CAPÍTULO 4. EL DESPERTAR DE UNA TORMENTA

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La suavidad de la manta de algodón, el chinchineo de la tenue llovizna en la ventana y los constantes fármacos habían provocado en Ana Paula una constante sensación de desvanecimiento, sin embargo ahora se sentía un poco más fuerte, los delirios y la fiebre habían cesado, y más allá de una nariz húmeda y la garganta reseca no sentía ningún mal. Su pié aun vendado se hallaba inmóvil, pero al no afincarlo no le causaba molestia alguna, con cuidado levantó la cabeza para tomar agua de la que Claudia le había llevado.
En varias oportunidades había preguntado por su hermana pero su cuñada siempre le respondía con excusas, lo que la hacía sospechar que algo le sucedía, aunque no podía comprender que después de todo había hecho lo que había podido por entregar su carta, y cuando despertó por primera vez lo primero que pidió fue su bolsa, para encontrarse con que la carta había desaparecido, así que o se había caído o el enamorado de su hermana la había tomado, al final estaba dirigida a él, no comprendía que podía haber salido mal, pero estaba segura que algo pasaba.
Ana Lucía se había reportado más rápido desde la capital al enterarse de lo sucedido, la había llamado cada día, y aunque solo supiera de sus atenciones por Claudia le extrañaba que su hermanita menor estuviera más preocupada que su inseparable hermana favorita. No le quedaba más remedio que esperar estar lo suficientemente repuesta para ir ella misma a preguntarle lo que le sucedía.
El aroma de flores recién cortadas la hizo observar hacia la ventana, un bonito ramo de florecillas silvestres la observaba desde la cómoda, cada día veía un ramo nuevo de flores, y se sintió contenta de que su cuñada se hubiera tomado la molestia de dejar siempre flores cerca de su ventana, tenía mucho que agradecerle, cuidar de ella con tal esmero dejando de lado la atención de sus hijas aun habiendo servidumbre que podía hacerlo hablaba muy bien de Claudia.
- Gracias Claudia, he notado que a diario traes flores a la habitación, y te has dedicado mucho a cuidar de mi.- Dijo la chica sonriendo.
- No hay nada que agradecer, cuido de ti porque siempre me has tratado con cariño desde que tu hermano nos presentó, además nunca olvidaré que fuiste tú quien me envió los primeros regalos para Constanza cuando tu padre aún no nos aceptaba.
- Eso no fue nada, después de todo me has dado dos sobrinas hermosas, de verdad gracias.
- De nada, sin embargo aunque te he cuidado no he sido yo quien ha traído las flores, con todo el trajín había olvidado decirte.
- Claro, debí imaginarlo fue mi padre cierto?, él sabe que amo las flores del campo más que cualquier otra cosa.
- No, tu padre ha venido a verte continuamente, pero ha sido nuestro vecino quien te ha regalado estas flores, luego de traerte en su caballo el día de tu accidente ha venido a saber de tu salud al menos dos veces al día, siempre con la esperanza de conversar contigo, pero casualmente siempre has estado dormida, el primer día te lo comenté pero creo que estabas demasiado sedada como para comprender mis palabras.- Ana Paula estaba sorprendida pero más aún asustada, quizás el caballero había leído la carta y pensaba que era suya, tal vez creía que ella estaba enamorada de él y no su hermana, probablemente esa era la razón por la que Ana Leticia estaba molesta.
- No tenía idea.- respondió al fin.
- Si, y ayer justamente dejó esta caja de chocolates, la coloqué en una de tus gavetas porque las niñas han entrado a verte y si los ven se volverán locas por ellos.- Claudia sonrió, pero Ana Paula estaba sumergida en sus propios pensamientos.
Justo en ese instante su hermano tocó la puerta, Claudia lo dejó pasar, este le pidió que los dejara a solas, y su mujer se marchó sospechando lo que su marido le diría a su cuñada.
- Buen día hermanita, veo tu semblante mucho mejor que el de ayer, estas evidentemente mejorando, tienes bastante color en tus mejillas.- El joven sonrió y se sentó a un lado de su cama.
- Si, hoy me siento mucho mejor.- Ana Paula tenía la mirada perdida hacia la caja de bombones que su cuñada había sacado de la gaveta, pensando lo mal que debía sentirse su hermana, tenía que arreglar este malentendido lo antes posible, sin embargo su hermano había notado la dirección de su mirada.
- Veo que te han entregado uno de tus obsequios, nuestro vecino se ha esmerado en mantenerse al tanto de tu salud, no solo ha venido constantemente sino que además te ha traído flores y chocolates.
- No entiendo por qué lo ha hecho, no le he dado motivos para tal cosa, sin embargo cuando tenga la oportunidad le daré las gracias.
- A veces no se necesitan motivos, recuero que cuando conocí a Claudia iba a diario a la tienda donde trabajaba y compraba siempre pañuelos, al cabo de un mes tenía más pañuelos que ropa solo por ir a verla, cuando al fin aceptó salir conmigo le compré el ramo de flores más grande que pude costear, sin embargo era tan llamativo que a la mitad de la velada no sabíamos dónde colocarlo.- Su hermano estaba sonriendo, pero Ana Paula estaba llena de miedo, lo que su hermano insinuaba era que el interés de su vecino era tan intenso como el que una vez sintió él por su actual esposa.
- No creo que este sea el caso, solo es mera cortesía, después de todo me encontró en el medio de la nada hecha añicos, debe sentir pena por mí.
- Ay hermanita que inocente eres, créeme tantas atenciones no se le hacen a una dama solo por pena, además tienes que escucharlo hablar de ti, recuerda hasta la más insignificante charla que tuvieron en su anterior estadía en el pueblo, habría que ser ciego para no notar cuan interesado está en ti.
- Tú no entiendes, él no puede sentir nada por mí. No le ha regalado nada a Ana Leticia?, acaso no han hablado?.- Rodrigo la miró extrañado, luego recordó lo que su esposa le había comentado.
- No, por qué habría de hacerlo?.- Ana Paula se dio cuenta demasiado tarde que había cometido un error.
- Olvídalo.
- Te diré algo hermana mía, ese hombre está muy interesado en ti y siendo sincero creo que deberías darle una oportunidad, no solo por su obvio interés hacia ti sino también por su excelente educación y su cuantiosa fortuna.
- No estoy interesada en él, y aunque lo estuviera no sería su fortuna lo que me atraería, de igual manera pienso que estás exagerando.- Ana Paula respondió ofendida.
- No entiendo tu apatía, siempre has estado renuente a aceptar a alguno de tus pretendientes, ninguno jamás cubre tus expectativas, creo que lees demasiados libros, y dudo francamente que te encuentres alguien con todas las virtudes de los protagonistas de la literatura inglesa que tanto amas.
- Tal vez no lo he encontrado porque no he salido a buscarlo, no estoy interesada en hallar al hombre perfecto, sabes que no soy la más romántica de tus hermanas.
- En esta oportunidad deberías ser un poco más condescendiente y no por intereses románticos si no por intereses algo más serios.
- No entiendo a qué te refieres.
- Prometí a mi padre no decirte nada, pero confío en tu discreción. Nuestra situación económica no es buena, debemos bastante dinero al banco, y papá está negado a acudir a un prestamista, cosa que yo respaldo puesto que otra deuda nos podría llevar a la banca rota, nuestra única solución sería un socio capitalista que decida invertir a todo riesgo, y no todo el mundo está dispuesto a ello, si caemos en quiebra pronto tendremos que traer a Ana Lucía de vuelta, sus estudios de arte son costosos, y yo mismo no podré seguir cubriendo la educación particular de mis propias hijas.- La cara del joven reflejaba verdadera preocupación.
- Se bien sobre nuestros problemas económicos, era fácil de imaginar, papá se ha negado a invertir en maquinaria que otros viñedos ya han implementado, conozco de este negocio, crecí aquí, sospechaba que algo iba mal, pero no entiendo que tiene que ver esto con nuestro vecino y su supuesto interés por mí.
- Bien, ya no son sospechas, esta es la realidad que vivimos, y tú tienes en frente una oportunidad de oro, todo absolutamente todo tiene que ver con nuestro vecino y tú, si tan solo le dieras una oportunidad de cortejarte, quizás no solo descubrirías empatía con él, un compromiso entre ambos nos daría la oportunidad de que él mismo se ofreciera a ser nuestro socio, después de todo seríamos familia, la solidez de un parentesco de esta índole le permitiría adentrarse al negocio junto a nosotros.
- Hablas de compromiso como si este hombre se hubiera declarado ante mí, das por hecho que su interés es tan profundo como para pedirme matrimonio, eso sin mencionar que te has referido a mi vida como si fuera un simple negocio, no creo que buscarme un marido rico sea la mejor salida, yo podría ayudarlos en la hacienda, pudiera trabajar en cualquier otro lado si así pudiera contribuir, soy ágil con los números no en vano mi padre me ha confiado a mi antes que a sus más brillantes administradores libros de cuentas cuando lo ha necesitado, puedo hacer cualquier cosa para reducir gastos, sabes perfectamente que no le temo a recoger yo misma la uva en plena vendimia de ser necesario.
- Si quieres ayudar realmente, convertirte en una jornalera o en una sub pagada en alguna oficina del pueblo no ayudará, me atrevería a decir que lejos de hacerlo mancillarías nuestros apellidos, si quieres ser útil dale una oportunidad a ese hombre de acercarse a ti, doy por hecho que sus intenciones son serias porque lo he visto, y se reconocer a un hombre verdaderamente interesado en una mujer.- Ana Paula había comenzado a llorar.- No veo porqué te afecta tanto.
- Tu no lo entiendes, no puedo Rodrigo, no puedo hacer lo que me pides, aunque hiciera a un lado el horrible hecho de acercarme a ese hombre solo por dinero, hay otros motivos aún más grandes para mi.- ella suspiró.- te diré la verdad confiando en que guardarás silencio.- Él asintió.- Verás, Ana Leticia ha estado ilusionada con nuestro vecino desde hace tres años cuando lo conocimos, en un principio pensé que solo sería algo pasajero pero sus sentimientos hacia él son reales. A su regreso lo vio en la fiesta de bienvenida y me aseguró que tuvo razones para pensar que él está interesado en ella, tal fue su convicción que el día que sus padrinos vinieron ella se había citado con él en la loma que divide su propiedad de la nuestra, debido a la visita inesperada me envió a mí a entregarle una nota.- Su hermano la miraba con atención procesando lo que decía.- Y sé que hice mal al sucumbir ante sus deseos, pero le llevé la carta y torpemente me desmayé cuando iba a entregarla, la verdad con todas estas atenciones hacia mí lo único que deduzco es que habrá leído la carta y pensará que es mía, tal vez con la lluvia se habrá borrado la firma, no lo sé, porque en realidad no conozco con exactitud su contenido, pero sí sé que en ella nuestra hermana le hablaba de sus sentimientos.
- Han sido muy imprudentes, pero si de algo estoy seguro es que con carta o no Andrés no está interesado en Leticia, lo sé, yo estuve en esa fiesta y jamás se dirigió a nuestra hermana de una manera distinta a como lo hubiera hecho con cualquier otra, y aquí en casa tampoco ha sido más que educado con ella.- Ana Paula ya estaba sollozando y esto la había hecho toser, su hermano la abrazó.- en mi opinión nuestra hermana es una chiquilla inmadura, y ambos sabemos que siempre ha sido sumamente caprichosa, ahora mismo dice desvivirse por ese caballero, pero me atrevería a apostar que se trata de una simple ilusión momentánea.
- Momentánea o no me duele que ahora mismo esté sufriendo por mi causa, si lo que dices es cierto me siento más desdichada aún.- La chica abrazaba a su hermano con desconsuelo.- Mi hermana me odiará toda la vida, jamás me perdonará.
- No digas eso, con el tiempo aceptará la realidad.
- Tengo que decirle a Rizzuti que esa carta era de Ana Leticia, tengo que hacerlo, tal vez así él se incline hacia ella, yo no podría hacerle tanto daño a mi hermana, y además de esa forma tú obtendrías de igual manera ese socio que tanto necesita el negocio, aunque no me parezca la manera más honesta de conseguirlo.
- Ana, las amo a ambas y no desearía que ninguna sufriera, si al menos hubiera notado un solo gesto de interés hacia nuestra hermana por parte de este hombre apoyaría tu decisión, pero hacerlo solo empeoraría las cosas, creo que deberías guardar silencio, a menos que él mencione la nota no deberías tocar el tema, si él conoce la verdad sin sentir nada por Ana Leticia imagina por un segundo lo avergonzada que estará nuestra hermanita.- Esta vez mirándola a los ojos mientras limpiaba sus lágrimas agregó.- Pero si como imagino Andrés Rizzuti te demuestra su afecto, por favor acéptalo, si hubiera otra opción para salvar estos viñedos créeme jamás te lo pediría.- Acto seguido la besó en la frente y salió de la habitación, no sin antes voltearse a mirarla.- confío en tu buen juicio.
Ana Paula estaba totalmente desecha, ¿qué podía hacer para enmendar todo este enredo?, sin más que hacer mandó llamar a su hermana con la esperanza de que esta vez acudiera a ella, diciéndole a la empleada que hiciera hincapié en lo importante que era que fuera a su habitación, luego de unos largos minutos Ana Leticia cruzó la puerta.
- Y bien, ¿qué necesitas?.- Ana Leticia estaba distante, lo que le partía el corazón a su hermana.
- Ven, siéntate aquí en la cama.
- Aquí estoy bien.
- Por favor…
Ana Leticia se sentó en el borde de la cama, con cuidado de no tocarla, era como si estar cerca de su hermana le produjera una incomodidad tan grande que no podía ocultar.
- Creo saber por qué estás molesta conmigo, sin embargo quiero que sepas que no he hecho nada para hacerte daño.- Ana Paula intentaba hablar con aplomo pero el dolor al sentir  el rencor de su hermana le habían creado un nudo en la garganta.
- ¿Por qué habría de estar molesta?, ¿acaso porque deliberadamente has llamado la atención del chico que bien sabías amo?, o ¿quizás por no explicarle sobre la carta que le envié?.- Ana Leticia hablaba con total ironía, estaba siendo hiriente y lo sabía, quería serlo, estaba dolida, y se sentía traicionada.
- Nunca llamé la atención de Andrés Rizzuti adrede, y mucho menos dejé de explicarle lo de tu carta a propósito Ana, estás siendo totalmente injusta conmigo.- su voz se había quebrado con el llanto.
- Injusta?, yo he sido injusta?, que fácil es decirlo cuando no ha parado de traerte flores y detalles, creo que la única víctima de injusticia he sido yo, que bien sabes he estado enamorada de él por años, y ahora cuando veía una oportunidad tú te metiste en nuestro camino.- respondió mientras la rabia le salía por los poros, y sus palabras llenaron de coraje a su hermana.
- Yo no hice tal cosa, fui a esa maldita loma porque así lo quisiste, ni siquiera lo había visto antes de ese día desde su regreso y lo sabes, caminé haciendo añicos mis zapatos y mi ropa, continué aun con la lluvia, esperándolo para entregar tu preciada carta, pero esperé demasiado, cuando me disponía a regresar por el mal tiempo comencé a sentirme mal, tropecé y caí, justo entonces él llegó, apenas pude decirle que me había roto el tobillo y luego me desmayé, ni siquiera pude entregarle la carta que tenía en mis manos, aun así cuando desperté consciente totalmente revisé mi bolso y la carta no está, no sé si se cayó o él la tomó, pero de lo que si estoy segura es de que no le di pié para que me regalara nada, nunca te haría daño a propósito, jamás.- Dijo molesta y dolida.
- Lo único que sé es que no para de hablar de ti, lo hace como si yo no estuviera allí, se expresa de ti como jamás lo hizo conmigo, tienes que haber hecho algo más porque no me explico entonces cuán grande puede ser tu gracia que lo has prendado solo con respirar.
- Lo que dices en realidad me indigna, es tan injusta tu acusación, te juro que no hice nada para llamar su atención, lo único que se me ocurre es que quizás leyó tu carta y tal vez con la lluvia se borró tu nombre y piense que he sido yo quien la ha escrito.
- La nota con la que lo cité la firmé solamente como Ana de las Casas, pero luego en la carta coloqué mi nombre completo, si la tuviera él sabría que fue mía, aunque se hubiera borrado la firma, yo le hable de mis sentimientos, y de la fiesta de bienvenida a la que tú no asististe.
- No veo otra explicación, él tiene que estar confundido, pero apenas pueda moverme solucionaré este embrollo, no pelearé contigo por el amor de un hombre, y mucho menos por uno que no me interesa en lo absoluto.- tomó un respiro pues había comenzado a respirar con dificultad.- le diré que la carta es tuya y esto se solucionará.
- No tendrás que esperar demasiado para hablar con él, de seguro hoy vendrá de nuevo a verte, aun así no quiero que le digas nada de mí, no podría soportar la vergüenza, la humillación al saber que te prefiere a ti, aunque supiera que la carta era mía, sé que él no siente nada por mí, es evidente, ahórrame la deshonra.- Esta vez Ana Leticia lloraba desconsoladamente, se levantó de la cama y agregó.- me voy, creo que no hay nada más de que hablar.
Se marchó antes de que Ana Paula pudiera si quiera articular palabra alguna, y fue la soledad de su habitación la que escuchó cada uno de sus lamentos. Ana Paula por su parte luego de llorar por largo rato tuvo que disimular su dolor un par de veces, primero para saludar a sus sobrinas y luego para conversar con su padre, sintiendo en silencio el dolor de saberse tan distante de su mejor amiga, su compañera de aventuras, su hermana.

Ana desde el silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora