CAPÍTULO 16. GENEROSO, OCURRENTE... MILLONARIO

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Las luces de los faroles iluminaban las calles haciéndolas lucir más hermosas de lo acostumbrado, Cris con ambas manos en los bolsillos de su enorme abrigo negro caminaba por la empedrada acera observando como la tenue luz hacia ver más hermosos los rasgos de la bella jovencita a su derecha.

Saioa Taylor era una chica tímida, su aspecto era frágil, y a Cris le producía una ternura que no sabía definir, tan delicada y callada, era una especie de hermoso enigma frente a él, y le gustaba, le gustaba mucho a decir verdad, nadie además de su vecina le había despertado tanto interés, y eso le parecía extraño pero no podía evitar pensar en sus nada usuales asiáticos ojos claros.

- Mucha gente me había hablado de NY durante esta época del año, hace mucho frío y aun así la ciudad emana calidez, con todas sus luces y decoraciones navideñas, tenían razón al decir que era especial.- Ella hizo una pausa, estaba envuelta en un costoso abrigo de piel, y sus mejillas estaban totalmente rojas.- desde aquí es como si allá afuera no se estuviera librando una batalla, como si no hubiera una guerra plagada de muerte al otro lado del mar.- Suspiró.

- ¿Has perdido a alguien a causa de la guerra?.- Cris la observaba detenidamente, habían salido muchas veces desde aquel día que se reunió con el padre de la joven, pero era así, con aquella suave capa de nieve que caía y la luz de esas farolas, cuando descubría que de verdad deseaba besar sus labios rojos por el frío.

- No realmente, a causa de los constantes viajes de mi padre no permanecemos nunca en el mismo lugar mucho tiempo, sin embargo hay lugares de Europa donde pasamos días muy divertidos, y ahora pienso que de seguro esos sitios ya no existen.- Respondió con tristeza.

- Bueno, soy de los que piensa que los lugares son lo que son por las cosas que vivimos en ellos, así que probablemente mientras estén en tus recuerdos seguirán vivos.- Cris había tomado su mano ambas envueltas en gruesos guantes.

- Es una bonita idea Cris.- Ella sonrió tímidamente, se quedó observando el cálido rostro del chico frente a ella, y al ver su sonrisa correspondida bajó la mirada apenada, lo que le dio a Cris una oportunidad para acercarse más.

- Bonita tu…- él quitó con su dedo un mechón de cabello de la chica que se había salido de su bien colocado moño. Ella lo miró de nuevo, lamió sus labios y pensó decir algo pero calló, Cris se inclinó entonces y atrayéndola hacia si le dio un suave beso en los labios, ella se ruborizó de inmediato, Cris se separó solo un poco, la cara de ella reflejaba sorpresa y un brillo diferente en sus ojos.

Cris sonrió entonces, tomó su mano y ella sonrió de vuelta. Así sin más Cristopher Marsden inició una nueva etapa de su vida, cegado por sus impulsos, dispuesto a empezar de nuevo.

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Al otro lado del continente con una suave capucha rosa de lana Ana Lucía caminaba con su hermana apresurada, de lejos lucían como salidas de caperucita roja, ambas abrigadas y con las mejillas sonrojadas. Ana Leticia protegía del frío su vientre tapándolo con su suéter azul, mientras caminaban con premura por el callejón del pueblo que daba al viejo mercadillo de antigüedades, si se apresuraban el señor Wilkies quizás no hubiera cerrado, eran cerca de las 6 de la tarde y ya había comenzado a oscurecer un poco, en esta época las noches llegaban un poco más rápido.

- ¿Crees que papá lo note?.- Dijo la menor de las hermanas mientras acomodaba su cabello dentro de la capucha de su abrigo.

- Espero que no, ese reloj era propiedad del abuelo y pasó a sus manos hace mucho tiempo le tiene demasiada estima, si realmente lo dañé se pondrá furioso.- Respondió Ana Leticia, mientras al fin divisaba el letrero verde aceituna con letras doradas grandes donde se leía  “Antigüedades Wilkies”.

Ana desde el silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora