Capitulo 20.

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Horas más tardes ya se encontraban en las afueras del colegio de Lucerito y José Manuel; Manuel se había bajado del coche para esperar que los niños salieran. De pronto sintió el sonido de la puerta trasera abrirse y en seguida entro por sus oídos la voz de los pequeños, al mismo tiempo Manuel entraba al coche, la miró y le sonrió.

-Hola mis amores. –dijo volteándose para ver a los niños.

-¡May! –dijeron al unísono. Cada uno la beso y abrazo.

-¿Qué tal les fue? –preguntó.

-Muy bien, ya por fin tenemos vacaciones. –dijo José con alegría.

-Me contenta mucho. –le sonrió con ternura.

-¿Tienen hambre? –preguntó Manuel encendiendo el coche.

-Mucha, ¿Qué vamos a comer?

-Lo que ustedes quieran, princesa. –la pequeña miro a su hermano con complicidad.

-¡Queremos pizza! –dijeron. Manuel miro a Mayte.

-Yo también quiero pizza. –sonrió.

-Perfecto, comeremos sushi. –dijo conteniendo la risa.

-Papi, sushi no. –dijo la nena haciendo puchero. –somos tres contra uno, ganamos por mayoría. –Manuel rió.

Manuel condujo por varios minutos hasta que llegaron a un restaurante, ordenaron, y mientras esperaban José y la nena fueron a jugar a un pequeño parque junto a algunos niños.

-José, nena quiero hablar con ustedes, vengan. –dijo Manuel acercándose a donde estaban los niños.

-¿Qué paso, pa? –dijo José sentándose junto a la nena. Manuel tomo la mano de Mayte y le sonrió, buscó las palabras exactas para decirle a los niños lo que sucedía entre Mayte y él, mientras ellos escucharon atentos sin decir nada.

-Papi, entonces si tú eres el rey y May es la reina ¿Se van a casar? –preguntó la nena luego de un momento.

-¿Van a tener un hijo? –dijo José. Aquellas preguntas los hicieron poner más nerviosos de lo que estaban.

-Mis amores, eso no lo sabemos todavía... –dijo May siendo interrumpida por Manuel.

-Si fuera por mí, ya estaríamos casados y con un equipo de fútbol. –dijo sonriendo. Mayte le dio un golpecito con el codo.

-¿Un equipo de fútbol? –preguntó haciendo pucheros. –No, yo quiero una hermanita para jugar a las muñecas.

-No, mejor el equipo de fut ¿me dejarían jugar con ellos? –Los dos rieron al ver la inocencia de los pequeños.

-Claro que sí, campeón. –respondió Manuel.

Rato después ya habían dejado a los niños con su mamá, y ellos se encontraban en el coche camino a la casa de Mayte.

-Viste que mis hijos te adoran. –le beso la mano.

-Y yo a ellos, nunca pensé que iban a tomar las cosas tan bien. –sonrió. Manuel estaciono el coche a un lado de la carretera. -¿Qué pasa?

-Pasa que manejando no puedo hacer esto. –dijo enredando su mano en la rubia cabellera de ella, atrayéndola hacía él para besarla. –Te amo. –dijo mordiendo el labio inferior de Mayte.

-Y yo a ti gordito, no te imaginas cuanto. –juntaron sus frentes y se volvieron uno a través de sus miradas. Acto que fue interrumpido por el sonido del móvil de Manuel.

-¿Bueno? Hola reina... ¿Pasa algo? –preguntó con el ceño fruncido. -¿Ahora?..Está bien, en media hora estoy allá.

-¿Todo bien? –dijo jugando con un mechón de su cabello.

-No lo creo. –puso el coche en marcha. -¿Te importaría quedarte en el coche mientras hablo con Lucero o prefieres que te deje en casa de Isa?

-No gordo, todavía estamos cerca, y si me dejas en casa de Isa no creo que llegues en media hora, como dijiste. –le sonrió.

Mientras manejaba, Manuel iba preparándose para lo que iba a escuchar. Aunque su ex esposa no se lo había dicho, él sabía perfectamente de lo que se trataba; estaciono el coche frente a la casa.

-No me tardo. –dijo besando a Mayte, para luego bajarse.

Mientras Mayte esperaba a Manuel, recibió una llamada que la sacó de sus pensamientos.

-Hola preciosa.

-David ¡qué alegría escucharte!, ¿cómo estás?

-Muy bien preciosa, ¿y tú?

-Me contenta mucho, muy bien.

-Oye May, ¿quieres ir a cenar mañana con este galán? –Mayte rió al otro lado de la línea.

-Ay corazón, me encantaría pero no voy a estar en México.

-No me digas eso, me rompes el corazón.

-Qué dramático eres. –carcajeó.

-Entonces, cuando vuelvas ya sabes que tenemos que ir a cenar. –dijo con voz seductora.

-Claro que sí David.

-Bueno preciosa, no me quisiera despedir pero debo atender algunos asuntos. Adiós y cuídate mucho.

-Tú igual. –finalizó cortando la llamada. En ese momento levantó la vista y observo como Manuel salía de la casa todo rojo y con los puños apretados.

Llego junto al coche, se subió y golpeó en volante con fuerza. Mayte dio un respingo.

-Gordito. –le acarició tratando de calmarlo.

-Disculpa Maytecita, no vuelve a pasar. –le sonrió.

-Ya amor, no sé lo que haya pasado allá adentro pero poniéndote así no ganas nada. –dijo con ternura.

-Tienes razón, pero no entiendo porqué se pone así yo también tengo derecho a rehacer mi vida, a querer pasar tiempo con mis hijos y contigo.  –se pasó las manos por la cabeza.

Nunca dejé de amarte. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora