban lo mismo, recordando aquel ayer que los unió de por vida y como aun ahora que los años los habían transformado en personas distintas se seguían amando, mas ahora que bailaban en la boda de la más pequeña de sus hijos.
Fue difícil verla caminar por el pasillo alfombrado de pétalos de rosas blancos y rosados aferrada al brazo fuerte de su orgulloso padre, Hermione derramo un par de lagrimas de emoción al comprobar que su pequeña se había convertido en una bella mujer.
Aun sentían su piel erizada al recordar ese mágico momento, en que Odalis caminaba por ese inmenso pasillo con una sonrisa resplandeciente, estaba hermosa en verdad, enfundada en un precioso vestido de una inmaculada blancura, era sumamente sencillo de tela vaporosa y escote en forma de corazón, se ceñía como un guante al esbelto cuerpo, fue su deseo no usar velo solo una hermosa tiara que muy amablemente había sido prestada por la señora Molly Weasley y que había pertenecido a la ya fallecida tía Muriel, y por lo que sabía era una tradición que las novias en la familia la usaran y por tanto Odalis de alguna manera siempre seria una Weasley.
El cabello de Odalis estaba tan largo que caía como cascada hasta por debajo de su cadera, y entre sus castaños rizos decenas de pequeñas flores blancas salpicaban por todo el largo de su pelo, era imposible no recordar a Valda al verla, algo de su esencia se percibía en la castaña, parecía que irradiaba un brillo especial mientras caminaba con paso firme.
Eleine cantaba con su melodiosa voz, acariciando su vientre crecido de casi 7 meses mientras su hermana se acercaba al altar donde un radiante novio la esperaba. Odalis y Eleine intercambiaron miradas en el justo momento en que la música de violines daba paso a la hermosa voz de la rubia, sonrieron con complicidad porque por extraño que parezca esa canción era el hechizo de protección que le había enseñado, solo algunos conocían esa melodía Scorp, Thor, Leo, Turambar, Elden, Antares e Hydra, el resto que no entendía el idioma de la canción pero admitían que era lo más hermoso que habían escuchado.
Draco entrego a Odalis a su futuro esposo quien tomo su mano con delicadeza para ponerse frente a frente, pronunciaron sus votos con convicción, sin duda se amaban, las miradas de ambos irradiaban emoción y amor. Sus varitas se enlazaron sellando su unión.
Un beso seguido de aplausos y una nueva lluvia de pétalos los cubrió entre las felicitaciones de los invitados.
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Draco Nos Volvemos A Ver (Parte II)
RomanceUna nueva generación se embarca a grandes aventuras, nuevos peligros les acechan y tendran que tomar grandes decisiones para lograr sus metas. Esta Historia es la segunda parte de "Draco Nos Volvemos a Ver"