Capítulo 7

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Al día siguiente, pasó la peor cosa de mi vida.

Recuerdo perfectamente que llegué a mi casa, después de clases. Estaba muy emocionada porque había sacado nueve en el examen de matemáticas; estaba muy difícil y le había echado muchas ganas.

Llegué al refrigerador y saqué algo para comer, saqué jamón, lechuga. Fui a la alacena y saqué pan. Fue ahí cuando sentí un leve viento en la espalda, y me di cuenta que algo andaba mal. No le tomé importancia. Comí de mi sándwich.
Al terminar, fui a la recámara de mis padres; la puerta estaba cerrada. Y eso me extrañó. Estaba segura de que ellos estaban en casa, estaban los autos y se sentía su vibra. Vaya vibra.
Me asusté cuando al cuarto toque no respondían.
Fui a buscar las llaves de la puerta y abrí la puerta de su recámara.
¿Qué es lo que encontré?
A mis padres amarrados a la cama, degollados y sin vida.
No puedo describir todas las emociones que sentí ese día. Ni jamás podré describirlas.

Horas después, se hallaba la policía, mi familia y los vecinos alrededor de mi casa, viendo cómo estaba la situación. Ahora. ¿Quién se iba a hacer cargo de mí?

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