Varios minutos después ya se encontraban a las afueras del hogar de Mayte.
-¿Te quedas a dormir? –preguntó mirándolo fijamente.
-Si la señorita me lo permite, por mi encantado.
-Entonces apaga el coche y vamos adentro. –sonrió y Manuel hizo lo que Mayte le acababa de decir para luego bajar del coche y entrar juntos a la casa.
Entraron y se dirigieron directamente a la habitación, Mayte buscó su pijama y entró al baño mientras Manuel se despojo de su ropa quedándose solo con su bóxer para acostarse. Diez minutos después Mayte salió del baño con el pijama puesto, se tumbo al lado de Manuel y él la abrazó por la cintura subiéndola a su pecho desnudo.
-No sabes cuantas noches soñé estar así contigo. –dijo haciendo pequeños círculos en su pecho con el dedo índice.
-En cambio a mí jamás me pasó por la cabeza. –sonrió irónicamente.
-¿Recuerdas el “romance” que tuvimos cuando éramos chavos?
-Ni me lo recuerdes, no sé donde tenía la cabeza ¿Cómo pude ser tan imbécil para no darme cuenta...
-Shhh no digas nada. –Mayte lo calló poniendo su dedo índice en los labios de él.
-Está bien, mejor vamos a dormir mira que ya es tardísimo. –dijo apagando la luz. –Dulces sueños, mi amor –depositó un beso en su frente.
-Dulces sueños, gordito. –sonrió y cerró los ojos quedando así completamente dormida.
Manuel contempló por un largo rato a aquella mujer que tenia entre los brazos mientras dormía; parecía un ángel, sí, su ángel.
Dos semanas después.
Manuel despertó a las 8:15 am aun con Mayte aferrada a él. Al verla sonrió y le fue inevitable depositar un beso sobre sus pequeños labios rosados acto que provoco que Mayte abriera sus ojos lentamente.
-Buenos días, preciosa. –dijo acariciando su espalda por encima de la tela del pijama.
-Buenos días, gordito. –lo miró fijamente y sonrió. -¿hace mucho que despertaste?
-Hace unos cinco minutos. –le devolvió la sonrisa.
-¿Cómo dormiste?
-A tu lado, perfectamente. –se volteó quedando encima de ella y le dio un beso profundo. -¿A qué hora tienes que estar en el Auditorio? -ese día luego de unos meses de arduo trabajo, las Pandora por fin se presentarían en el Auditorio Nacional.
-Como a las 2:00 pm, ¿Por? -respondió acariciando su cabello.
-Eso quiere decir que todavía nos queda mucho tiempo. -dio una sonrisa picara. Le beso el cuello lentamente haciéndola vibrar por completo mientras hacia un recorrido con sus manos desde las piernas hasta llegar a su cintura. Manuel la despojo de su bata y se sacó los pants, quedando completamente desnudos se dedico a recorrer y explorar cada rincón del cuerpo de Mayte como si fuese la primera vez, y es que las manos de un hombre que se saben mover sobre el cuerpo de una mujer, son como pinceles en un lienzo.
Horas más tarde.
-Buenas tardes. -subió al escenario saludando con una sonrisa de oreja a oreja a todos los presentes.
-Mayte, ¿donde andabas metida? Debías haber estado aquí hace una hora. -comentó Isabel un poco enojada y estresada.
-Ila, pero nada más ve la sonrisa que carga, es obvio donde o mejor dicho con quien estaba. -dijo riendo mientras las mejillas de Mayte se pintaban de rosa.
-Bueno, lo importante es que ya estoy aquí ¿no? -respondió nerviosa pero con una sonrisa dibujada en el rostro.
-Niñas, a ensayar miren que tenemos el tiempo contado. -gritó Ale Tamargo a lo lejos.
Terminaron de arreglar algunos detalles para luego irse al camerino a maquillarse, cambiarse de ropa, etc. Los minutos pasaban y los nervios aumentaban para cada una, no porque les fuera mal, al contrario a ellas siempre les iba bien en sus shows pero presentarse en el Auditorio era muy diferente, aquel lugar imponía, todo debía salir perfecto para que las más de 10.000 almas que las iban a ver ese día se fueran satisfechos a sus hogares al culminar el concierto.
Las banquetas del Auditorio se fueron llenando una a una al pasar de los minutos, en el lugar no entraba un alma más, las luces se apagaron y se empezó a oír un coro ensordecedor que gritaba ¡Pandora, Pandora! Una y otra vez como si lo hubiesen ensayado todo el día, de un momento a otro empezaron a sonar los primeros acordes musicales mientras se encendía una luz que dejaba ver tres esbeltas siluetas saliendo al escenario. Los gritos cesaron por un momento para escuchar aquellas tres hermosas voces que entraron por los oídos de todos y cada uno de los presentes provocándoles infinitas emociones, y hasta arrancándole lagrimas a más de uno.
Un par de ojos color marron claro que se encontraban en algún lugar del público se centraron en Mayte deleitándose con el más mínimo movimiento que esta hacía. Mayte sintió sobre su cuerpo la mirada penetrante de aquel individuo, se dedico por un momento a buscar entre el púbico al dueño de aquella mirada y sonrió ampliamente cuando lo vio en segunda fila, él le devolvió la sonrisa y ella siguió cantando, esta vez para él.
Manuel se pasó todo el concierto ansioso por que se acabara rápidamente, y no por otra cosa más que llevar a Mayte a su casa, donde le tenía una sorpresa preparada, aunque por momentos sentía crecer unos enormes ¿celos? En su interior, uno de los músicos aprovechaba cada acercamiento de Mayte para coquetearle y ella le seguía el juego.