T-ODD-O [REESCRIBIENDO] [+18]✔️

CAPÍTULO XXII

[Editado]

Punto de vista de Colette Stansonn

Llegamos a la empresa. Bajamos del auto y tomados de la mano nos dirigimos hacia su oficina.

—Colette, como ahora eres mi prometida tu trabajo en la empresa...

—Yo seguiré trabajando para ti en la empresa, no dejaré que me tengas ahí haciendo nada y solo acomodada como las típicas mujeres que has tenido.

Odd frunció el ceño pero luego asintió.

—Lo que tú digas.

Llegamos al piso pasando por la recepción y encontrándonos a Dina.

—Buenos días—dijo sonriente

—Buenos días—respondí ya que Odd ni la había volteado a ver.

Entramos a la oficina. Odd avanzó hasta su escritorio mientras yo me quedaba de pie frente a la puerta.

Mi mirada corrió por su cuerpo analizándolo completo. Virgen Santísima, este hombre es lo más perfecto que había visto en toda mi vida. ¿Como negar mi enamoramiento? Era absurdo tratar de negarlo cuando se notaba de lejos.

—Si quieres seguir trabajando para mi, ordena estos documentos y luego entrégaselos a Adler.

No. No.

—¿Que tal si los ordeno y luego tu se los das a Adler?

Sonreí sin mostrar mis dientes, no me agradaba la idea de volver a ver a Adler de nuevo, no después de lo sucedido con Odd.

—¿Que tal si haces lo que te digo?

Fruncí el ceño al escuchar su tono de voz.

—¿Hacer lo que tú dices?—elevé mis cejas en modo sorprendido.

—Si—dijo colocando los documentos de nuevo en el escritorio y avanzando hacia mi.

Me crucé de brazos a esperar que se acercara.

—¿Que pasa si no lo hago?—elevé una de mis cejas retándolo.

—No quieres saber—se acercó tomando mi cintura con ambas manos y pegándome a él.

—Dime—dije contra sus labios. No podía ocultarlo más, lo quería a él, todo de él.

—¿Quieres saber?—dijo y asentí. Logré ver como sus ojos no se despegaban de mis labios. Joder—Pues, si no me haces caso, habrán consecuencias, en mi cama.

Tragué duro, sus palabras lograban encender una chispa dentro de mi.

—No quiero hacerle caso Señor Wallace, quiero sufrir las consecuencias.

Ya está. Lo había dicho. Y sus ojos saltaron sorprendidos al igual que mi estómago. Tragué duro de nuevo.

—Stansonn no juegues conmigo.

Sus manos bajaron de mi cintura mandando escalofríos en toda mi espalda.

—No juego Señor Wallace—sonreí mordiéndome el labio, me coloqué de puntitas para tomar su corbata y acercarlo a mi.