Capitulo 15.

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Al día siguiente.

-Buenos días, gordita. –dijo entrando a la sala.

-Buenos días hermana, ¿Cómo dormiste?

-Muy bien. –sonrió. -¿Dónde está Joss? ¿No va a ir al colegio?

-Chi, ya Joss está en el colegio.

-¿Cómo? ¿Qué hora es?

-Diez con quince...

-¿Dormí tanto así? –dijo con los ojos muy abiertos. –Qué barbaridad. Por cierto, ¿a qué vino Manuel anoche? ¿Qué era eso tan importante que quería decirte? –preguntó con enorme curiosidad.

-Vino a pedirme que te convenciera de que le dieras una oportunidad de hablar contigo.

-Ya Isabel, no me digas más nada. Yo no quiero escuchar nada de lo que me tenga que decir ese señor.

-A ver, ¿Quién te entiende Mayte? Hace un momento te estabas muriendo de curiosidad por saber a qué vino Manuel y ahora que te digo, me callas. –miró al cielo.

-Isabel, pero...

-Mayte, no te estoy pidiendo que vuelvas con él, simplemente dale la oportunidad de que te explique las cosas, además tú también tienes algo que aclararle ¿o no? –Mayte asintió. –Chi, yo sé cómo te sientes, pero no pierdes nada con escucharlo, ya después tu decidirás si quieres seguir a su lado o no.

-Está bien, tú ganas. –Aceptó -¿Cuándo le vas a hablar?

-¿Yo? La que tiene que hablarle eres tú.

-Isabel. –replicó.

-Ya pues, ¿me pasas mi celular? –Mayte le pasó el aparato que tenía al lado e Isabel lo tomó y marcó algunos números. -¿Bueno?.. Hola gordo, te tengo buenas noticias... –Mientras Isabel hablaba, Mayte intentaba acercarse para escuchar pero ella se alejaba. – Sí, tengo unas... A ver, escucho... ¿Qué? Si, si claro no te preocupes, adiós. –finalizó la llamada.

-¿Y? ¿Qué te dijo? –preguntó ansiosa.

-Hermana, Manuel va a pasar a las 7:00 pm a recogerte en tú casa, así que ve por tus cosas que tenemos que ir a comprarte un vestido.

-¿A comprar un vestido? ¿Para qué? –preguntó sin entender nada.  -¿A dónde me va a llevar Manuel?

-¿Acaso no confías en tu hermana? –preguntó haciéndose la ofendida.

-Isabel, estás loca. –rió y fue a hacer lo que le había dicho su hermana.

Mayte e Isabel pasaron el resto de la mañana y parte de la tarde de tienda en tienda buscando el vestido perfecto. En realidad Mayte no necesitaba un vestido nuevo, ya que tenía muchos y muy bonitos que le habrían servido, pero Isa necesitaba una excusa para mantenerla distraída por un buen rato. A decir verdad Mayte estaba un poco aburrida ya que por más que trataba, Isabel no le decía absolutamente nada de lo que sabía. Eso de comprar un vestido sin saber para qué lo usaría, estaba poniendo de mal humor a Mayte.

-A ver Isabel, o me dices lo que te dijo Manuel o no compro nada y en este momento me voy. –dijo seriamente.

-¿Te podrías calmar?

-No Maria Isabel, ese señor y yo no estamos en las mejores condiciones como para que yo me este comprando una vestido para salir con él.

-Está bien chi, tú ganas. –dijo dándose por vencida. –Manuel te está preparando una sorpresa que te va a encantar, pero no te puedo decir más. –Mayte puso los ojos en blanco y se dio la vuelta para salir de la tienda e irse, pero con el enojo que traía no se dio cuenta que venía una persona con la que tropezó.

-Disculpe señor, no lo vi. –dijo levantando la mirada para verlo. Aquel hombre era fornido, media alrededor de 1.83 metros, mirada clara y piel dorada, tenía más o menos la misma edad que Mayte y en su cabello se dejaba ver uno que otro mechón plateado que lo hacían ver más atractivo.

-No te preocupes preciosa, no pasa nada. –respondió con una sonrisa que enamoraría a más de una. –Definitivamente hoy es mi día de suerte, mira que no todos los días uno se topa con una mujer tan hermosa. David Manrique. –le extendió la mano.

-Mucho gusto David. –junto su mano con la de él. –Mayte Lascurain.

-El gusto es mío, preciosa. –dijo llevándose la mano de Mayte a los labios para depositarle un suave beso, acto que provoco que Mayte sonriera nerviosa y su pecho de pintara de rojo.

-Chi, pensé que te habías ido. –dijo interrumpiendo la escena.

-Insisto, hoy es mi día de suerte. –le sonrió a Isabel.

-David, ella es Isabel, mi hermana.

-Mucho gusto Isabel. –le tomo la mano entre las suyas y la besó. Ella le sonrió. –En este momento soy el hombre más envidiado de este lugar, es que yo debí haber hecho algo muy bueno como para que Dios me pusiera en el camino a tan preciosas hermanas. –comentó provocando las risas de Isabel y Mayte.

-Bueno David, fue un gustazo conocerte pero ya no tenemos que ir.

-Qué poco me duró la suerte.  Adiós Isabel. –le besó la mano. –Ojalá pronto volvamos a coincidir, preciosa. –dijo acercándose a Mayte y besarle la mejilla, para luego tomar su mano y depositarle otro beso. –Adiós.

-¿Le gustas? –preguntó Isabel cuando David estuvo lejos.

-Isabel, lo conocí cinco minutos antes de que tú llegaras, ¿Cómo crees que le voy a gustar?

-Existen casos, chi. –Mayte puso los ojos en blanco. -Yo pensé que lo conocías de hace tiempo, te trato con tanta familiaridad...

-Mejor vamos a lo que vinimos, ya me quiero ir.

Casi tres horas después, Mayte se encontraba en su casa arreglándose. El vestido que había comprado era precioso. Mayte se sentía nerviosa, pero a la vez molesta. Se dio una última mirada al espejo tratando de convencerse de que estaba haciendo lo correcto cuando sintió el sonido del timbre.

-Buenas noches. –dijo con arrogancia al abrir la puerta.

-Mi May, estas preciosa. –la miró de arriba abajo. Mayte traía un vestido negro ceñido al cuerpo, un delicado encaje cubría parte de su pecho y bazos. Su cabello rubio caía en olas por sus hombros y un maquillaje ligero le hacía resaltar su belleza.

-Gracias, ¿nos vamos?

-Eh, si. –respondió sin dejar de mirarla. Mayte recogió su pequeña bolsa de mano y salieron de la casa.

Nunca dejé de amarte. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora