Entró al baño y al echar la vista a un lado sus planes cambiaron, Mayte estaba en la tina, él sonrió y se sacó la ropa.-¿Qué haces? –dijo habiendo los ojos.
-Me voy a bañar. –se acercó. -¿te corres hacia adelante?
-¿Qué? No, ahí está la ducha.
-Vamos May, yo sé que te mueres porque esté ahí contigo. –le guiñó el ojo, ella sonrió y se corrió un poco para que pudiese entrar, se sentó detrás de ella y luego la tomó de la cintura atrayéndola hacía él. Mayte apoyo la cabeza en su hombro. –Te amo. –le dijo al oído mientras acariciaba su abdomen.
-Prométeme que no vas a volver a desconfiar de mi ni precipitarte a los hechos. -volteó para mirarlo a los ojos.
-Lo prometo. -sonrió.
-Conste, ¿eh? -le devolvió la sonrisa y se acomodó en su posición anterior. -Oye, no. -dijo al sentir las manos de Manuel hacerle cosquillas y comenzó a reír.
-Te faltó algo. -dijo haciendo pucheros.
-Ah sí, decirte que está noche duermes en el sillón. -contuvo la risa.
-¿Cómo? -Mayte soltó una carcajada.
-Que te amo, tonto. -se volteó para besarlo. -te amo más allá de todo.
-Y yo te amo a ti, mis hijos y tú son lo mejor y más bonito que me ha podido pasar en mi vida. -le acaricio la mejilla.
-Ay, gordito. -sonrió y se volvió a acomodar sobre su pecho y él la abrazó.
Estuvieron ahí por un rato más, Manuel salió y la tomó en bazos.-Gordito, vamos a mojar todo.
-No importa. -la besó. -Mm, ¿qué fue eso? -se separó lentamente.
-Mi estómago. -se mordió el labio.
-¿Tienes hambre?
-Mucha. -le susurró al oído.
-Mi May, mi May. -sonrió. -Después dices que soy yo.
-Manuel. -le dio un golpecito en el pecho.
-Ya bájame para vestirme.
-Si me das un beso.
-No, no te voy a dar un beso. -volteó el rostro.
-¿No? Eso lo veremos. -la tiró en la cama y se acostó sujetándole las manos por encima de su cabeza mientras acariciaba su cuerpo.
-Gordo, ya. -su respiración estaba agitada.
-¿Me vas a dar mi beso? -negó con la cabeza. -¿No? Okey. -le sostuvo el rostro y se acercó a sus labios mordiéndolos suavemente, cuando ella intentó besarlo la soltó y se levantó rápidamente.
-Puedes vestirte. -sonrió.
-Eres un pesado, Mijares. -se levantó y enseguida sintió la mano de Manuel chocar contra su glúteo derecho seguido de un ardor. -Ay ca... Ouch. -lo escuchó reír.
Tres meses después.
-Buenos días mi amor. -dijo estirado el brazo para atraerla hacia sí. -¿Qué haces tú aquí? -abrió los ojos encontrándose con Sophia quien lo miraba estirando sus bracitos hacia él. -¿Quieres que te cargue? Ven aquí. -la tomó subiéndola a su pecho.
-Buenos días gordito. -salió del baño y se colocó frente al espejo para terminar de arreglarse y después se acercó a la cama para darle un beso a Manuel.
-¿A dónde vas?
-Mi amor, recuerda que tengo que buscar los vestidos. -tomó a Sophia. -Y tú tienes que ir por los niños, así que ve a bañarte mientras yo preparo el desayuno.
-Cierto, lo olvidaba. -se levantó. -Espero no morir con una intoxicación. -contuvo la risa.
-De verdad que eres un pesado. -puso los ojos en blanco y salió de la habitación.
Hacer un desayuno decente no le iba a resultar nada fácil, la última vez tuvieron problemas estomacales durante todo el día, rió al recordarlo. Movió la cunita que estaba en la sala hacia la cocina y dejo a la bebé allí mientras buscaba que hacer. Optó por lo más fácil y rápido, picó un poco de fruta y preparo dos tazones de cereal con leche.
-Listo. -dijo al terminar de poner la mesa y sintió las manos de Manuel en su cintura.
-Mm, que rico se ve. -rió. -Toda una chef.
-No te burles, fue lo único que se me ocurrió. -rió con él.
-Por lo menos sé que no voy a morir envenenado. -Mayte encarno una ceja.
-No estés tan seguro Mijares, no viste cuando prepare todo ¿qué sabes si le eché raticida?
-Entonces quedara en tu conciencia, Lascurain. -le guiñó el ojo. -Vamos a comer me muero por saber cómo quedó. -se sentaron. -A ver, mm delicioso. -Mayte soltó una carcajada.
-Ya, no seas payaso.
-Pero si es verdad, no cualquiera hace frutas y cereal con leche tan ricos. -sonrió y le dio un beso fugaz. Al terminar ambos salieron, Mayte en su coche con Sophia y Manuel en el suyo.
May pasó buscando a Isabel y Fernanda quiénes la iban a acompañar a buscar los vestidos.
-May querida. -saludo Renata. -Isa, Fer ¿cómo están?
-Muy bien, Re. -dijo.
-Y esta princesita. -la tomó de los brazos de Isa. -Cada día está más hermosa. - Sophia le regaló una sonrisa. -Mírala. -sonrió. -Vengan por aquí, May anoche le hicieron los últimos retoques a tu vestido. -abrió la puerta para acceder a un salón donde estaban los vestidos y probadores. -Ahí está. -dijo cuando estuvieron dentro señalando un maniquí.
-Es precioso. -dijo Isa.
-No lo puedo creer, que maravilla. -dijo Fer.
-¿Y tú, May? -las tres voltearon a verla, ya que no decía nada. -¿No te gusta? -dijo con la mirada llena de angustia.
-No, no ¡Está bellísimo, Re! -dijo por fin.
-Uff, me asustaste. -rió. Le entregó a Sophia y se acercó para sacarlo del maniquí. -Ve a probártelo mientras busco los otros.
Luego de probarse el vestido fueron a comer. Mayte dejó a Fernanda en su casa y siguió hacia la de ella con Isa. En el camino establecieron una charla muy entretenida que poco a poco se fue tornando un poco sentimental y ambas terminaron llorando.