Parte 21

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Era de noche, me había quedado dormida pero algo me despertó.
Sentía unas manos tocar mi trasero. Era Eric. Aún sin ver conocía sus manos y su forma de tocarme.
No moví ningún músculo, sólo tenía abiertos los ojos.
Se puso detrás de mí, mientras me acariciaba los pechos. Gracias al sexo se me habían agrandado un poco y estaban agradables. A Eric le encantaban.
Me empezó a susurrar algo en el oído mientras restregaba su pene en mi trasero. Lo único que llegué a entender fue que dijo: demuéstrame que me quieres igual que yo a ti.
Como no contestaba, se sentó y me agarró de los brazos estrujándome. Lo miré a los ojos intimidada y él sólo me besó, quiso meter su mano dentro de mis bragas pero lo detuve.

-No quiero Eric, tengo sueño.
-¿ Por qué no? Eres mi mujer y debes complacerme. Vamos, tenemos que reconciliarnos.
-Preferiría que sea mañana, no me siento bien.

Cuando dije eso, fue como si le hubiera dicho alguna noticia que lo hiciera enfadar. Se paró de la cama y fue hacia su closet. Agarró una de sus corbatas. Así es. Me amarró en la cama, no era la primera vez que lo hacía, pero hubiera deseado que fuera la última.

-Te has portado muy mal, preciosa. No mereces que te consienta tanto. Pero qué puedo hacer, te amo tanto. Si supieras cuánto te amo, te daría miedo.- comenzó a decir mientras besaba mi cuello- después de esto, te sentirás mejor, y sabrás que lo mejor que te pudo pasar fue haberte quedado conmigo, mi amor.

Al terminar de decir eso, agarró mis piernas y las abrió. Agarró su pene y lo restregó contra mi clitorís. Trataba de no jadear ni gemir. No quería darle el gusto de saber que lo estaba disfrutando. Pero no aguanté en el momento que me penetró.
Haciendo su pose favorita, comenzó a penetrarme mientras me besaba el cuello.
Después de un rato, me desató las manos. En ese momento estaba muy enojada, no quería arreglar nada, ya no quería complacer sus deseos carnales. Pero él quería seguir.
Quería bajarme de la cama, pero él me agarró de la cintura. Traté de quitarme sus manos de encima pero él era más fuerte que yo, obviamente. Pero saqué todas las fuerzas que tuve y forcejeaba todo lo que podía. Pero quedé en el piso, él sometiéndome presionando su mano contra mi cabeza, y el peso de su cuerpo aplastando el mío.

-Por dios... Quiero que te dejes amar, Molly. Quiero...- besando mi cuello repetidamente- quiero que seas mía. Una y otra vez. Quiero hacerte mía, y quiero que seas una niña buena. Quiero que te portes bien. Y complazcas a tu dueño.

Ay wey, no sé ustedes pero creo que me pasé un poco con los diálogos. Pero ps no importa, ya le faltaba emoción a la cosa, aunque tachen a la Molly de estúpida JAJAJA

Daddy's GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora