Capítulo 3.

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Un día mi amigo Adam (el chico del que les hable) me llevó a su casa para hacer un trabajo que nos habían encargado en clases.
Todo estuvo muy bien; charlamos, bromeamos. Hasta que llegó su hermano. Su bellísimo hermano.
Como toda adolescente loca me quedé embabada por tanta perfección que veía. Hasta que me vió y por pena tuve que mirar a otro lado.

Cuando terminamos de hacer el trabajo Adam y yo, me invitó a comer y yo con gusto acepté.

-¿Quieres papas o... algo?- sonrió Adam.

-Sí, claro- sonreí.- pero antes, ¿me podrías decir dónde está tu baño? (OJALÁ YA ADIVINEN POR DONDE VOY AJJSKSHDKAJHSKAJA)

-Oh sí- respondió pensativo Adam- está al lado del cuarto de Eric. Ahí está en el pasillo.

Con que así se llama, eh.

Fui hasta el pasillo, la puerta de su cuarto estaba abierta (abrida jajdjskhdjak), estaba acostado en su cama; me recargué en el marco y le sonreí.

-¿Se te ofrece algo?- me preguntó.

-Sí, el baño.

-Pues, esta aquí al lado- carcajeó- nos vemos después.

-Por supuesto que sí- sonreí.

Y esa fue toda nuestra plática por ese día, me parecía algo tan imposible.

Daddy's GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora