Nota importante: Ehm... este capítulo no es apto para corazones inocentes puros y castos... conste que advertí 😁.
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.La piel de Ana Paula poseía una suavidad atrayente, un olor que le embriagaba que le despertaba mil emociones, la miraba y no podía creer que tuviera tanta suerte, estaba allí frente a la enorme ventana de la habitación donde hubiera pasado toda su niñez y juventud, peinaba su cabello con detenimiento mientras la luz de la luna irradiaba su tersa figura. Llevaba puesto un delgado camisón casi transparente, que le permitía observar con detenimiento su bonita silueta, el pequeño bulto en su vientre se notaba bajo la tela, sonrió.
- Pensé que dormías.- Dijo ella al verlo levantarse con esfuerzo.
- Lo hacía, pero una bonita sirena en mi ventana me despertó.- Respondió mientras se acercaba a ella, y depositaba un suave beso en la base de su cuello, la abrazó desde atrás.- Lo siento, abrí la ventana y no pensé que la luz de la luna podía despertarte, hacía calor.- Contestó para girarse y colocarse frente a él, enroscó sus manos bajo su cabello desordenado y comenzó a juguetear con él.
- No tienes nada de que disculparte, valió la pena.- Andrés la miraba con evidente deseo, Ana sonrió.
Su esposo llevaba solo su pantalón de dormir, su pecho estaba lleno de moretones, y aun hacía cierto gesto de dolor cuando levantaba el brazo, un leve corte en el labio inferior se le había hinchado un poco, y su cabello estaba al descuido, la barba que apenas comenzaba a salir lo hacía lucir irremediablemente guapo, y Ana Paula sintió como miles de sensaciones recorrieron su cuerpo, cielos, como le gustaba el hombre frente a ella.
El corazón de Ana palpita como si fuera a salirse de su pecho en cualquier momento, él la besa con necesidad y sonríe levemente sin despegar sus labios de los de ella, puede sentir cuan nerviosa está, aun así ya no teme hacerle daño, sabe que confía en él, sabe que jamás le haría daño, y los errores del pasado se han disuelto entre las llamas del nuevo sentimiento que los invade.
Suavemente desliza su mano por el delicado cuello de la mujer frente a él, sin parar de besarla, su mano llega a sus pechos erizados por el contacto, sin pudor o vergüenza alguna ella lanza un suave gemido, los ágiles dedos de Andrés los masajean descaradamente.
Con su mano libre la atrae hacia él, y en un compás inexplicable caminan hacia su lecho, en cuestión de segundos el cuerpo de Andrés la arropa totalmente, puede sentir la presión de su hombría latiendo tan cerca de lo más íntimo de su ser, el suave vaivén de ambos cuerpos la está volviendo loca.
La mano de Andrés se abre espacio entre ambos, sus dedos trazando el estómago de la mujer que tanto desea por encima de su delicada ropa de dormir, ella se sobresalta al sentir su mano tocando su entrepierna, sin permitirle reponerse toma el doblez de su vestido y lo desliza lentamente, tanto que resulta casi dolorosa, dejándola allí expuesta ante él.
Y de nuevo su mano baja debajo de la delicada tela sin parar de besar sus labios, sus dedos comienzan a moverse arriba y abajo por encima del encaje de su ropa interior, resulta torturante pero Ana sin saber cómo o cuando termina moviendo sus caderas a su encuentro, casi desesperada se restriega ferozmente contra su tacto, Andrés gruñe ligeramente.Como embriagado por su deseo aparta la tela que se interpone entre ambas pieles y en el momento en el que sus dedos hacen contacto con la sensible piel de la chica, ella se estremece, gime involuntariamente y arquea su espalda. La voz de Andrés se escurre en su oído, gime “Oh Dios Ana”.
El sonido de su voz ahora más gutural que de costumbre, la forma en la que pronuncia su nombre hace que la presión de la joven crezca en su interior, aunado al movimiento cada vez más rápido de los dedos de él hacen que la chica termine poniendo los ojos en blanco, su respiración está hecha un caos, y su cuerpo cargado de mil sensaciones adictivas que jamás había experimentado, el vaivén de sus caderas, actúan en el cuerpo de Andrés poniéndolo más duro, Ana puede sentirlo, sus dedos siguen moviéndose su boca ahora en el cuello de la joven, su cuerpo presionando el suyo. Acelera el movimiento de sus dedos y Ana explota ante un glorioso orgasmo repitiendo una vez su nombre, Andrés termina usando su mano libre para cubrir su boca o todos en la casa la escucharán.
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Ana desde el silencio
RomanceEl inclinado camino hacia la loma más alta de la hermosa propiedad de su padre le había producido no sólo un severo dolor en sus pies, debido a lo inapropiado de su calzado para tan inesperado paseo, si no también le había proporcionado un vestido t...