Pasaron cuatro semanas y ninguno supo del otro. Manuel le marcaba casi a diario pero Mayte no contestó alguna llamada, ella era muy orgullosa y él muy estúpido. Si no hubiese tomado tanto aquel día, si no se hubiese alterado cuando estaban en el Auditorio, la situación sería otra.
Ese día, por fin Isabel había convencido a su hermana de salir del encierro de su hogar.
-Mayte, que bueno qué aceptaste venir al cine con nosotros. -dijo emocionado. -Ya extrañaba salir contigo y mamá. -Mayte sonrió.
-Ay, ven acá que te voy comer a besos. -Joss bromeando hizo un gesto de desagrado para luego dejarse besar por su tía. -Tú tampoco te salvas eh, ven. -abrió los brazos para que Isabel se acercara.
-Los amo tanto. -una lágrima de felicidad corrió por su mejilla.
-Ma, ¿Estas llorando? -preguntó aburrido y Mayte soltó una carcajada.
-José Manuel, no invalides mis lágrimas.
-Bueno ya, vayan a escoger la película mientras yo voy al baño.
Isabel y Joss fueron a ver qué películas estaban en cartelera, y se decidieron por una de dibujos animados.
-Tía Isa, Joss. -dijeron los niños al unísono.
-Lucerito, José. -Isabel besó y abrazó a cada uno, Joss también los saludó.
-Hola. -dijo Manuel apareciendo unos segundos después.
-¡Tío!. -se acercó a Manuel y lo abrazó.
-Hola, campeón. -le despeino un poco el cabello con la mano. -Isa, qué gusto verte. -la abrazó.
-Igualmente, gordo. -sonrió.
-¿Vinieron solos?
-No, estamos con... -dijo siendo interrumpida por Manuel.
-Mayte.
-Si -logró decir antes que Manuel saliera corriendo y al voltear vio como Mayte se desvanecía, por suerte Manuel había llegado antes que ella cayera al piso. La tomó en brazos y la depositó en una silla que estaba a pocos metros. Isabel corrió a donde estaban.
-Mayte, despierta. -decía Manuel una y otra vez preocupado mientras le echaba aire con las manos.
-¿Gordo? -preguntó abriendo los ojos.
-Gracias a Dios. -Isabel suspiro de alivio.
-Si mi May, soy yo. -le acarició el cabello.
-¿Qué me pasó? -preguntó recuperándose pero todavía con los labios pálidos.
-Chi, te desmayaste. -le pasó una botella de agua. -Tenemos que ir a un médico. -ordenó
-No Isabel, ya estoy bien. -sonrió incorporándose en su asiento.
-Mi amor, Isabel tiene razón.
-Me llamo Mayte, ¿recuerdas? -lo miró fríamente. -Es más, ¿qué haces aquí?
-Mayte. –la miró con los ojos muy abiertos. -Gracias a que Manuel llegó, no estás tirada en el piso.
-Ajá sí, qué oportuno. -puso los ojos en blanco.
-Tía, ¿estás bien? -preguntó Joss acercándose.
-Si mi vida, seguro me desmayé porque últimamente no he comido bien.
-Mayte, ¿porqué no has comido bien?
-Isabel, por favor. -replico -¿Escogieron la película? -preguntó cambiando de tema. En ese momento llegaron Lucerito y José Manuel a donde estaban todos. -Hola mis amores. -sonrió tiernamente.
-Hola May. -dijo Lucerito abrazándola.
-Hola José Manuel, ¿Como estas?
-Hola Mayte, bien. -le sonrió.
-Ma, vamos a comprar los boletos. –dijo Joss.
Isabel, Mayte y Joss compraron los boletos, palomitas y bebidas para luego pasar a la sala donde verían la película. Cinco minutos después Mayte observó como Manuel y sus hijos entraban a la sala, y para su desgracia les habían tocado los tres asientos que estaban a su lado, por lo que Manuel aprovechó y se sentó junto a ella.
-Hola. -le dijo al oído cuando estuvo sentado. Mayte sintió como un escalofrío trazó un camino desde la nuca hasta la espalda baja.
-Si no quieres salir de aquí bañado en palomitas y gaseosa, mejor ni me mires. -dijo sin voltear a verlo.
-Qué agresiva. -rió y Mayte lo fulmino con la mirada.
El resto de la película trascurrió tranquilamente, y aunque Mayte sentía la mirada de Manuel sobre su rostro, el no le volvió a decir ni una sola palabra.
8:30 pm, casa de Isabel.
-Gorda, ¿no te molesta que me quede aquí esta noche? Es que me siento muy cansada y no quiero manejar.
-Para nada chi, sabes que yo soy la más feliz cuando tú estás aquí. -la abrazó.
-Buenas noches. -dijo entrando a la sala.
-Verdaderamente, hoy no es mi día de suerte. -comentó poniendo los ojos en blanco.
-Gordo, ¿qué te trae por aquí? -preguntó Isabel.
-Isa, disculpa que haya venido a estar hora y sin avisar, pero es que necesito hablar contigo un asunto muy importante. -respondió haciendo énfasis en “muy”. Isabel le hizo un gesto para que tomara asiento.
-Gorda, yo me voy a descansar. Te quiero.
-Yo también te quiero. -dijo Manuel sonriendo. May abrazó a Isa y se fue ignorando a Manuel por completo.
-Soy toda oídos. –dijo al momento que Mayte estuvo fuera de su vista.
-Necesito que me ayudes con Mayte.
-¿Con Mayte? ¿Ayudarte a qué?
-Me imagino que sabes lo que paso aquel día. –dijo con la mirada baja.
-Imaginas bien, y la verdad es que no te pienso ayudar. No quiero volver a ver a mi hermana sufriendo por ti.
-Isa, por favor. –la miro suplicante. –Lo que pasó entre esa mujer y yo fue un grave error que yo en mis cinco sentidos jamás hubiese cometido, ¿Cómo crees que iba a echar a la basura todo lo que tenía con Mayte por un simple acostón?
-Está bien gordo, voy a hablar con mi hermana, pero no te prometo nada.
-Gracias. –la abrazó. –Yo creo que ya debería irme, que tengas una linda noche.
-Tu igual. –se despidió.