Habían pasado varios días desde que Manuel estaba de viaje con los niños. Después de la discusión que él tuvo con su ex esposa, Mayte decidió no acompañarlos al viaje, no quería que Manuel tuviese problemas.
Eran alrededor de las 2:00 pm del viernes, Mayte había pasado todo el día sintiendo algunos malestares, por lo que cuando David que en ese tiempo que Manuel había pasado fuera, se acercó bastante a May la llamó para invitarla a dar un paseo, ella se negó y como sabía lo terco que era él, decidió invitarlo a ver una película en su casa.
Sonó el timbre.
-Hola precioso. –dijo abriendo la puerta.
-Preciosa, tú. –la abrazó. -¿Cómo sigues?
-Ya mejor, pero pasa. –se apartó un poco para que David pudiese entrar.
-Te traje algo. –dijo haciendo un gesto que la hizo reír. –Toma, tus favoritos. –le entregó una cajita llena de chocolates.
-Ay, muchas gracias. –le beso la mejilla. –Pero si cada vez que nos vemos me regalas estas cosas, dentro de poco voy a ser una bolita.
-Sí, la bolita más preciosa del mundo. –la miró con ternura.
-No seas payaso. –le dio un golpecito.
Dos horas después, decidieron dejar la película que habían comenzado para otro día ya que Mayte se había comenzado a sentir mal nuevamente; devolvió el estomago unas dos veces, tenía mareos y estaba toda pálida.
-Mayte, ¿de verdad no quieres que te revise un médico? –preguntó preocupado cuando ella salió del baño.
-No David, ya estoy bien. –sonrió a medias.
-No te creo, pero ven te llevo a tu habitación para que descanses. –dijo tomándola en brazos. –Y como yo no me puedo quedar aquí cuidándote, ahorita voy a llamar a Isa para que venga.
-David Manrique, ¡bájame! yo puedo caminar no me estoy muriendo y no vas a llamar a mi hermana. –dijo poniendo los ojos en blanco.
-¡Pero qué terca eres, carambas! Está bien no llamo a Isa, pero sí te voy a llevar en brazos, estás mareada y te puedes caer. –dijo yendo hacía las escaleras.
-Buenas tardes. –dijo seco al ver aquella escena.
-Manuel, no te esperaba ¿qué haces aquí? –preguntó haciendo que David la dejara en el piso rápidamente. –Digo, ¿no llegabas en dos días?
A las afueras del hogar de Mayte.
-Fernando, más vale que lo que me vayas a decir sea importante. –dijo visiblemente molesta.
-Querida amiga, tu Manuel acaba de llegar. –dijo sonriendo al otro lado de la línea.
-¿Qué?, ¿en serio?
-Sí, y a que no adivinas quien está allá adentro con Mayte.
-No... ¿De verdad? –soltó una sonora carcajada. –Pero es que si lo hubiésemos planeado, no nos sale tan bien. Solita se hundió la muy zorra.
-Así es querida, así es. –sonrió.
Dentro de la casa.
-No, si ya vi que no me esperabas. –su mirada era fría.
-Gordo, te extrañe mucho. –se acercó para abrazarlo pero él la detuvo.
-Se nota. –dijo observando a David con ganas de matarlo.
-Manuel, él es David ¿recuerdas que te hablé de él antes del viaje? –dijo tratando de suavizar el ambiente.
-Mucho gusto, Manuel. –le extendió la mano.
-Lástima que no pueda decir lo mismo. –dijo sin estrechar su mano.
-Bueno preciosa, yo creo que mejor me voy.
-Pero no te vayas, si ya vi lo buen amigo que eres de Mayte. –dijo escupiendo las palabras. –Es más, el que se va soy yo para que ustedes sigan a lo que iban a hacer cuando los interrumpí, ¿o me van a invitar a que los acompañe y así disfrutamos los tres? –dijo con una sonrisa cínica y en seguida sintió una fuerte bofetada.
-No te voy a permitir que me insultes José Manuel Mijares. –gritó.
-No, si yo no te estoy insultando. Tú lo hiciste al meter a este tipo a la misma cama donde te entregabas a mí. –esta vez fue David quien lo golpeo fuertemente haciendo que cayera al piso.
-NO TE VOY A PERMITIR QUE LE SIGAS HABLANDO ASÍ A MAYTE, PRIMERO TE MATO. -gritó. -A VER, LEVÁNTATE Y SE HOMBRE, VAMOS. –dijo retándolo.
-Ya basta. –gritó Mayte parándose en medio de los dos. –Manuel vete, vete de mi casa. No te quiero ver por lo que me resta de vida, vete. –le dijo mirándolo llena de odio a punto de llorar. –Y tú David, vas por un vaso de agua y te calmas.
-Me voy, pero esto no se va a quedar así. –le dijo a David.
-Cuando quieras, ya sabes dónde encontrarme.
Manuel salió de la casa y se fue en su coche a toda velocidad.
-Preciosa, discúlpame de verdad pero no iba a permitir que ese imbécil te siguiera insultando. –dijo abrazándola. Mayte comenzó a sollozar. –Todo esto fue mi culpa, es que yo debí hacerte caso. –tomó el rostro de May entre sus manos y le besó la frente. –No me gusta verte así. –le dijo pero en lugar de calmarse, Mayte comenzó a llorar más. -Preciosa, por favor. -susurró apretándola contra su pecho.
Luego de un rato, Mayte había dejado de llorar pero seguía sumergida en sus pensamientos.
-Preciosa. –dijo David acariciándole el cabello. -¿Por qué no vas a darte una ducha mientras yo te preparo algo de comer?
-No tengo hambre, David. –respondió sin ánimo.
-A ver Mayte, mírate estás muy débil. –la ayudo a levantarse del sillón. –Vamos, no quiero que ese malestar que has tenido todo el día se vaya a convertir en algo peor. Sube, te das una ducha y esperas a que yo te prepare algo.
-Si no tengo otra opción, está bien. –dijo comenzando a subir las escaleras.
Por otro lado, Manuel acababa de llegar a un bar sentía la necesidad de tomar todo el alcohol necesario para borrar de su mente lo acontecido en casa de Mayte, o por lo menos olvidarlo por algunas horas.
David termino de preparar la cena de Mayte y subió a su recamara. Tocó varias veces a la puerta, pero ella no respondió por lo tanto decidió entrar.
-¿May? –dijo dejando la charola en el buró y se acercó a la puerta del baño. -¿Preciosa, estás bien? –preguntó al escuchar a Mayte devolviendo el estomago.
-Sí David, ya salgo. –respondió.
Dos minutos después salió de baño.
-Mayte, te ves muy mal. –dijo yendo a ayudarla.
-Oye, gracias por el piropo. –forzó una sonrisa.
-Perdón, perdón. –la ayudo a sentarse en la cama. –Mira, te prepare el famoso “caldo cura penas” de mi madre, no creo que me haya quedado tan bien pero hice mi mayor esfuerzo.
-No te hubieses molestado David, de verdad.
-No es ninguna molestia, yo encantado de servirte. –le toco la punta de la nariz con su dedo índice. –pero ya es hora de irme, es tarde y tú tienes que descansar. Te comes todo, eh... Nos vemos mañana, descansa.
-Tú igual. –David le beso la frente y se fue dejando a Mayte con un caos en su interior.