Ana desde el silencio

CAPÍTULO 15 RUEDA DE LA FORTUNA

Los comentarios de la fiesta de los Rizzuti estaban esparcidos por el pueblo, en su mayoría comentarios positivos, la terrible actitud de Viena había pasado por alto entre la mayoría de los invitados y para Rodrigo Ernesto esto era de mucha satisfacción, todo este barullo de comentarios llegaban a sus oídos de boca de sus empleados e incluso de su mismo hijo, esto le hacía sentir por un momento más tranquilo, al final sus hijas parecían haber encontrado la calma.

Después de la fiesta notaba a Ana Paula verdaderamente enamorada de su esposo, cosa que antes dudaba seriamente, y en el caso de Ana Leticia de cuya infelicidad se sentía culpable en un principio, ahora sentía sosiego al verla no enamorada pero si tranquila junto a un caballero sumamente formal y dedicado.

Era entonces Ana Lucía su única preocupación, aunque la observó animada casi al final de aquella fiesta, sabía gracias a su cuñada que no andaba bien, la partida del joven amigo de la muchacha la había dejado destrozada aunque se negase a admitirlo, y el la conocía bien, su actitud había cambiado demasiado.

Así que escuchando los consejos de su cuñada decidió interferir en esto. Al momento de su comentario le pareció una reverenda estupidez, convertirse a estas alturas en un viejo cursi y casamentero, pero luego una tarde mientras compraba ciertos implementos en el pueblo se topó con Augusto Marcano, lo conocía desde que era un niño, pues sus familias eran muy cercanas, sabía que gozaba de buena educación y una cuantiosa fortuna, le sorprendió saber que ahora era doctor y que además poseía un consultorio en el pueblo, charló largo rato con el muchacho y le agradó tanto su forma de ser que inmediatamente pensó en las palabras de su cuñada, así que sintiéndose ridículo le invitó a cenar a su casa, con la única esperanza de lograr que su hija menor se olvidase de su primer amor, pues si de algo estaba seguro era de que aunque su hija era aún muy joven, cuando el amor se arraigaba demasiado podían pasar años para sanar, y él no soportaría ver a su hija sumergida en una continua depresión tanto tiempo, él no era de los que creía que un clavo saca otro clavo, su misma experiencia le gritaba cuan errado estaba el dicho, desde la muerte de su esposa no había podido si quiera pensar en la idea de encontrar a alguien más, pero por su hija estaba dispuesto a comenzar a creer que esto podía resultar.

Para cuando llegó a casa se internó en su despacho y olvidó por completo la cena, así que cuando Ana Lucía tocó a su puerta lo tomó por sorpresa.

-Hola papá, crees que podría quedarme esta noche en la casa de Irina?.-Ana Lucía estaba abrazando a su padre desde la parte posterior de su asiento.

-Irina?.- El anciano caballero observaba sus documentos a través de sus gafas de lectura.

-Si papá ya sabes, Irina Kelly, la hija del Sr, Kelly.- su padre la miraba sin comprender.- vamos papá, el Sr. Kelly tu amigo, el de las bodegas en Houston.

-Claro, ya lo recuerdo, te refieres a la chiquilla fea hija de la viuda Kelly.

-Que cruel eres papá!, Irina no es fea…- la chica se colocó frente a él.- pero si se trata de ella.

-Claro lo dices porque es tu amiga…

-En fin papá puedo ir?, pasa sus días muy sola y me ha pedido que la acompañe, además me aburro mucho aquí.

-Vaya ya sé que soy un aburrido hija pero lamento decirte que esta noche no podrá ser, tenemos visita y no quiero recibirlo solo, desde que tu hermano regreso a atender su oficina en el pueblo tu eres mi única compañía y hoy más que nunca la necesito, no sabría de qué hablar con el muchacho toda la cena.

-A que muchacho te refieres?.

-Al hijo mayor del Dr. Marcano, lo recuerdas?.

-El joven latoso que fastidiaba a mis hermanas en las visitas al lago?