Mayte despertó y al abrir los ojos lo primero que vio fue al amor de su vida dormido a su lado, se veía tan indefenso, por un momento sintió ganas de besarlo pero no lo quería despertar, por lo que decidió levantarse de la cama con cuidado.
Buscó la camisa de Manuel, se la puso y se dirigió a la cocina pues iba a prepararle el desayuno para llevárselo a la cama, aunque si bien es cierto que ella no era buena cocinando porque como le dijo Manuel la noche anterior, a ella “se le quemaba hasta el agua” esta vez haría hasta lo imposible por hacerle un buen desayuno sin “envenenarlo”. –Lo que hace el amor -pensó y soltó una carcajada.
Manuel se encontraba aun dormido cuando de pronto sintió un fuerte olor a quemado el cual lo hizo despertarse y al ver que Mayte no se encontraba a su lado se levanto rápidamente, se colocó su bóxer y decidió ir a buscarla, al bajar las escaleras se dirigió rápidamente a la cocina pues vio que salía mucho humo de ahí, cuando entro vio la cocina hecha un desastre habían ingredientes regados por todos lados, buscó a Mayte con la mirada, y la vio parada en frente de la estufa, traía puesta su camisa -se ve tan sexy. -pensó. Ella trataba de voltear una especie de hot cake que más bien parecía un pedazo de carbón.
-¿Necesitas ayuda? –Dijo abrazándola por la espalda y dándole un beso en el cuello.
-Mi amor, despertaste. –Respondió volteándose para quedar frente a frente y darle un suave beso en los labios.
-Sí, es que me pego un olor a quemado y preferí venir a ver si estaba todo bien. –sonrió.
-Te quería dar una sorpresa. –dijo un poco desanimada –Pero ya ves que no pude.-se encogió de hombros.
-Y vaya que si me la diste –se separó un poco y la miro de arriba abajo.
-Manuel –cuestiono apenada.
-¿Sabes? Mi camisa te queda mejor que a mí. –sonrió y la halo del cuello de la camisa para darle un beso.
-El desayuno. -se giró rápidamente al sentir el humo para apagar la estufa.
-Yo creo que mejor vamos a desayunar a otro lado.
-La idea era que yo lo preparara, y ya ves. –se encogió de hombros. -pero te prometo que la próxima vez no se me va a quemar nada.
-Ven. -la tomó en brazos y se dirigió a la habitación.
-¿Qué haces? -rió.
-No pretenderás que salgamos así a la calle, ¿o sí? –Mayte negó con la cabeza.
Una hora después se encontraban en un café que quedaba a tres cuadras del hogar de Mayte.
-Buenos días señorita, ¿la mesa de siempre? -preguntó.
-Por favor. -sonrió y el joven los condujo a una mesa un poco apartada al lado de un gran ventanal que daba justo al parque que se encontraba frente al lugar. El joven tomo la orden y se retiro.
-¿Vienes muy seguido? –curioseó.
-A veces, cuando me sien...
-Mayte querida, que gusto verte, me tenias abandonada eh. -dijo una mujer interrumpiendo a May.
-Moni, preciosa ¿como estas? –se levantó para darle un fuerte abrazo.
-Muy bien enana, veo que hoy vienes muy bien acompañada. -le guiñó un ojo. -Por cierto, es más guapo en persona. -susurró y Mayte soltó una risita.
-Gordo, ella es Mónica, una muy buena amiga y dueña de este precioso lugar. –le dijo.
-Mucho gusto Mónica. –estrechó su mano con la de ella.
-El gusto es mío, gordo. -dijo haciendo énfasis en esa última palabra soltando una pequeña carcajada. Manuel rió. -Bueno, ya me voy, los dejo para que disfruten su desayuno. Enana, luego hablamos eh.
-Claro que sí Moni, bye. -se despidió.
-Me cayó muy bien tu amiga. –dijo sonriendo.
-Moni es un amor, y está completamente loca. –rió.
-Tu también estás loca. -bromeó.
-Por ti. -le guiñó el ojo y sonrió. Manuel sonrió mirandola con ternura y se acercó dejando un suave beso en sus finos labios.
Rato después en las afueras del hogar Álvarez-Lascurain.
-Bueno, ya llegamos. -dijo soltándose el cinturón.
-¿Nos vemos en la noche? –preguntó.
-Si mi May, al terminar en el estudio paso a recogerte. -le apartó un mechón de cabello de la cara.
-Bueno, hasta el rato gordito. -se acerco y le dio un beso largo para después salir del auto.
-Ay Mayte, ¿qué voy a hacer contigo? –dijo sonriendo mientras May desaparecía detrás de la puerta.
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-Hola gordita hermosa. -dijo saludando alegremente a Isabel.
-Hola chi, ¿y ahora tú? ¿A qué se debe tanta felicidad? -pregunto extrañada.
-A nada gorda, simplemente estoy feliz. -sonrió ampliamente.
-Por cierto María Teresa, anoche te estuve llamando para saber cómo llegaste a tu casa y tu celular sonaba apagado, hace rato también estuve marque y marque y jamás contestaste ¿donde andabas metida?
-Ay Isabel, anoche lo apague porque acuérdate que les dije que estaba muy cansada y no quería que me molestaran. -se encogió de hombros. A Mayte no le gustaba mentir, y mucho menos a su hermana pero no le quedaba de otra, era muy pronto para decirle que ella y Manuel estaban juntos. -Y hace rato estuve con un amigo que me invitó a desayunar. -sonrió recordado los momentos con Manuel.
-¿Un amigo o un pretendiente? -preguntó al mirar el rostro de su hermana.
-Isabel, ya no vayas a empezar. -replicó.
-Está bien, si no me quieres contar tú sabrás porqué. -se cruzó de brazos y hubo un silencio de diez segundos como mucho. -Oye, ¿Por qué no llamamos a Fer para que venga a almorzar con nosotras? -Mayte la miró y sonrió.
-Como tú quieras, gorda. -Isabel le marcó a Fernanda para luego ponerse a revisar algunos pendientes con Mayte mientras Fer llegaba.